—¿Cómo es posible que se haya escapado? —pregunto a Coral furioso mientras ingresamos a el colegio, las tres horas de viaje en auto fue en silencio, y recién ahora me animo a lanzar la pregunta en el aire luego de haber reprimido tanto tiempo la rabia.
—No lo sé Daniel, pero te aseguro que ese Gianti ya tenía idea, o tiene alguna invocación de protección tremenda o simplemente tiene suerte.
Camino a pasos apresurados en el patio, ignorando a las personas, el ruido y los niños corriendo en el patio. Por que en mi mente sólo está el hecho de que el imbécil de Mortel supo sortear la emboscada.
Mi celular comienza a sonar y la ira se convierte en tensión cuando veo que se trata de Harvey, deslizo mi dedo sobre la pantalla y contesto la llamada.
—Señor Ross.
—No veo ni una mísera prueba, pero si un accidente de carretera que se ve terrible. ¿Sabes en qué líos me puedo meter si descubren que ese vehículo estaba monitoreado?
—Por supuesto que tienen pruebas, y claro que sé el lío que se generaría si descubren que están siguiendo a un miembro tan pulcro como Mortel Gianti sin una orden judicial.
>>Y esa es la razón por la que usted está en deuda conmigo ahora.
—¿What? Idiot. No sé qué te crees, pero yo no estoy deuda contigo.
—¿De verdad? —río y me detengo en medio del pasillo, porque el aroma a cigarrillo me llega a la nariz, y no cualquier cigarrillo, este es uno importado. Miro al techo con disimulo, fingiendo que la llamada es mi única prioridad —. Harvey, yo le prometí pruebas, y esas son las que en este instante están cruzando su puerta en un folder… ya luego me agradece por ello.
—¿Cómo? —Harvey no habló y estoy seguro que las fotos están en su escritorio o que la secretaría está parada delante de él sosteniendo el paquete.
No, Mortel no es Narcotraficante, pero los integrantes de La Colmena tienen una deuda con el 7mo, y este no suele dejar migajas al comer, pero siempre hay manchas que limpiar, y eso no lo hace cualquiera.
Mortel y otros miembros gastan fortunas contratando a personas que se encargan de limpiar sus rastros, y qué mejor fotografía que una en dónde se lo ve pagando por el servicio que ha contratado.
Podrán ser cuidadosos en muchos aspectos, pero yo, soy un muy buen espía, y no hablemos del fotógrafo genial que soy.
—¿Está pagando un servicio de limpieza? —Harvey pregunta —. Es muy probable que sea algún tipo de ajuste de cuentas, Celina, llama a todo el comité y que me busquen nombres de los referentes de estos territorios, quienes desaparecieron en los últimos meses y cuantos territorios se redujeron a nada.
—¿Y bien?— miro de reojo al techo, creo que de allí viene el aroma.
Coral se pone a un costado y también mira al techo con curiosidad, pero ella no ve, ni siente lo que yo, porque al rato lo deja.
—Es suficiente para que pueda mantener mi cacería —Contesta Harvey —. ¿Puedes conseguir más pruebas? Y si ya tenías ésta, por qué me insististe en seguirlo.
—Por que le hubiera conseguido algo mejor, sin embargo, no pude, pero por culpa de que su logística estaba incompleta, Mortel no iba en ese coche —Mentí —. Sin embargo, señor Ross, pude retirar del vehículo el dispositivo rastreador.
—Es imposible, ni yo sé en dónde estaba ese dispositivo, Los de logística lo colocaron de forma que no sea tan fácil de descubrir. ¿Cómo lo encontraste?
—Solo confíe en mí, le digo que sé lo que hago, tenga por seguro que voy a conseguir más pruebas para usted, ahora, si me permite, tengo algo que hacer.
—Bien, tienes mi confianza Daniel, espero que sepas lo que haces, necesito algo contundente para ingresar a su propiedad.
—Lo tendrá.
Corto la llamada, Coral me observa mientras lleva la mano derecha en el mentón, me analiza, y recorre con los ojos de arriba a abajo.
— ¿Bien?
—Ya podré meterme a todas las misiones que se me antoje —Contesto sin dejar de mirar a la terraza que está sobre el edificio de la iglesia.
—¿Por qué miras tanto allí Daniel?
—Mhum —se me escapa el sonido en lo que guardo el celular en el bolsillo —. Puedes ir ya con el sacerdote y mi madre a adelantarles algo, necesito ir hasta allá con urgencia.
Coral solo me ofrece un gesto de indiferencia y se va sin hacer pregunta alguna.
Siento un aura extraño, como si alguien estuviera invadiendo mi morada, estoy seguro que es un ente, un espíritu o cualquier cosa que tiene como objetivo principal incomodarme.
—¡Hey! —La voz de Jazmín me detiene en medio de la carrera —. ¿A dónde vas Daniel? quedaste que hoy me ibas a ayudar con la organización de las olimpiadas, me volviste a abandonar.
Aprieto las manos en puños y volteo a ver a mi hermana quién tiene entre el brazo una tableta.
—Lo siento Jaz, tendrás que esperarme un rato más debo ocuparme de algo importante.
—Cómo siempre… cómo odio que me delegues siempre Daniel.
—Jaz, por fa, no me puedes decir eso, ¿Sabes lo que me costó conseguir que puedas organizar esa olimpiada?
—No, no lo sé, pero sé que me lo vas a echar en cara. En fin, te esperaré, ve a tu asunto importante. Solo te imploro, no me dejes hacer esto sola Danel.
—Esta bien niña tonta, te voy a ayudar. No me olvidaré de ti, ahora, espérame ¿Sí?
—Como siempre, soy la última en tu agenda, pero te perdono, porque al menos parezco, no como con mamá, y ni hablemos de papá.
¡Mierda! el innombrable de la familia, pongo los ojos en blanco, porque ella sabe que a mi tampoco me gusta que lo mencione, sin embargo lo comprendo.
—No me manipules así Jazmín, por favor, en breve te voy a ayudar con tu estúpida olimpiada.
—No la llames estúpida... —reclama haciendo un gesto de enojo —. Por cierto ¿Te respondieron los de La Colmena la invitación?
—No, están cerrados, pero cuando tenga respuesta te la doy... ahora ¿ me permites?
—Ok, vete, te estaré esperando con los chicos en el salón del consejo.