—¡Cariem! —Exclamo con la garganta desgarrada.
Corro hasta él, mis manos tiemblan y mi cabeza da vueltas al ver que la sangre se comienza a acumular como charcho alrededor de su cuerpo.
—¡Dime que vas a estar bien!
Él está inconcluso, lo que significa que es el verdadero, y que no le dio tiempo de hacer más nada que intercambiar su cuerpo con el mio para evitar que Coral obtenga mi sangre.
—¡Hostibus dispergat! —Escucho la voz de Thalia hablar.
El tercero apareció en escena y muchos espíritus vestidos en prendas de oro, los cazadores comenzaron a gritar su retirada y se dispersaron en cuanto los espíritus de Thalia atacaron.
La polvareda se alzó tan alto que solo puedo ver a Cariem porque lo tengo entre mis brazos, su sangre se siente calida en mi piel, y la fuerza de mis manos no da para sostener y evitar que siga sangrando.
—¡No puedes dejarnos, Cariem! —replico mientras siento como si alma se va apagando de apoco.
<<Vamos Anastasia, no te puede nublar el shock>>
Separo mi mano del abdomen de Cariem, e intento respirar para tranquilizarme, observo mis dedos y respiro.
<<Despacio, que estamos apurados, no hay calidad a errores>>
La voz de Mortel viene impregnada en esa cita, y siempre que estoy en una situación apremiante es la que me da confianza.
<<No uses este hechizo, si no es necesario, tú no eres bruja Ario, pero eso no impide que puedas salvarte o salvar usando uno>>
—A manu servi —las palabras salen apenas de mi cabeza, y mi mano comienzo a sentirse caliente, otras manos rodearon la mía, unas blancas, y frías, que causaban una loca sensación, porque el calor se apoderaba de tanto en tanto de mi piel.
—Del Tapekué nos traes —me susurran unas voces —. Pero él está por viajar, si no cierran la herida, nosotros no lo podemos sostener por mucho tiempo.
Llevamos el manojo de manos a la herida y de ella la sangre comenzó a salir más lentamente pero no a detenerse.
—Eju Mainó... —Mi espíritu guerrero aparece en su forma humana, tiene varias heridas, pero esta presto a cumplir mis órdenes —. ¡Thalia!
Es lo único que logro articular, mi fuerza se va disminuyendo, no voy a poder sostener por mucho tiempo el hechizo.
Al segundo, que Mainó desaparece, escucho el canto desesperado de las almas en el Tapekué, y el perfume de flores podridas comenzó a invadir mi nariz.
—¡No! —gruño con rabia —¡No lo vas a llevar! —las palabras salen con furia.
Mortel me enseñó a distinguir el olor de la muerte, el olor a flores y agua, ese aroma que anuncia que están por arrancar el alma de un ser querido.
—¡Tereho Koagüi! —intento espantarla, pero el aroma sólo se hace más fuerte, yo no tengo el poder de las estrellas, a penas y soy una entrometida en el mundo de la hechicería, pero lo que aprendí con los originarios, es que estar alerta ayuda a que no se acerque el hacedor de almas —¡Tereho ha'e ndeve! —Exclamo de nuevo para que se aleje de Cariem.
Su respiración se siente leve, y cada segundo la piel se pone más fría, aunque he relentizado el fluido de la sangre no es suficiente.
—¡No seas así Cariem! Eres fuerte para todo, que no se te ocurra rendirte ahora.
El frío comienza a acoger mi cuerpo también, y mis ojos comenzaron a nublarse. Si Thalia no llega a tiempo...
—¿Anastasia, Cariem? —levanto la vista y veo a Josefina delante de mi, ella está rodeada de un aura lila intenso y tras ellas está la figura de un hombre vestido de negro, plata y oro —. ¿A los dos? —pregunta Josefina al hombre, y este mueve la cabeza de forma afirmativa. Los ojos verdes del caballero se fijan en mi.
—¡Josefina! Ni se te ocurra —La voz de Thalia suena en mi mente como si viniera de otro plano, como si no estuviera en donde estoy yo —¡Sé que estás aquí Ninfa! No los vas a llevar, no hoy.
—Bruja Auris... —susurra el hombre, su voz gruesa roza mis tímpanos con delicadeza y ni interior parece relajarse.
—¡Debo llevarlos al Tapekué! —Habla Josefina —. Yo no quiero, pero él me dice que deben ir.
—¡No! —Esta vez la voz de Thalia suena a mi lado sus manos se pasaron en mi espalda y una luz brillante ilumina el oscuro y frío lugar en el que me encontraba con Cariem —. No los van a llevar.
—¿Va a salvarlos? —susurra el hombre al oído de Jose
—Quiere saber si los vas a salvar.
—Por supuesto... —Thalia habla con la voz de comando, una que desconozco en ella.
Mi cuerpo vuelve a emitir calor, al igual que el de Cariem, escucho dd nuevo los latidos de mi corazón y el aire ingresa a mis pulmones, como si hace un buen tiempo estuviera sin respirar.
—Salvaslos tendrá un precio —habla el hombre y su cabello azabache brilla por la Luz que emana Thalia.
—¡A mi no me vas a engañar, muerte! —Thalia camina y se pone delante de mi, sus cabellos vuelan en el aire y una capa negra con detalles dorados cubren su espalda —: Josefina no los tocó, solo se da una ofrenda que cuando los tienes a medio camino, y resulta que sus almas siguen aquí, conmigo.
—Lista resultante ser, me hubiera gustado añadir tu ojo a mi colección. ¿Quién reveló tus saberes?
—La bruja que devolví a su tiempo.
—Verena... —Sonríe con picardía mientras mira sus dedos repletos de anillos —. Ahora entiendo por qué sabes tanto. Bien, eres libre bruja auris, llévate a los tuyos. Pero ten en cuenta que la próxima seré más rápido, y obtendré tu ojo en recompensa... o simplemente te deje sin meztinos.
—Veremos si tienes la suerte de tener una próxima vez.
El hombre se quita uno de los anillos de su dedo índice, lo sacude y este se tiñe de un rojo intenso.
Lo arroja en el aire y Thalia lo detiene con un simple gesto, no veo donde se lo coloca, solo observo el hecho de que lo hace.
—Vas ganando la primera Ronda.
—Créeme, cada que nos encontremos tus dedos quedarán desnudos.