Los secretos de la esclava

4. Los sellos

Tessia - Mansión del duque

Mientras hacía revisión de los papeles sobre su escritorio, Cédric no dejaba de pensar en todo lo que Mare les había revelado, y de la mano iba el diagnóstico que le dio Eleanor luego de analizar el cuerpo de Mare y su flujo de maná; por más que recordara, nunca había encontrado un esclavo que fuera sometido a ese tipo de cosas, había algo más oscuro detrás de todo esto.

Sus pensamientos estaban provocando que su concentración se fuera más allá de los papeles, y fue cuando una nueva pila de documentos aterrizó sobre su cabeza, haciéndolo reaccionar. Cédric se encontró con los ojos indiferentes de Noah, y luego pasó a hacer una mueca por la osadía que tuvo el azabache de golpearlo, ¿qué clase de costumbre había adquirido aquella persona que consideraba hasta como un hermano menor?

—Tú... ¿desde cuándo te has vuelto tan grosero conmigo? —preguntó mientras le quitaba los papeles de la mano, y frunció el ceño porque el contrario ni siquiera reaccionó.

—Yo no lo considero una grosería, pero digamos que todo dio inicio desde la primera estupidez que quisiste cometer en la vida.

—Noah... tú de verdad...

¡Perplejo quedó! Ahora Noah le quitó los papeles que estaba revisando antes de que este siquiera entrara a la oficina; Cédric ni hacía ni una sola expresión, sólo se quedó mirando a Noah, y en el proceso una vena comenzó a palpitar en su sien.

Eleanor tocó la puerta un par de veces, era una costumbre que tenía a pesar de ser la esposa del señor de la mansión, pero por suerte Cédric nunca le dijo algo al respecto; le pareció extraño no recibir una respuesta, pero luego de escuchar unos ruidos dentro de la oficina, no tardó en suspirar y entrar, encontrando la escena de dos hombres "adultos" tratando de aplicarse mutuamente una especie de estrangulamiento.

—M-muchachos... ¿q-qué están haciendo?

—... señora Eleanor, ¡ah!

Ahora era Noah el que miraba feo a Cédric después de terminar en el suelo; el pelirrojo se veía sonriente y muy satisfecho antes de acercarse a Eleanor con total naturalidad.

—Buenos días, Eleanor, ¿hay alguna noticia sobre Mare? —preguntó sonriente e ignorando por completo a Noah.

—... y-yo... haré de cuenta que no vi n-nada de esto —dijo, refiriéndose al reciente conflicto de los otros dos presentes antes de sentarse en el sofá—. Justo ahora, Mare continúa descansando en su habitación, teniendo en cuenta las posibles horas que pasó sin dormir, posiblemente no despierte hasta mañana, así que lo que falte de la revisión esperará, pero creo que ya sabemos lo más importante.

—... los sellos...

Noah finalmente se puso de pie para escuchar con más atención lo que pasaba; Cédric ya lo había puesto al tanto de todo, sólo faltaba saber cómo iba a enfrentar el problema. El pelirrojo volvió a su mirada pensativa, recordando las reacciones de Mare mientras les describía todo lo que había pasado por años por medio de la tinta y el papel.

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Tanto Cédric como Eleanor se mostraron muy pacientes mientras la peliazul escribía sin cansancio; aún no sabían la razón, pero tenían el presentimiento mutuo de que con esto sabrían por qué motivo ella no les decía ni una palabra a ambos. No fueron más allá de diez minutos, no parecía que ella quisiera contar toda su historia, mas la veían borrar y volver a escribir palabras, siguió el mismo patrón hasta que la vieron levantándose finalmente; Cédric fue el que recibió aquellas palabras.

Anteriormente no estaba segura de poder confiar en alguno de ustedes, incluso ahora me cuesta creer que de un momento a otro apareció alguien de forma milagrosa dispuesto a regalarme la libertad sin querer recibir nada a cambio; todo esto se debe a que he pasado muchos años bajo la sombra del maltrato y la esclavitud.

Desde que tengo memoria he sido vendida entre varios nobles una y otra vez, algunos teniendo intenciones más oscuras a medida de que iba cumpliendo años; honestamente, pensé que el señor de esta casa tendría las mismas intenciones, pero creo que me he equivocado, pido disculpas por eso.

Mare se inclinó para pedir disculpas, Cédric se quedó pasmado por un momento antes de reaccionar.

—No tienes que preocuparte de eso ahora, Mare; entiendo que pasaste por muchas cosas y lamento que hayas malinterpretado mis intenciones —su tono de voz parece haber calmado un poco a la peliazul, pero aún había cosas que necesitaba saber y no estaban escritas en el papel—. Creo que... aún hay cosas que quieres decirnos, y también es algo que deseamos saber, ¿por qué no nos hablas?

Nuevamente Mare se mostró temerosa, pero ya a esas alturas aquellas personas se habrían aprovechado de ella en el mismo instante en que entró a la habitación, asi que recuperó el papel y el lápiz para volver a escribir; se mostraba un poco más decidida y casi no cometía errores en sus palabras, y al cabo de unos minutos, entregó la carta. A medida que Cédric leía, sus ojos se abría cada vez más por la sorpresa, no esperaba que le hubieran hecho tal cosa a Mare.

No sé si seré capaz de dar todos los detalles al respecto, porque en ese entonces aún era una niña pequeña y no entendía mucho lo que decían, y tampoco lo recuerdo claramente; sin embargo, la palabra que más recuerdo que mencionaban, era "sello"




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