Los secretos de La Colmena

Difícil


 


—Ya hablé con Cariem... —digo mientras guardo el celular en el bolsillo y veo que Solei se sienta en el sofá.

La preocupación se ciñe en su rostro, al fin y al cabo estamos hablando de su primogénita. La situación en la que nos colocamos con esta sospecha no es linda, saber que Thalia podría tener algún tipo de artilugio mágico que la obligue a mantenerse lejos de La colmena, suena horrible.

La puerta de la habitación se abre con fuerza, y Mortel ingresa con la cara larga y las manos en los bolsillos. Por lo general siempre se lo ve fresco, y bien presentable, pero ahora se lo ve cansado, con las ojeras pronunciadas y el andar de una persona que tiene el peso del mundo sobre sus hombros. 

—¿Vamos a iniciar el rastreo? —pregunta sirviéndose un poco de whisky en el vaso que solía usar Elsa.  ¿A Mortel lo está consumiendo los recuerdos a caso?

—Irina ya tiene su equipo instalado —Solei contesta mirando a un solo punto fijo —. Solo espero que al eliminar ese objeto de trasmisión podamos volver a la cuasi normalidad que teníamos. 

—¿Y no crees que Asturia tenga razón? y que Thalia deba alejarse del internado —Mortel toma de nuevo el whisky y mira a Solei con algo de preocupación. 

—No, no creo... ¿Tú que dices Orkias?

Me mira con esperanzas, y la verdad es que no sé que responderle, intento ser objetivo, pero me es difícil sabiendo que puedo dañar la esperanzas de Solei. Así que sólo me encojo de hombros. 

—Solo lo sabremos cuando esto haya terminado.

De nuevo el silencio se instaló en la habitación, Mortel soltó un suspiro, y puedo comprender que toso esto nos está robando energía, pero más a ellos, que tienen a sus hijos básicamente en la primera línea de la batalla. 

—Estamos listos —Irina anuncia asomándose a la puerta —. Sugiero que se pongan estas mascarillas.

La chica nos pasa una caja, Mortel la toma, apoya sobre la mesa de vidrio y toma su mascarilla, se la acerca a Solei y a mi.

La chica tiene la suya sobre su cabeza, y se ve realmente imponente con su ropa negra, y los guantes puestos.

Irina no solo ha sido la mejor estudiante de su época superando a Anastasia, si no que también demostró ser la mejor cazadora y purificadora de elementos profanos. Por ello, me da tranquilidad saber que ella y sus compañeros se encargarán de esto.

Hablando de los muchachos, Fernando y Mateus se acercan también con las mascarillas en manos. Vestidos de negro, tal cómo nos indicaron.

No tenemos nada de joyas, ni de metal, las manos limpias y con perfume de rosas.

Todas esas indicaciones para no entorpecer el trabajo de Irina y sus acompañantes, pues el proceso que van a realizar requiere de eliminar malas energías y que ninguno de nosotros se carguen o lleven rastros de ello.

—¿Estamos para empezar? —pregunta Fernando y se ve emocionado.

—Solo una pregunta —Irina habla mirando a Solei —. ¿Estás segura que vas a poder con esto? El embarazo es un estado...

—Lo estoy —Interrumpe mi novia.

Yo reprimo la sonrisa, porque sé muy bien que ella no va a salir de aquí y que no hay palabra en el mundo que la aleje de esta tarea.

—Bien —Irina se coloca la mascarilla como si fuera el acto más grande de elegancia y nosotros la imitamos —: manos a la obra entonces.

La chica hace un gesto y nosotros la seguimos. Caminamos por los pasillos, los seis estamos en una hilera, Irina en el extremo derecho y Solei en el izquierdo. Ambas pasan su dedo índice sobre las paredes mientras murmuran un cántico en Guaraní. 

Las almas y espíritus del lugar comienzan a manifestarse, todos están inquietos volando de un lugar a otro. Me pregunto si les causa molestia y que estará pasando Mirena.

—¿Les hace daño? —pregunto con señas a Mateus y él responde:

—<<No, solo los agita, como acelerar el tiempo>> —sus labios se mueven a la par de su respuesta.

—Ok, gracias —respondo mientras mis ojos la buscan, pero no la veo en la corrida de espíritus.

Cuando llegamos al centro del gran salón Irina quita de su bolsillo unos pequeños auriculares, y Fernando hacen lo mismo.

—Bien, ustedes 3 —nos dice —se quedan aquí. Solei necesito que mires al norte, Mortel al Sur y Orkias al este. Manos derechas arriba, y aguanten la respiración un buen rato que el humo es denso y pasará sus mascarillas los primeros 15 segundos.

—Ok —decimos al unísono en lo que nos colocamos en nuestras posiciones.

Irina, Fernando y Mateus se colocan alrededor nuestro, aunque más alejados y separados, si nos vieran desde arriba estoy seguro que verían un hexágono, levantan la mano izquierda y con la mano derecha quitan de sus cinturones unos tubos de plástico.

El internado vacío está sumido por el silencio, pero gracias a ello llega a mis oídos la música que salen de los auriculares de Irina.

Si reconozco esa música, si la habré escuchado en mi época de joven rockero, más vale que mis hijos aprendan de buena música, esos serán sus clásicos de cuna, definitivamente.

Los tres comienzan a bajar lentamente al suelo, al ritmo de Revenga, y cuando están de rodillas en el suelo al mismo tiempo golpean con fuerza los tubos de plástico.

Estos estallan y el humo comienza a salir, tal cómo lo dijo Asturia. La vista se me nubla, de tan espeso gas.

El sonido de sus pasos llegan a mi, y el murmullo de los espíritus se hace eco, parecían que buscaban refugio, pero no por el gas, si no por lo que salía a continuación.

—¡Ahora! —Ordena Irina y hacemos un corte en el aire bajando nuestros brazos con velocidad.

Esto provoca que el humo se corra por los pasillos y los 6 corremos en la dirección que nos pusieron como marca persiguiendo la columna de gas.

Las risas retorcidas y sadicas nos daban la pauta de que corrompimos el objeto de transición, buen inicio, por el momento eso no es más que un conjuro de espíritus espías.

Seguimos nuestras corriendo tras el humo, se supone que este debe quedar empastado en dónde esté el objeto espía, por eso es que perseguimos a la columna de gas.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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