—Sir Zia, e-es bueno tenerlo de regreso en Tessia, le agradezco mucho que acudiera a nosotros tras su llegada —dijo Eleanor en modo de saludo hacia el recién llegado.
—No tiene que agradecerme, señora Eleanor, soy un fiel colaborador de la familia Pheriam. Su esposo me ha ayudado mucho, así que ayudaré siempre que lo necesiten —respondió con una gentil sonrisa antes de ingresar a la propiedad—. Noah me informó sobre todo lo ocurrido con respecto a la nueva protegida del duque, ¿dónde se encuentra ella?
—Los sirvientes fueron a informar, no debería tardar en bajar —dijo Noah.
—¡Bienvenido de regreso, Zia! —exclamó Cédric de repente mientras bajaba las escaleras—.Si planeabas quedarte a vivir en la capital, me lo hubieras dicho desde un inicio, ¿no te parece?
—Si tomara una decisión como esa, habrías movido cielo y tierra por traerme de regreso, incluso eres capaz de reclamarle al emperador, no eres de los que comparte sus cosas, ¿no es así, Cédric? —reprochó al pelirrojo, escuchando su risa al instante.
—Es bueno tenerte de regreso, Zia —dijo mientras extendía la mano hacia el ajeno, el cual respondió al saludo de la misma forma—. Si ya haz terminado de instalarte, entonces pasaremos a la razón por la que estás aquí.
Tal vez no era lo más educado del mundo, pero era su propio instinto de supervivencia el que no la dejaba abandonar aquel pilar del segundo piso en donde se ocultaba. No podía evitarlo porque se trataba de una persona a la que no conocía, pero el ver a Cédric, Noah y Eleanor tratarlo con tanta familiaridad, pues... debe dar por hecho que es alguien confiable.
Cédric no le dijo tanto sobre aquel hombre, sólo lo principal: era el médico de confianza de la familia y había venido a ayudarla. Sus rasgos eran diferentes a los de Noah o Eleanor. El color de su piel era similar al de Mare, un tanto bronceado, pero no demasiado; se diría que lo más llamativo era su cabello, y no era por el color, este era de un castaño claro al igual que sus ojos, era su estilo lo que llamaba la atención, ya que este estaba peinado en forma de rastas; el cabello de aquel hombre era largo y llegaba hasta la mitad de su espalda, lo traía suelto y eso le daba cierto atractivo.
—Entonces... ¿en dónde se encuentra la paciente? —preguntó Zia, y al instante vio a Cédric voltear a ver hacia el segundo piso mientras se acercaba a las escaleras.
—No tengas miedo, Mare, esta persona ha venido exclusivamente para ayudarte, ven —pidió mientras extendía su mano.
A los siguientes segundos, el rostro de Zia se vio sorprendido al ver a Mare finalmente en persona, y todo se debía a su apariencia, aunque él estaba lejos de sentir algún tipo de atracción o cautividad por su belleza, simplemente nunca había visto a alguien como ella, especialmente con ese color de cabello.
—... su apariencia es muy llamativa, ¿en dónde encontraron a esa mujer? —murmuró hacia Noah en lo que Mare bajaba las escaleras.
—La estaban subastando en el mercado negro, Cédric la sacó de ahí —respondió.
—... con sólo esa información, es muy difícil determinar su lugar de origen, en los años que he estudiado, no recuerdo haber leído sobre un país en donde las personas tengan ese color de cabello, es muy característico.
—¿Podemos tomarte a ti como ejemplo? Tus características son originarias de los países del desierto, las tierras de Rúmir para ser más exactos —analizó Noah, viendo a Zia asentir con la cabeza—. ¿Tenemos oportunidad de descubrir de dónde proviene la señorita Mare?
—Dije que sería difícil, mas no imposible, si existe información que confirma que los habitantes de Rúmir tienen el cabello en rastas, entonces debe de existir un registro en alguna parte que nos diga en qué país los habitantes tienen el cabello azul como el mar —dijo Zia, pasando a poner toda su atención en la joven cuando la tuvo en frente, le sonrió para que no le tuviera miedo—. Buenas tardes, mi nombre es Zia Merjal. Soy el médico personal de la familia Pheriam, es un gusto conocerla finalmente, señorita Mare.
La peliazul se mostraba tan temerosa aunque intentara ocultarlo, pero en su interior hizo todo lo posible por sacar algo de valor, así que puso una postura más firme antes de agarrar los extremos de su vestido e inclinarse como lo hace toda una dama de la sociedad, tal y como Eleanor le ha estado enseñando en las clases de etiqueta.
—... e-el gusto es mío... doctor Zia —respondió para después levantar la cabeza nuevamente. Sus ojos se dirigieron hacia Eleanor, quien le sonrió con gran orgullo por sus excelentes modales, eso le dio más confianza a Mare.
—Estoy al tanto de todo lo ocurrido, si no tiene ninguna molestia, me gustaría examinarla para verificar su salud.
—... sí, por favor... e-estoy a su cuidado.
Mare mostró más seguridad a la hora de hablar, aunque esto le provocaba un poco de malestar en la garganta, no sintió más temores a la hora de dirigirse a la oficina que, al parecer, le pertenecía a Zia. La presencia de las personas que ella ya conocía ayudaba a que todo fluyera con más normalidad; aquel hombre, cuya apariencia aún le sorprendía, se veía muy concentrado en su trabajo.
Mare sentía que había visto a alguien con esa apariencia, refiriéndose más a la piel bronceada y aquel cabello en rastas, tal vez en una de las tantas casas en donde ha estado, pero no puede asegurar eso, ya que fueron cosas que sucedieron hace muchos años. Se podía notar que cada uno de los habitantes de la mansión se especializaban en diferentes campos, y Zia dejaba notar su potencial en la magia sanadora.