Los secretos de la esclava

27. No está bien.

Con el primer avistamiento de iluminación en el horizonte, todo el personal representante de Tessia se encaminaron nuevamente hasta el país de Rúmir; de forma rápida volvieron a guardar todas las cosas en el carruaje. Cédric se acercó a su respectivo carruaje para ver si Mare estaba lista, pero antes de acercarse más, Émily lo detuvo rápidamente.

—¿Pasa algo, señora Émily? —preguntó Cédric con una pequeña sonrisa.

—No entre al carruaje aún, la señorita Mare se está cambiando de ropa, le di uno de mis vestidos —respondió sonriente.

En ese momento en que Cédric tenía la mano en la puerta, de inmediato la apartó y se alejó unos pasos, cosa que hizo reír un poco a Émily; podía ver el respeto que el pelirrojo le tenía a Mare.

—Gracias por su amabilidad, a Mare le gustará este gesto de su parte.

—Fue un placer, ella es una muchacha encantadora; lo mejor que pudo pasarle, fue llegar con usted.

—Oh eso... no me gustaba el destino que iba a tener si no intervenía. Ella necesita hacerse fuerte.

Émily mantuvo su sonrisa aún después de que Cédric se marchó, después fue ella la que se acercó a la puerta del carruaje para tocar la puerta.

—Mare, ¿estás lista? Ya estamos por partir —dijo.

—Sí, disculpe los inconvenientes, señora Émily —dijo Mare mientras abría la puerta.

—No te preocupes, lo hago con mucho gusto, ¿no te incomoda?

—Oh no, se ajusta perfectamente, muchísimas gracias —agradeció Mare. «Aunque me ajusta un poco el pecho, pero... no hay forma de que se lo diga», pensó con cierta vergüenza.

Cuando ya estuvieron todos listos, se acomodaron dentro de los carruajes Cuando ya estuvieron todos listos, se acomodaron dentro de los carruajes, Zia y Émily continuarían compartiendo un carruaje, mientras que Mare y Cédric irían en el otro.

—Estamos a cinco kilómetros del desierto, a partir de ahora no vamos a parar hasta llegar a los arcos de roca señalados en el mapa —avisó Cédric con antelación—. Mantengan el agua cerca una vez que ingresemos en la zona desértica, y sean cuidadosos con lo que consumen, ¡en marcha!

—¡Sí!

Los soldados respondieron a las palabras de Cédric, y una vez más retomaron su camino hasta Rúmir; era cuestión de minutos para se pudieran ver las dunas de arena, y mediante pasaban los minutos, el silencio reinó durante el viaje. Mare no había sido capaz de ver absolutamente nada del paisaje por estar escondida en el carruaje del equipaje, no se arriesgaba a que la vieran, así que ahora se tomaba el tiempo de apreciar el paisaje de los bosques.

Cédric estuvo manteniendo la mirada a la ventana por el momento, hasta que ya le fue imposible seguir ignorando las expresiones de asombro que hacía la peliazul, esto le quitaba de encima el peso de creer que había tomado una mala decisión al dejarla ir con él a Rúmir, le daba un gusto enorme que finalmente pudiera ver algo más que no fueran las paredes de la mansión.

—Asomándote de esa manera podrías llegar a caerte, ten cuidado —dijo sonriente, llamando la atención de la ajena y viendo cómo se acomodaba nuevamente en el asiento—. Émily me dijo que te dio un cambio de ropa especialmente para lo que nos vamos a enfrentar.

—Oh... s-sí, ella fue muy amable en prestarme este vestido, más que todo para no sofocarme cuando estemos en el desierto, es realmente bello —respondió con la misma sonrisa.

—... si tanto te gustan... te compraré ese tipo de vestidos cuando volvamos a Tessia —dijo tranquilamente, pero desviando la mirada hacia la ventana.

Mare no supo qué responder ante eso, imaginaba que un gracias esta lo correcto, pero ya se sentía lo suficientemente apenada por todas las cosa que Cédric hacía y seguía haciendo por ella, además... no quería malinterpretar nada.

—Es... muy amable de su parte, duque Cédric... —respondió, y se sintió confundida al ver la pequeña mueca en el rostro ajeno.

—... ¿realmente seguirán hablándome así?

—¿Disculpe?

—Duque Cédric, me hablas de usted, su alteza... sólo podrías... llamarme Cédric, no estaría mal —dijo mientras se cruzaba de brazos.

Mare estaba perpleja ante su reclamo, pero lejos de percibirlo como una exigencia grosera, más bien parecía que estaba viendo a un niño en plena pataleta cuando algo no le gustaba; hasta ese día no había pensado en llamarlo solamente por su nombre, sin ningún tipo de título, y en verdad creía que el pelirrojo no tenía problemas con eso, pero al parecer era todo lo contrario.

Verlo en aquella posición... le hizo sentir algo, le hizo pensar algo. «Ahh... él se ve... adorable en este momento; adorable y gracioso al mismo tiempo», pensó con una pequeña sonrisa, el pensamiento fue tan fuerte que una pequeña risa se le escapó, la cual llegó perfectamente a los oídos ajenos.

—... ¿te estás riendo? —preguntó algo perplejo, y esa reacción sólo hizo reír más a Mare—. ¿También me faltarás el respeto como hace Noah?

—¡Nunca, es sólo que...! —no podía decir una razón válida de por qué se está riendo—. Su alteza Cédric es muy divertido.

—Me das a entender que debo mejorar mi autoridad... —dijo mientras entrecerraba los ojos; de verdad, ¿cuándo fue la ocasión en que vio a Mare reír de esa forma? Confirma que es la primera vez, y le gusta verla así—. Creo que... tanto tu voz como tu risa... podría escucharlas todo el tiempo sin aburrirme...




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