Los secretos de La Colmena

Empeorar

Mi pulso está acelerado, mi respiración agitada, tanto que los jadeos se escapan de mis labios, los dedos de Irina son suaves y ágiles, mientras que su boca es fuerte, al igual que su lengua, la cual se pasea en la cima de mis pechos.

La piel de la chica rozaba con la mía, mi interior sentía explotar cada vez que ella hacía algo nuevo, porque lo disfruto tanto.

En un movimiento hace que yo quede sobre ella, me estira del cuello con violencia para arremeter un beso muy fogoso, para que mentir, me gusta su intensidad. Mi cuerpo está tan dominado por el placer que instintivamente se mueve buscando generar presión en aquellos puntos de gloria.

—Bien, Cenit... —dice contra mis labios mientras acomoda mis piernas para que quedemos enredadas —. Esto es lo que más me gusta de estar con una chica —dice entre gemidos.

Ambas nos movíamos buscando más calor, más goce, y aunque en el fondo de mi cabeza algo me dice que no debería estar aquí, ignoro las alarmas, y me dejo llevar por la satisfacción que me genera el roce de su cuerpo.

—¡Joder! —grita Irina y eso hace que saboree mejor el momento —. Sigue ese ritmo Cenit, ufff... ¡Mierda! ¡mierda! ¡mierda!

Exclamó, yo tiré la cabeza para atrás, también creí haber llegado al cielo con lo que acabamos de hacer. Pero hoy, creo que estoy aprendiendo demasiadas cosas de mi propio cuerpo, que no tenía idea podía hacer por mi.

Cuando estaba segura, por mi respiración agitada, de que yo había llegado al clímax, Irina, me hizo saber que apenas estaba de subida en la montaña rusa.

Se colocó sobre mi, dándome también acceso a ella. Su lengua no dejaba de moverse, y de tanto en tanto una leve succión me hacía detener lo que yo hacía con ella, intentaba imitar su ritmo, pero es imposible.

—¡Ay! —dice extasiada en lujuria —. Esto te va a encantar. Tú, no pares.

Obedezco, continuo con lo mio, y de la nada sentí un leve pinchazo,  las manos de Irina rodearon mis muslos y enterró su rostro en medio de mi. Y al fin, mi cuerpo se sacudió, esto era la gloria, la verdadera gloria.

Irina se reincorpora, me observa con triunfo y yo no tengo fuerza alguna para nada más. Volteo, poniéndome boca abajo, tengo ganas de echarme una siesta.

De repente siento los dedos de Irina sobre mi espalda, sé que está viendo el tatuaje de la Cruz del sur.

—¿Te gustó? —pregunta con el ego rebosado.

—¡Puta, madre! La mejor experiencia de la vida.

—Pude notar... que no has estado con un chico...

La afirmación provocó que me siente de inmediato.

—Pero también note que saber jugar...

Irina se levanta y va en dirección al baño, yo la sigo con la mirada, tomó mi vestido y también me pongo de pie.

—He tenido la oportunidad de... jugar como dices, pero, Zunú y yo nunca pasamos a más...

—Mmmm, se entiende.

Las palabras de Irina hicieron eco en mi cabeza. Si algo se identificar en las personas es su tono de manipulación, e Irina lo estaba usando ahora conmigo, decidí llevarme y hacerme la tonta.

—¿Se entiende que Zunú y yo no hayamos hecho nada?

—No, no es lo que quería decir, no me hagas caso, ¿Quieres ducharte?

—Actúas muy bien, Irina —digo cargando mis pulmones para evitar gritar.

—Y tú... muy perceptiva...

—¿Lo tenías planeado? ¿Todo esto?

—No, la verdad... solo, surgió, tu preguntaste y yo ayudé.

—Pero querías llegar a este punto, verdad ¿Hablar de Zunú?

—Sí... —dice encogiendo los hombros.

—¿Por qué?

—Para contarte que los Ario son unos malditos mentirosos, son basura...

Retrocedo un paso, y sé que lo que Irina suelte de su boca me va a doler, pero también sé que habla desde el odio y debo tomarlo con pinza.

—¿Por?

—Ay, Cenit... ¿no lo ves? Te ha jugado tanto, que ni te enteras que Zunú te usó de pantalla para ocultar su sexualidad.

—¡¿Qué?! —pregunto parpadeando varias veces, el estómago se me estruja y siento la lengua endurecerse.

—Zunú es gay, claro que yo lo sabía por Anastasia. Cada que lo veía solo me decía, ¡Qué excelente actor es! Pero sabes ¿cuál es la peor parte Cenit?

Las lágrimas brotan de mis ojos, intento que no me afecte, intento creer que es mentira, pero no, Irina dice la verdad.

—Ha estado con Itae...

—¿Por qué me lo dices Irina? ¿Qué quieres que haga con esto?

—Nada...

—¡Mientes! Deja de ser una manipuladora y dilo, ¿Por qué me lo dices ahora? ¿Qué ganas con esto?

—Tu enojo... quiero que lo odies.

—¡Estás loca! —gritó intentando escapar, pero ella toma de mi muñeca y me presiona contra la pared. Mi cuerpo no entiende que esto no le debería generar placer.

—Sí, lo estoy, pero loca o no —pasa su lengua sobre mi cuello —: Disfrutas de mi, como yo de ti.

—Basta... —ordeno y la empujo —. No voy a odiar a Itae y Zunú aunque se hayan revolcado, me duele, me enoja, sí, pero la única que se está ganando mi odio eres tú.

—Sabes que estas furiosa, y que ese dolor querrá transformarse en venganza. Lo quieras o no.

—No soy tú, Irina.

Salgo de la habitación, cierro la puerta con fuerza y camino enojada hacia mi cuarto, por su puesto, Irina ¡tiene razón estoy furiosa!

Seco las lágrimas con rabia, lo único que quiero ahora es prender un cigarrillo y beber, mientras mi mente comienza a ordenarse.

—Cenit —me llama Itae, y esto solo me confirmando la ley de Murphy —¿Viste a Zunú? No contesta mis llamadas.

Volteo hacia él, su rostro se transforma al ver mis lágrimas y mi expresión de enojo.

—¿Estás bien?

—¡De maravilla! ¡mejor amigo!

—Lo sabes...

—¡Puta! ¡joder! ¿Es todo lo que me vas a decir Itae...? ¡Claro! Es todo lo que me vas a decir que puedo esperar.

Las personas que pasan en el pasillo no disimulan sus miradas, y en verdad intento no hacer un escándalo.

—Cenit...

—¡Qué harta me tienen intentando calmarme pronunciando mi nombre! ¡Vete a la puta! No me hables.



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En el texto hay: amor, magia, guerra

Editado: 14.06.2021

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