Los secretos de La Colmena

Urgencias


 


—¿Es seguro? —pregunto a Cariem mientras miro de frente a la ruta.

—Lo es Arikú, no me cuestiones... sí, Thalia está débil. Pero creemos que va a aguantar. Ahora ¿Cómo carajos me vas a contar lo que pasa si no me lo quieres decir por teléfono? Y tampoco piensas venir.

—No puedo ir, porque debo llevar a Luriel al bosque de los espíritus...

—¿Y eso?

Solei me ofrece una mirada antes de girar una curva, se ve sexy manejando. <<Enfocate, Orkias>>

—Elsa habló con Luriel, larga historia, el punto es que estamos yendo al castillo del cerro, me llevo a los chicos, y necesito que me des nombres de marcados por el tercero y el cuarto que ya manejen sus poderes a la perfección.

—Mmmm —Cariem suena alterado, claro, el nombre de Elsa aún juega en su mente —. Bien, ya que vas al bosque puedo deducir que al fin presentarás ante los reyes a los niños...

>>Puedo recomendarte a... Juanjo y y a Arand pero Juanjo tiene la marca del 7mo y Arand protege al castillo y no podemos exponernos a ese peligro ahora... Yara y Gerardo. Son los que están mejor y tienen un buen vínculo con sus marcas.

—¿Seguro? Apenas van en segundo año.

—Sin lugar a dudas, a pesar de estar en segundo su nivel de dominio es excelente, entrenan bastante, y actualmente dirigen a sus marcados.

—Bien, serán ellos entonces. ¿Si Arand Protege al castillo Zunú también?

—Así es, para abrir el portal al bosque puedes llevar a Katú, a Ndusú... pero no dejes a Luriel aun dirigir la entrada, a penas va iniciando, no domina bien su marca con el primero.

—Ok, gracias Cariem, si logran terminar bien lo de hoy, espero contar con ustedes en La Colmena mañana, ya no podemos estar lejos de casa, nos estamos exponiendo cada vez más.

—Sí, Arikú, espero que todo salga bien por aquí, hablamos luego, tengo cosas que solucionar ahora.

—Nos vemos amigo.

—Igualdad y respeto.

—En cuerpo y alma.

Corto la llamada y me encargo de mirar a Luriel quien está con su celular escribiendo. El reflejo de la pantalla muestra a un chico serio, parece enojado, frustrado, sobre cargado.

—¿Estás bien niño?

—No... —dice sin mirarme —. Estoy preocupado, Iracema no me contesta, ni Juanjo, ni Gustavo...

—Tranquilo —habla Solei mirando desde el retrovisor —. Son las seis de la tarde hijo, deben estar entrenando, es hora después de todo.

—Sí, cierto...

—Detente en la próxima estación de servicio —digo a Solei poniendo miano sobre su regazo —: Es hora de cambiar, ya condujiste bastante.

—Ok... —responde con una sonrisa, y que hermosa es la madre de mis futuros hijos.

Luriel vuelve a mirar su celular, luego del la merienda con sus abuelos estaba más tranquilo, aunque se armó tremenda pelea entre él y su padre al enterarse que todos los Gianti están bajo un escudo y su madre no.

Fue un escándalo, pero cuando me escuchó sobre la protección que tengo sobre ella se tranquilizó. De todas maneras, no pudo continuar con sus reclamos porque Hiza apareció en escena.

La chica no recordaba nada, Mortel se encargó de borrarle los recuerdos, por sobre todo el hecho de que tuvo que realizarse un corte en la mano para poder escapar del ataque de los mata abejas.

La protección que hizo la abuela de Luriel fue lo que permitió ese escape casi de película.

El auto se detiene, tal cómo pedí, Solei aparcó en una estación de servicio.

Bajamos del auto, aguardo a que ella llegue hasta la puerta del lado del acompañante y cuando sube le abrocho el cinturón, dejando un beso en su frente, cierro la puerta y volteo para subir.

Pero la puerta de Luriel se abre y el chico sale del auto mirando a un punto delante nuestro.

Acompaño la mirada del chico, para que ambos quedemos en posición de guardia.

—Hola, hola... —saluda una voz familiar.

Alelí, esa viuda negra, estaba acompañada de otras 5 personas quienes la rodeaban.

Luriel mira a la estación de servicio en donde estaban quizás unas 10 personas entre los que trabajan allí y clientes.

—No te preocupes por esas personas —Aseguro al chico —. Es muy probable que ya tengan gotas en su interior.

Me separo del auto y hago un gesto a Solei para que ni se le ocurra salir.

Luriel camina hasta el frente del auto y se queda parado a mi lado, Aleli y sus secuaces solo están delante observando.

—Sea lo que sea que piensas hacer Luriel, no lo hagas aún —ordeno al chico —: si están en un lugar tan visible es por que tienen alguna ventaja.

—Llamemos al 7mo... —me observa y reconozco esa mirada cargada de venganza y sangre.

—No... aún. Deja que se equivoque dando el primer paso.

—¡Miren que bonita familia la que encontramos por el camino! —Aleli camina hacia nosotros, el cuero de su ropa brilla bajo la tenue luz del albrado.

—¡Tanto tiempo Araña! —Luriel habla apretando sus manos en puños —. Muy valiente de tu parte venir aquí cuando sabes que nos gustan comer viudas negras, son muy crujientes.

—Escuchen esa boca insolente, ponle correa a tu cachorro Orkias... —Aleli agita su mano derecha y de esta sale una especie de aguijón largo, brillante y negro, ¿Peligro? Por supuesto, esa cosa debe tener veneno.

—¿Vienes a buscar a la muerte Aleli? —amenazo al ver que nos rodean, extiemdo mi mano para que Luriel siga quieto.

Tal como lo predije, las personas de la estación de servicio se trasforman y ahora son horribles y apestosas gotas.

—No, es temporada de exterminar abejas, querido...

Cuando Aleli dijo esto, bajo mi mano como gesto para que Luriel ataque, yo hago lo mismo, evitando a toda costa que se acerquen al auto.

Las arañas se trasforman en esas cosas horribles de patas largas e intentan acertarnos con el ácido que escupen de su boca, Aleli por el contrario se mantuvo en su forma humana, y sólo intenta acercarse a Luriel.

Recibo el ataque de una de las gotas que me empuja contra un bote de basura, y por ello unas cuantas latas de cerveza caen en mi ropa.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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