—... llegamos.
Mare miró a Cédric apenas habló, y en lo siguientes segundos se detuvieron los carruajes; cuando ella se asomó, lo que pudo ver fueron unas enormes puertas de metal abrirse, eran las primeras puertas que conectaban con el patio del palacio real.
La peliazul ha estado familiarizada con mansiones grandes por años, pero nunca se le había presentado la oportunidad de estar presente en un palacio; cuando los carruajes se detuvieron frente a las escaleras de la entrada principal, Mare admiró con sorpresa el tamaño de la estructura, se trataba de un nuevo lugar, con personas desconocidas de las cuales no sabía qué esperar. Las inseguridades salieron a flote con ese pensamiento.
—Mare —llamó Cédric, viéndola dar un brinco por la sorpresa—. Te quedaste mirando el palacio, ¿estás preocupada?
—... n-no, estoy bien, no se preocupe —respondió rápido, haciendo sonreír al pelirrojo.
—No tienes que fingir, sé que hay cosas que son nuevas para ti, pero sé que podrás con esto —dijo para poder calmarla.
Mare recibió bien aquellas palabras, por lo que estuvo más tranquila cuando llegó el momento de bajar. Tomando la mano de Cédric, bajó con cuidado los escalones del carruaje, y sintió que la punta de los dedos se le ponía fríos, ya que el rey los observaba con una expresión que no demostraba felicidad por tenerlos en su ciudad.
Akeem se bajó de su caballo para dirigirse a los recién llegados.
—Dado los acontecimientos en el desierto, les daremos el día de mañana para que puedan descansar, pueden salir del castillo si gustan, pero les informo que serán vigilados —indicó mientras miraba al grupo, para después pasar a ver directamente a Cédric—. Duque Pheriam, mientras sus compañeros son escoltados a una habitación, necesito que hablemos en mi despacho, así que sígueme. Soraya, te encargo lo demás.
—Sí, padre —respondió, pasando a dirigirse a los demás—. Los guiaré a sus habitaciones, síganme.
—Agradecemos su hospitalidad, su alteza —respondió Zia mientras se inclinaba ante ella—. Cédric, seguramente nos alcanzas después.
—Apenas termine de hablar con el rey iré con ustedes —confirmó el pelirrojo, viendo después la preocupación de Mare plasmada en su rostro, así que no tardó en sonreírle—. No te preocupes, Mare, ve con Zia y Emily para que descanses, yo los veré después.
—... sí, tenga cuidado por favor.
—Procuro siempre tener cuidado.
Todos entraron finalmente al palacio real, siendo Mare la más sorprendida por todo el glamour que había detrás de aquellas puertas. El ducado también era elegante, pero esto era otro nivel. Cédric se marchó junto con Akeem mientras que los demás se iban con Soraya.
El rey de Rúmir mantenía una ligera distancia d Cédric en lo que iban caminando, y para la incomodidad del joven duque, había como máximo tres soldados a sus espaldas, se sentía como si estuvieran llevando a un prisionero; bueno... puede que más o menos sea así, teniendo en cuenta los antecedentes.
Las puertas de la oficina se cerraron a sus espaldas, al menos los soldados se quedaron. Cédric se mantenía firme, ante todo, aún con todos los crímenes de su padre, sigue siendo el duque.
—¿De qué necesita hablar, su majestad? —preguntó Cédric.
Akeem caminaba tranquilamente por la oficina, observando por la ventana la oscuridad de su ciudad, pero que a la vez era alumbrada por las luces.
—... dejaré unos puntos en claro para ti, duque Pheriam —empezó a decir—. Pueden salir del palacio en cualquier momento si gustan, pero de una vez les aviso que serán estrictamente vigilados.
Cédric hizo una leve mueca porque ya esperaba este tipo de noticia, aunque sí le sorprendió un poco que les permitan salir del palacio, pero... dada su propia situación, no había manera de que moralmente pueda poner un pie en las calles de la ciudad.
—Dudo mucho que eso sea lo único que tiene para decirme, teniendo en cuenta a mi antecesor...
—... escucha, muchacho, la única razón por la que lograron llegar aquí, fue porque mi hija insistió en ir a buscarlos, además de que nos llegó un mensaje de auxilio —dijo con severidad—. Los crímenes de Raphael Pheriam no te pertenecen, pero eso no significa que vamos a confiar en ti, especialmente la gente de esta ciudad. Ellos temen a la llegada del duque de Tessia, tu sola presencia los obliga a ocultarse en sus casas.
—No pretendo atormentar a su gente, ambos ya sabemos lo que busco conseguir aquí —aclaró seriamente, pasando a analizar algo que el rey mencionó—. Yo no envié ningún llamado de auxilio.
La última comunicación que tuvo por medio de las cartas, fue cuando se aclaró cuando saldrían de Tessia, no recuerda haber enviado otra carta antes o después de eso.
—Hablando de ese llamado, tengo una pregunta para ti —dijo mientras se le iba acercando, Cédric notó que pretendía intimidarlo al ser más alto—. ¿Qué hacía contigo un rumiriano?
—... ¿eso es lo que parece tenerlo tan molesto, su majestad? —preguntó con una ligera sonrisa.
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Soraya ya se había encargado de mostrarles las habitaciones a Zia, Emily y Mare, explicando también que los caballeros que los acompañaban tendrían habitaciones propias en la torre norte; ahora que los tres estaban solos, podían tener una charla más calmada.