Los secretos de La Colmena

El rompe huesos


 


Cenit está en posición de ataque, Mbarakaya acaba de regresar, está vez en su forma humana, es un joven moreno delicado y alto, con los músculos marcados y la cara pintada con rayas negras.

—No hay fisuras en el domo. —informa Mbarakaya —. Tampoco las pude hacer, pero logré que un espíritu libre vaya a entregar el mensaje de nuestra ubicación. 

—Bien, gracias Mbarakaya —dice la chica mientras yo fijo mi mirada en los captores de Mónica y Amarú.

Daneb y Ragel están jugando con una especie de hacha cerca de la cabeza de nuestros compañeros, riendo por la expresión de ambos.

—Mira estas abejitas tan tiernas y jóvenes, a diferencia de los ancianos que matamos ayer, hoy tenemos larvas... ds igual, lo importante es divertirse —dice Ragel tomando el rostro de Mónica y esto me causa cólera, tengo ganas de ir directo a arremeter contra él.

—Quieto Juanjo, nos quieren alterar —dice Cenit en lo que se pone sus guantes.

—Pues lo han logrado —digo girando de nuevo mi arma en mis manos.

—Deja que ellos ataquen primero... recuerda.

—Bien...

Respiro profundo, y fijo mis ojos en el par. Daneb invocó a una gran serpiente negra bajo la cabeza de mis compañeros y esta se mueve intentando morderlos pero no los alcanza, o mejor dicho, la invocación de protección evita que la serpiente logre llegar a ellos.

—Mmmmmm  —Daneb comienza a girar a Mónica y pasa su mano en su cuerpo, como buscando algo —. Hay un objeto que  causa evita que la serpiente les inyecte veneno...

—¡Deja de manosearla! —grito con fuerza y todos tienen sus ojos en mi.

—¡Juanjo! —Cenit intenta que me detenga, pero estoy harto, voy directo al par de mata abejas, Daneb y Ragel no dudan y venir a mi.

Giro mi arma en el aire y voy contra el cuerpo de ambos, logro golpear a Ragel, pero al costo de recibir una herida en el brazo, Cenit no tuvo de otra más que unirse a la batalla, ambos atacaban sin piedad, yo sólo quería hacer tiempo para que panambí logre liberar a Mónica y a Amarú, así que no me importa recibir unos ataques. 

Sin embargo, Daneb se da cuenta de mi jugada, me ofrece una risa de esas que saben que son psicópatas, toma las cadenas que rodean sus brazos y me los arroja para ir por Panambí, el peso de las cadenas me llevan unos metros atrás, pero logro detenerme e ir tras Daneb. 

Él no duda en golpear a mi espíritu que termina en el suelo varios metros lejos de mis compañeros, y sé que sólo desperté la ira del mata abeja, quién de su bolsillo quita una cuerda y no duda en rodear el cuello de Mónica y Amarú con ella, me freno de golpe al ver que la serpiente ahora viene por mi, y al ver el rostro de mis soldados lleno de desesperación. 

—Un paso más Juanjo y tus amigos mueren ahora mismo... asfixiados —dice con disfrute —. Y no tienes idea de cómo me excita la idea de dejar sin aire, y que mueran cargados de desesperación porque el aire no ingresa en ellos. 

—Te vas a arrepentir, Daneb.

Escucho el grito de Cenit, Ragel la hirió en el brazo derecho y la chica cayó al suelo, Ragel la pateó y cuando toda ella estaba en el suelo apretó las suelas de sus zapatos contra su estómago. 

—No, el que parece que se va a arrepentir eres tú, Juanjo...

—¿La mato? —pregunta Ragel apoyando una espada que acaba de invocar, sobre el cuello de Cenit. 

—¡Por favor! —pide Daneb —, así enseñamos modeles a nuestros amigos abejas. 

Daneb apretó con más fuerza la cuerda contra el cuello de Mónica y de Amarú, eso elevaba mi enojó al mil, debía trazar con cuidado mi plan. Por suerte Mbarakayá ayudó a Cenit atacando a Ragel y eso me dio el tiempo suficiente para realizar mi invocación. 

—Che, rohapyta... —digo extendiendo mis manos hacia la serpiente, y así como afirmé en mi invocación, el fuego rodeó al animal, que comenzó a retorcerse y emitir un chillido de miedo, entre un grito y un lamento.

Miré con sorpresa la escena, no era lo que esperaba, alcé mis ojos hasta Daneb quien me ofrecía una sonrisa de triunfo. 

—Son las almas del tapekué... ¡Ustedes las están robando! —acuso y el chico ríe de forma desquiciada. 

—Robando, no, a mi me lo traen, yo las uso, espíritus muertos, son tan fácil de sacrificar y eliminar, ¿sabias que ahora que la volviste a matar, nunca más volverá al tapekué?

Volvió a apretar la cuerda, y Mónica comenzó a toser. Yo estoy demasiado enojado como para pensar en mi seguridad, este par de mata abejas son un asco, y un estorbo para todo el panal, no puedo dejar que sigan vivos. 

—Y ahora, este par también morirán —dice —. ¿Me pregunto si se convertirán en almas en pena? o irán al Tapekué. 

—Ellos no van a morir hoy... te aseguro que el qué más cerca de ver a la muerte serás tú. 

Daneb se burla y vuelve a reir. pero para su mala suerte, yo no estoy bromeando. 

Abro mis brazos, y si bien es cierto no puedo invocar espíritus en este lugar más que a Panambí, si puedo invocar a los seres vivos que estén aquí, gracias al favor del tercero, y resulta que estamos bajo la regencia de Orion, así que puedo usar sus poderes. 

—Pe jokó chupe... —pido a las plantas del lugar.

Las enredaderas que colgaban los árboles comienzan a correr hasta Daneb, y las raíces de los árboles salieron del suelo, lo rodearon, obligando a que soltara la cuerda, lo estiraron hacia el bosque, lejos de la vista de mis compañeros, Panambí no dudó en venir a ayudar a Mónica y Amarú, yo caminé hacia el cuerpo de mi presa.

—¡Juanjo! —me habla Cenit quién aún está luchando contra Ragel —¡No lo hagas!

—Lo siento, pero me dieron una directriz, y lo voy a cumplir. 

Me pierdo entre las hojas del boque, la luz del sol apenas entraba, miré a Danab quién intenta huir, pero no podía. 

—¿Qué vas a hacer abejita? ¿Cubrirme de miel? —pregunta riendo y luchando por salir del agarre de las plantas. 

Sin intercambiar palabras, lo golpéo con mi yvyrá akambaguá y sus gritos comienzan a salir, golpeo con tanta fuerza su cuerpo que de sus labios comienzan a salir gotas de sangre, y escucho el crugir de sus huesos. 



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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