Los secretos de La Colmena

Dificultades placenteras


 


—Anastasia... ¡Dios! —No oculté mi sonrisa al escuchar la voz sedienta de Thalia que inunda mi sala —. Para, para, para nooooo, no, no, mejor no pares.

—¿Saben que cuando hagamos el ritual no podrán jugar sin mi? —grito desde la sala. El sonido de sorpresa de Anastasia y Thalia, más algo cayéndose completaron mi carcajada.

Camino por la sala mientras escucho el cuchicheo de las chicas, quizás arreglando el desastre que armaron. Sigo riendo de forma sonora en lo que tomo un cigarrillo.  Al momento de llevar mis manos al cigarrillo para encenderlo me pecarto de la sangre que cae en hilos por la palma de mi mano, recorriendo hasta mi codo.

—¡Mierda! —susurro con el cigarro en los labios, voy hasta la cocina y comienzo a lavarme las heridas hechas por la invocación que realice para el contra versus possessionem.

Los paso apresurados y el sonido de la marcha de Thalia lo reconozco y confirmo cuando su voz llega hasta mi.

—Perdón, no pudimos resistirnos a... ¡Cariem, estás sangrando.

—Resaltar lo obvio es tu habilidad ¿verdad? —Thalia me ofrece una mirada de enojo, pero se apresura a tomar mi mano y unas servilletas de papel.

Con furia me quita el cigarro de la boca y lo apaga, en modo serio la conejita es una máquina de hielo, que no deja escapar un solo detalle.

—¡Anastasia trae el botiquín a la cocina pronto! —grita a todo pulmón.

Por el reflejo del vidrio veo a Anastasia subir las escaleras de nuevo, supongo que va por el botiquín.

—¿Qué mierda te pasó Cariem?

—Gajes del oficio conejita...

—¿Fuite por Daniel?

Mantengo silencio, porque no le quiero confirmar nada.

Salvado por Anastasia, pues cuando Thalia esta por tirar más palabras llega la chica con el botiquín en mano.

—¿Qué mierda? —Anastasia también está enojada, al ver mi mano me hace un gesto de reclamo, ella reconoce el estilo de corte —. Lanzaste un contra versu possessionem ¿Cómo se te ocurre Cariem? No puedes hacer algo así solo, eso lleva mucha sangre.

Al escuchar eso Thalia me toma con fuerza el brazo y echa sin delicadeza el alcohol para darme a entender que de verdad está muy enojada.

—¿En qué estabas pensando? —dice Gianti mientras pongo los ojos en blanco —. Sé que eres muy fuerte, pero ¡Joder! No puedes exponerte así ¿Y si te mataban?

—No pueden matarme, si no saben donde estoy.

Anastasia esta vez sonríe aunque se que quiere regalarme, veo en sus ojos esa emoción que refleja sus ganas de saber más, esa emoción de querer aprender, porque sabe que lo que hice no es común. A ella le fascina ese tipo de posiciones e invocaciones.

—¡Hiciste un seudocorporen! —intenta mantener el tono de indignación pero no puede. Hasta Thalia le da una mirada de represalia por la emoción que emana —. ¡Eso es muy peligroso! ¡Y extraordinario! ¡Puta! Lo que daría por ver como haces a un falso Cariem ¿Crees que un día lo puedas hacer para jugar entre los cuatro?

—¡Anastasia! Concéntrate ¡Por los 7! —Thalia me pasa algodón en las heridas y yo miro a las chicas, y luego de mucho tiempo, siento en mi pecho esa corriente eléctrica que me dice lo afortunado que soy, y esta vez, por dos mujeres —. ¡Bien, señor Cariem! Ya está.

Miro mis manos limpias, y sin dudar traigo a Thalia hasta mi, y le planto un beso en la frente, luego a Anastasia, las dos quedan viéndome, esperando a que diga algo, pero solo salgo de la cocina y las dejo allí.

Subo las escaleras con normalidad, como si estuviera solo en mi casa, hasta que las voces de las chicas me detienen.

—¡Nos debes una explicación! —dicen en conjunto.

Vuelvo a poner los ojos en blanco, pero esta será una sociedad de 3, y aunque soy muy afortunado de que tendré a ambas para los pecados nocturnos o diurnos, soy comciente de que la convivencia es más que placer. Y sí, les debo una explicación.

—Sí, fui junto a Daniel, e instale en él un contra versu possessionem, ahora sé hasta lo que sueña.

>>No me expuse, bajo ningún sentido y la sangre que usé para ello se limpio en el preciso instante en que lo invadi.

>>En verdad, quédense tranquilas, estoy bien. Eso sí, si yo hubiese estado allí, esas brujas malditas me hubieran lanzado una maldición.

—¿Y cómo sabes que con lo que usaste en tu pseudocorporem no pueden lanzarte un hechizo? —Anastasia se cruza de brazos

Suelto un suspiro y bajo las escaleras para acercarme a las dos, quienes estaban solo con mis camisas, recién me percato de que están sexys. Ser sobre protectoras, controladoras y mandonas les da un aire más caliente.

—Por que soy el vicerrector por algo Anastasia.

—No quiero la respuesta egocéntrica —Thalia se acerca a mi, y esa actitud hace que de un paso atrás —. ¿Cómo sabes que no te expusiste?

Sin preámbulo, me quito la remera y reveló mi tatuaje. La constelación de pegaso se hace visible en todo mi costado izquierdo, ambas quedan con la boca abierta, y no sé si es por el tatoo.

—El 6to... —Anastasia habla con más emoción —. Un hechicero... con la marca del 6to, y que sabe usar el pseudocorporem... eres uno en un millón.

—Lo sé... —Hablo mientra me tiro en el sofá —. Y gracias al 6to, sé que no dejé rastros, manejo el viento, los animales, los susurros...

—Y tú collar de colmillo —Thalia habla también con emoción —. Es el colmillo del 6to. Lo tienes para cuidarlo.

—Sí, soy el guardián de los cerros, y está prohibido revelar que mi collar es uno de los colmillos del 6to.

Las chicas afirman y quedan mirandome, esta vez con más admiración que otra cosa.

—Ahora... echa el chisme —Anastasia habla divertida —. ¿Le diste una paliza a Daniel?

—No era mi intención... pero cuando saco a la luz algo sobre Thalia, no lo pude evitar.

Thalia se sonroja de inmediato, y Anastasia la mira con algo de burla, esa chica ama incomodar a la gente, no sé por qué.

—Bien... y cual es la razón por la que fuiste por Daniel en primer lugar —La Gianti pregunta algo incomoda.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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