Los secretos de La Colmena

Soy mejor que tú

Irina está delante de mi, sus compañeros parados uno de cada lado, el tatuaje de panal en el cuello resalta su bellos rostro y su piel blanca.

Los ojos de la abeja estaban en Anastasia quien esta tan ocupada ayudando a Cariem a atar unos guantes de cuero que de la visita.

—Estamos listos... —Irina me mira con casi odio, y yo con asco, aún recuerdo los mensajes que envió a Anastasia. 

—Nosotros también —hablo cuando voy hasta Ana y le ato los cordones de uno de los guantes mientras  Cariem termina de atar el otro.

Orkias se pone en medio de los seis, y se lleva las manos a los bolsillos, el también ya está listo.

—Entremos —Dice soltando un suspiro. Se acomoda la corbata y al dar un aplauso comienza a caminar.

Mamá no acompaña esta vez, le han pedido extrema precaución, porque los viajes al bosque de los espíritus la han agotado y aún está en meses en los que se debe cuidar mucho.

Las puertas del internado se abren, y mi primer instinto es llevar las manos a la nariz, al igual que Anastasia y Cariem.

Los demás voltean a mirarnos extrañados.

—¿Me van a decir que no huelen eso? Es asqueroso —afirmo —, parece huevo podrido y flores de cementerio.

—Confirmo —habla Anastasia en lo que ingresamos al gran salón. Cariem nos pasa tapabocas a mi y a Anastasia, en lo que Irina, Fernando y Mateus también se colocan una mascarilla.

—Vamos a hacer el mismo intento de humear el lugar hasta conseguir que encontremos en lugar en el que hayan plantado el objeto de transición —Orkias se para en el centro mientras Irina nos apunta a cada uno nuestra posición.

—¿Me extrañaste? —Susurra Anastasia cuando está pasa a un costado de ella. La rubia sólo la mira con indiferencia y se encoge los hombros, como si el amor de su vida le diera igual —. Thalia, ven a mi lado —Sin dudar voy hasta ella, y clavo mis ojos en los suyos. —. Mateus, —Hace los signos de lengua de señas para que se novio la entienda —Empieza...

El joven arroja el gas y el humo sale disparado en todas las direcciones, yo no necesito más, al segundo de que el humo salió despedido, lo sentí.

—¡Anastasia, Cariem! Hacia la biblioteca —ordeno.

—No he terminado la invocación —Irina me habla con enojo, yo me encojo los hombros y camino hacia donde mi intuición me dicta —. ¡No te comportes como sangrona! Esta no es una carrera.

—Lo es, para mi Irina, y yo no voy a perder ni un segundo más.

—¡Vas a arruinar esto!

—¿Apostamos?

Me volteo y salgo corriendo junto a mis compañeros, a los pocos segundos escucho los pasos de Irina siguiendome.

El humo comienza a condenarse y a entrar en uno de los pilares cerca de la puerta de la biblioteca.

Los muros comienzan a bañarse de sangre y los espíritus a sufrir las penurias de la maldición que este objeto derrama sobre todo lo que hay aquí.

Orkia también llega, yo volteo a verlo cuando él apunta el sitio en el que siento las almas putridas salir.

—¡Las brujas malditas ya vienen! —advierte Orkias cuando une sus manos e invoca a Aratirí, a continuación, nos rodea de una burbuja de proyección, yo rio, porque que no lo necesito.

—¿Estás segura bebé? —pregunta Anastasia al ver que me preparo para salir de la burbuja.

—Más que segura... corazón.

Con el rabillo del ojo veo a Irina quien tiene más manos apretadas en puños.

Salgo de la burbuja, y coloco mi mano sobre la lámina de oro, ante mi tacto el metal reacciona y se mezcla en mi piel brindadome luz del lugar.

—Eju... Ypaka'a —invoco a mi espíritu y este aparece en su forma animal. El ave se posa en mi hombro y suelta un graznido.

—¿En que te ayudo Bruja Auris?

—¿Ya no soy solo Thalia?

—No... no faltamos al respeto a alguien de tan alto rango como tú...

Acaricio la cabeza de mi espíritu, en señal de agradecimiento.

—¿Ves el objeto de transición? —pregunto cuando ya escucho la risa de las brujas malditas.

—Mmmm —el ave se para sobre mi cabeza, y se mueve allí, como si buscara agudizar la vista.

En lo que ella hace su labor, escucho las voces de los que están en la burbuja, gritan mi nombre, pero no hacia falta la advertencia, ya lo había sentido.

Levanto mi brazo izquierdo y volteo levemente, sin ánimos de usar mucho esfuerzo, abro mi mano y a la ola de sangre que intenta emboscarme, le disparo un haz de luz, logrando que todo el líquido se evapore en el aire.

—Sea quien sea... —advierto —pierde el tiempo, soy mucho mejor que tú... y créeme cuando te digo que voy a destruir tu objeto maldito.

En el momento en que terminé de hablar, la sangre se juntó en un punto y el rostro de un hombre se formó.

—Pobre destereado... —Hablo observando al anciano —. Condenado a envejercer y morir sin esperanzas de llevar su alma por el Tapekué.

—¿Qué te crees Mocosa insolente? —dice él riendo —. Por ser una Gianti, por tener el poder de una Auris no significa que seas mejor que yo... Marilla pudo haber fallado la vez pasada pero esta vez...

—Lo encontré —habla Ypaka'a picoteando el sitio, Irina sale también de la burbuja, y sin mediar palabras de un puñetazo rompe el sitio que mi espíritu señala.

—Tú discurso me aburre viejito, espero que la próxima hables menos y actúes más... Tatachiná, rehapy, chupe.

Cuando menciono las palabras el fuego consumió la sangre, el grito agudo del anciano se mezcla con el lamento de la brujas malditas.

—Hablador... —susurro.

Giro hacia Irina, quien ya tiene en sus manos el objeto de transición, es una bolígrafo, o le dieron forma de un bolígrafo.

—Voy a destruirlo, aléjate —ordena Irina, pero le hago un gesto para detenerla —. ¿Qué te pasa? Tu no puedes tocarlo.

—No lo voy a tocar... solo quiero ver. —anunció arrodilladome a lado del objeto.

Paso mano sobre el bolígrafo y mi cabeza se llena de imágenes del intercolegial, veo a mi hermano pasar por el pasillo, a Aleli espiar a las personas... y finalmente a la autora de dejar el objeto aquí: La periodista, Danae.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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