Los secretos de la esclava

6. La pluma mágica

 

A pesar de que ambos hablaron y de alguna manera aliviaron la tensión, eso no significaba que Noah volviera a ir detrás de Cédric como suele hacer; al contrario, el azabache se concentró en realizar sus labores en la mansión como el jefe de los guardias del duque, así que no le dirigía la palabra al pelirrojo en todo ese tiempo. Los minutos se juntaron y al final volvieron horas, Mare no volvió a abrir los ojos después de casi dos días; cuando salió de la habitación y se aventuró por los pasillos, inevitablemente se encontraba con los sirvientes de la mansión, estos la saludaban con respeto, pero eso sólo la hacía sentir algo incómoda.

Mare también saludaba en respuesta como si fuera una sirvienta más, no comprendía a qué venía tanto respeto cuando se supone que sólo es un esclava que fue comprada, ese detalle no lo olvida por más que luzca vestidos hermosos, y estos ni siquiera le pertenecían, era propiedad de la señora de la casa.

—... ¿qué estás haciendo, Mare? 

El tono de voz de Cédric fue suave, pero para Mare fue como un estruendo al no tener vigilada sus espaldas; la pobre muchacha se tropezó con sus propios pies y cayó al suelo, como si no fuera suficiente tener las piernas como gelatina por haber estado tantas horas en cama. El temblor apareció de inmediato mientras volteaba a ver al pelirrojo, sintiendo que cometió un error muy grave; cuando lo vio acercarse y extender su mano, ella inevitablemente cerró los ojos, pues sólo había un único pensamiento en su cabeza que la tenía aterrorizada sin poder evitarlo. «Va a pegarme», pensó sin siquiera poder ver lo el ajeno hacía, pero nada pasó para su sorpresa.

—... ¿pero qué haces, Mare? Ven aquí —dijo Cédric mientras tomaba con cuidado la mano de la chica y la ayudaba a ponerse de pie—. ¿Por qué pusiste esa cara? ¿Realmente pensabas que te haría daño?

Se suponía que las cosas habían quedado bien entre ellos, aquel hombre llamado Cédric le demostró que no tenía intenciones de herirla o abusar de ella de alguna manera, pero es imposible para ella acostumbrarse de un momento a otro a las cosas nuevas que va a vivir.

Mare estaba avergonzada por haber reaccionado de esa manera, y de inmediato trato de disculparse como pudiera, porque decir un "lo siento" no era una opción que pudiera usar, sólo podían inclinarse y quedarse así por unos segundos; no fue hasta que escuchó la repentina risa por parte de Cédric que, sin duda alguna, la ha dejado sorprendida ya que no esperaba esa reacción.

—Tranquila, no tienes que preocuparte tanto por las formalidades, entiendo que tardarás en acostumbrarte a todo esto, así que puedes tomarlo con calma —mencionó antes de pasar de largo junto a la chica, pero luego volteó a verla y le extendió la mano—. En buena hora te he encontrado, iba a buscarte a tu habitación, vamos.

La reacción de Mare ante esas palabras fueron más fáciles de identificar, Cédric no dejó de sonreír y le aclaró su duda.

—Está anocheciendo, vamos a merendar. Teniendo en cuenta las horas que has dormido, debes de estar muriéndote de hambre.

Era claro que iba a negar aquello, ya era suficiente toda la amabilidad que le estaban dando como para que ahora le vengan a ofrecer alimentos, pero eso era algo en lo que su estómago no estaba de acuerdo, porque este rugió sin ninguna clase de vergüenza; el silencio reinó por unos segundos antes de que Mare quisiera salir corriendo, pero fue detenida por Cédric que no dejaba de sonreír.

—Vamos ahora mismo al comedor.

--

Eleanor ya estaba sentado en su lugar esperando los alimentos, y a la vez estaba agradecida porque Noah estaba presente, creía que se mantendría ocupado lo suficiente como para no tener que cruzarse con Cédric, pero al parecer no tendrá que preocuparse del todo. La puerta del comedor se abrió mostrando al pelirrojo antes mencionado, pero la persona que lo acompañaba hizo que los ojos de Eleanor brillaran de emoción.

—¡Mare, a-al fin despertaste! —exclamó mientras se levantaba y corría hacia la mencionada, mostrando toda su felicidad por verla más recuperada y con una mejor expresión—. Y-yo sabía que despertarías, p-pero no estaba segura de cuánto tardarías... m-me alegra verte aquí, s-siéntate con confianza.

Mare estaba muy indecisa por la forma tan sencilla en que la ajena le ofreció un asiento, pero era claro que Eleanor no le permitiría quedarse de pie, así que la tomó de la mano y ella misma la llevó a un asiento para que se pusiera cómoda. Justo al frente de la peliazul estaba Noah, quien no dejaba de mirarla con el ceño fruncido, pero en un punto los ojos de ambos se cruzaron, y el azabache fue el primero en desviar la mirada.

—Bueno, la comida será servida en breve, lamento haberme tardado, necesitaba terminar con unos papeles. 

—N-no te preocupes, tú trabajas duro p-por el bien de esta casa —respondió con una ligera sonrisa, volteando hacia Mare—. Ahora que estás aquí, t-tengo un obsequio que darte. T-te ayudará hasta que puedas hablar de nuevo. 

Eleanor le hizo entrega de una pequeña caja de la cual Mare tuvo algo de nervios abrir, pero con sentir esa armoniosa aura alrededor de la señora de la mansión, todo su miedo se disipó casi en su totalidad, así que terminó quitando el listón y levantando la tapa para ver el contenido. 

—... 

—E-es un objeto mágico que te va a ayudar a comunicarte, a-así no tienes que depender del papel —aclaró luego de ver la confusión en el rostro ajeno, procediendo después a mostrarle cómo era su uso—. No se n-necesita imbuir magia propia para que funcione, b-basta con poner tu brazo en esta posición para que manifieste la magia que ya tiene. 




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