Llegamos a la gran inauguración luego de haber dejado nuestras cosas en el hotel, hay demasiados colegios, mucha gente, al parecer este evento fue preparado y planeado para que sea lo que sea que ocurra o pase desapercibido o sea muy notorio.
¡Malditos mata abejas!
—¿Crees que lo podremos hacer? —la voz de Gustavo se filtra en mi auricular —. Esto parece la cacería del conejo, siento que estamos rodeados de perros.
—Los perros de cacería somos nosotros Guss —respondo mientras miro mi reloj, acaban de dar la 10:00 en punto, en teoría la hora en que inicia el primer partido de futbol del evento, y los equipos son nada más y nada menos que La Colmena versus el Saint Carls.
Las expectativas de lo estudiantes estaban por los cielos, como si fuera la maldita copa de un mundial. Mientras la algarabía los tomaba por completo, las abejas nos movíamos con cuidado en medio de ellos, dejando rastreadores y guías de protección para los nuestros. Las miradas que se cruzaban entre los miembros de La Colmena nos da el aviso de si estamos bien, inseguros o en alerta.
—¡Hey pero miren a quien tenemos aquí! —La voz de Jorge me sobre salta, volteo hacia él y dibujo una sonrisa en mi rostro, aún no sé si puedo confiar en él —: Juan José Del Valle, el rey de las ocurrencias.
—No me gusta el apodo —digo riendo y estrechando su mano, con él estaba Betania y Sara, quienes asaltan mi persona con un abrazo doble, yo acepto gustoso —. ¡Parece que me extrañaron!
—Un montón —dice Betania —, ¿Y Guss? ¿Y el tonto de Luriel? —mira en todas las direcciones.
—Guss está recorriendo por...
—Estoy hacia la cancha de Fútbol... —susurra en mi auricular.
—Hacia la cancha de Fútbol —repito a mi acompañantes —. Y Luriel esta de viaje, realmente todo un grupo de compañeros y profesores esta de viaje.
Los tres intercambiaron una mirada de decepción, y no sé cómo leer el momento, así que simplemente pregunto.
—¿Qué? ¿Qué pasó?
—A Jazmín se le romperá el corazón... estaba muy entusiasmada con volver a ver a Luriel. —Jorge hace una mueca al decirlo.
—Ya estaba con el corazón roto luego de ver a Luriel con Iracema —Agrega Sara —. Pero bueno, yo no se lo pienso contar, espero que se pegue con la realidad sólita.
—O que se encuentre con Juanjo antes que con nosotros —Agrega Jorge haciendo un ademán muy propio de él.
Yo solo aprieto mis labios y finjo que me causa gracia la situación, aunque en realidad estoy observando a Mónica quien se está yendo a comprar algo del puesto de comidas.
—La verdad espero no ser yo quien se lo diga... bien chicos, debo ir junto a mi amiga, olvidé decirle algo importante... ¿Nos vemos luego y nos ponemos al día? ¿Caballero? ¿Damas?
—Por supuesto cari —Jorge chasquea la lengua y las chicas vuelven a abrazarme.
—Nos vemos luego bebé —dice Betania, y me quedo con el coqueteo por lo que le guiño un ojo mientras me retiro.
Al llegar a la cabina veo que Mónica acaba de pagar por una botella se agua, la está por destapar, pero la agarro de la muñeca, ella se sobresalta y el susto se refleja en sus ojos.
—¿Qué piensas que haces? —pregunto a la chica.
—Ohoooo —escucho a Guss en el auricular —. Tranquilo, te estoy viendo desde la grada, la dama se ve aterrada.
—¿Quién te crees para tomarme de la muñeca así? —pregunta Mónica, con algo de enojo.
—La chica tiene agallas —Gustavo se burla.
Me retiro el auricular y lo guardo en el bolsillo para que deje de joderme, sin soltar la muñeca de Monica le quito la botella de agua y simuló que solo la estoy tomando de la mano y le ofrezco una sonrisa falsa.
— ¿Qué se supone que estás haciendo? —digo a su oído.
—Intentando tomar agua. Pero un idiota me quitó la botella, ¿Me estás coqueteando Juanjo?
—¿No trajiste tu agua del hotel? ¿Qué parte de permanecer en alerta y tener cuidado no he quedó claro?
—¡Es solo agua embotellada! —exclama algo fuerte y la gente comienza a observarnos.
—¿Está todo bien? —pregunta un joven de ojos verdes y cabello negro a Mónica.
Ella se suelta de mi agarre para tomar mi mano y entrelazar nuestros dedos, le ofrece una sonrisa al joven y con amabilidad contesta:
—Sí, pasa que mi novio es un poco raro, ya sabes cree en el microplastico y que mato a una tortuga comprando la botella.
—Alguien debe ocuparse del medio ambiente... —digo mientras relajo mi mandíbula.
—Entiendo, la verdad que comparto con el chico, solo me llamó la atención tu reacción, ¿no ocurre nada más?
—Nada más, peleas un poco inusuales de pareja. —completa Mónica.
El chico solo sonríe y se retira. Suelto con rapidez la mano de la chica y cuando eso pasa la tomó del ante brazo y la llevo en un pasillo ubicado entre los edificios del colegio. Alzo la botella a la altura de sus ojos y se lo muestro.
—¿Ves? O debo ponerte anteojos
Mónica queda con la boca abierta al ver las partículas blancas flotando en el líquido, levanto una ceja y ella no sabe que decir.
—No tenía idea...
—¡Me doy cuenta! Cómo mucho de lo que estás haciendo Mónica...esto no es un juego... si te digo ten cuidado, lo tienes.
Pongo la botella en sus manos y me dispongo a retirarme, cuando la vuelvo a escuchar hablar.
—¡Puedes simplemente decir eso mismo sin actuar como un puto gorila!
—¡No! —volteo con enojo —. Porque ya me doy cuenta que vas a ser un dolor en el trasero todo el tiempo que dure esto y ya estoy harto, y ni hemos empezado.
>>Y me niego a estar como maestro de primaria tras de ti.
—¿Te niegas a hacerlo y es justamente eso lo que haces? Haz el favor y se coherente con tus palabras, Del Valle.
Solo suelto aire y pongo los ojos en blanco en lo que camino y vuelvo a ponerme el auricular.
—¡¿Qué carajos fue eso perro?! —Gus pregunta con asombro.
—Un arranque de estupidez, pero no volverá a pasar, lo prometo.
—¿Te descontrolaste? Juanjo el sereno se hizo de impulsos, eso sí es muy raro.