Los secretos de la esclava

7. Intrusos

 

Las brillantes luces se encargaban de iluminar hermosamente el gran salón de eventos de la mansión de la familia Pheriam, las mesas estaban debidamente ordenadas, decoradas y con exquisitos platillos que estaban al alcance de los invitados. Todo había sido organizado por la misma Eleanor, y no había palabras de decepción por escuchar. 

Todavía no llegaban todos los nobles que se invitaron, pero Cédric y Eleanor ya estaban por ser presentados al tratarse de los dueños y anfitriones de la fiesta; Noah había dispersado a los caballeros de la mansión para mantener la protección y vigilancia, y se colocó en un punto clave del salón para poder ver todo lo que ocurría. 

—Ante ustedes ingresan: el duque de Tessia, Cédric Pheriam junto a su esposa, Eleanor Pheriam. 

Los mencionados ingresaron de forma majestuosa al salón, Eleanor sujetaba de forma suave el brazo de Cédric mientras caminaban, ambos combinaban sus colores, variando en tonos oscuros e iluminados; el traje de Cédric era perfecto en todo el sentido que un aristócrata podría describir, siempre llevando tanto el símbolo del imperio, como el de su familia  y los terrenos de Tessia. 

Eleanor por otra parte, todos decían que ella parecía ser demasiado pura como para estar con alguien con un linaje tan oscuro como el de Cédric, pero ahí estaba luciendo un hermoso vestido que se ajustaba a su esbelta figura, asegurando de que su escote no se viera exageradamente pronunciado; el largo del vestido llegó hasta los tobillos de la joven aristócrata y así pudieran lucir sus zapatos adornados con hermosos zafiros. 

Los aplausos no se hicieron esperar mientras ambos ingresaban al salón; los nobles no desaprovechaban la oportunidad de hablar con Cédric sobre cualquier proyecto que tuvieran en mente, pero el pelirrojo sabe qué clase de negocios deseaban tener, teniendo en cuenta con qué reputación lo conocen, a él no se acerca nada más que gente corrupta. 

Cuando saludaron a la mayor parte de los invitados, se dirigieron hacia los asientos que eran exclusivos para ellos; Cédric no pudo evitar soltar una maldición en voz baja, cosa que hizo reír a Eleanor. 

—D-disimula más, Cédric. 

—Eso es lo que mejor se me da, pero... —su mirada se dirigió hacia el grupo con el que hablaron anteriormente—. Ten por seguro que me repugna su hipocrecía. 

—D-de todas maneras, debemos lidiar con ellos, e-es el trato con el emperador. 

—Sí, lo sé... haré que Dóminic me lo deba en grande —se quejó ahora del emperador antes de que sus ojos visualizaran una divertida escena que le devolvió la sonrisa—. Jeje creo que Noah está en problemas. 

Eleanor miró en la dirección que su esposo le indicaba, y pudo ver que Noah se encontraba cada vez más agobiado, todo porque estaba rodeado de jóvenes damas que insistían en entablar algún tipo de conversación con él; el menor de los Pheriam hacía todo lo posible por no ser descortés, pero se notaba que estaba a nada de huir. Eleanor se mostró preocupada porque sabía que Noah no era bueno tratando con mujeres, de por sí tardó mucho en acostumbrarse a ella cuando llegó a la mansión, y ni recordar que no quiere cruzarse siquiera con Mare. 

—S-se nota incómodo, deberíamos ayudarlo —dijo de inmediato, pero vio a Cédric negar con la cabeza. 

—Exactamente por esto le dije que se quedara cerca de la habitación de Mare, pero no quiso hacerme caso; ahora que coseche lo que sembró, aunque claro... tampoco voy a detenerlo si decide irse.

Noah era un necio en todo el sentido de la palabra, se encontraba en aprietos sólo porque no quería estar cerca de Mare, pero debe de admitir que ahora se arrepiente muchísimo de no obedecer a Cédric; nunca le creyó a su hermano cuando este le dijo que era popular entre las damas, y ahora que estaba pagando por eso, el pelirrojo no parecía tener intenciones de ayudarlo. 

Cédric rió una vez más antes de que fuera llamado por Eleanor, quien de un momento a otro se mostraba temerosa. 

—¿Qué ocurre, Eleanor? —preguntó, antes de mirar en la dirección en que ella señalaba—. La familia Kasmell. 

—... r-realmente vinieron, ¿q-qué debo hacer? 

Cédric sonrió ante la preocupación de su acompañante, y no tardó en levantarse de su asiento para extender su brazo hacia la dama. 

—... es en este momento en que la señora de la casa Pheriam muestra lo digna que es~ —dijo, dejando ver la malicia y travesura en su rostro porque sabe que va a disfrutar el ver a Eleanor humillar a quienes antes era su familia. 

Eleanor ha sido temerosa ante su familia por mucho tiempo, y si no fuera porque Cédric apareció de repente en su vida, continuaría siendo la marioneta de los Kasmell para conseguir las herencias de quien sabe qué familias. Por esto mismo, para demostrar su profundo agradecimiento, la pelinegra sonríe ante las palabras de su esposo, y no tarda en tomar su brazo para acercarse a esa gente, mejor ahora que nunca. 

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Sólo desde su ventana era posible ver todos los carruajes que se detenían en la entrada de la mansión, esta era la tan esperada reunión de cual su alteza Cédric le ha mencionado; le explicó que no debía dejar su habitación por seguridad, ya que los rumores de que había comprado un esclavo ya estaban circulando por todo Tessia, por lo que podrían haber personas que tuvieran curiosidad por ella. 




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