CAPÍTULO CUATRO – RENATA BARRIE
"Alonzo Herrera"
Sin duda, mi sueño acabo al firmar el divorcio con William.
Amaba a ese hombre con sangre y venas, pero lo había perdido. Pensar en ello me ponía muy triste que no tenía ganas de salir, más que solo estar con Teodoro.
Al día siguiente, los cuchicheos salieron de parte de la sirvienta, se hablaba de que yo estaba triste y era tan lamentable que tenían que mandar pañitos húmedos para no enfermarme.
William no aparecía, no sabía nada de él y los días pasaba demasiado rápido, tanto que yo me estaba acostumbrando a ser más versátil en el tema de la cocina, aprendí a cocinar, trabajé en diseños nuevos, hacía ejercicio y finalmente, un día decidí ser la persona que era cuando tenía el apellido Barrie.
Salí de casa, con mi maletín de los dibujos que había hecho, la gente seguían murmurando que no le di importancia hasta que alguien me dio el diario, algo que confirmo mis días de soledad... sin William.
WILLIAM BARRIE Y SU ACTUAL NOVIA, MIRIAM SÁNCHEZ: LA NOVEDAD DE LOS VECINOS. SE MUDAN A BEVERLY HILLS A UNAS CUANTAS CUADRAS MÁS LEJOS DONDE VIVE RENATA CAMPBELL
Fingí que no me importaba y se lo entregué a la vecina que se encontraba con una sonrisa, no podía creer que mi exesposo estaba viviendo a cuadras de esta casa y ni siquiera ha venido a visitarme.
De las ganas que tenía que ver a esa mujer y decirle que hizo para quitarme a mi marido, esa joven era la que me dijo que trabaja en eventos y por algún motivo tenía ganas de matar a esa chica, pero claro, no he caído tan bajo… ¿o sí?
—Es lamentable lo que ha sucedido con usted, Renata Campbell —voltee y ahí estaba el nuevo esposo más fiel de Beverly Hills, Alonzo Herrera
—Para nada, estoy fantástica y radiante. Esa relación murió
—Bueno a eso no venía, más bien le ofrecía una cena en mi casa ¿le parece? —dijo, Alonzo vestía con pijama, pero no me importo porque no le di la tanta importancia que le daba a los recién llegados.
—¿Su esposa? —pregunte
—También estará, más bien, ella fue la que me dijo que la invitara… ¿le parece?
—Ok, no hay ningún problema
—Muy bien. Es a la hora de la cena
—Está bien, nos vemos
—Igualmente —me sonrió y se fue dejando huella de su precioso perfume de hombre
****
Teodoro estaba dormido, por un momento quería ser así de nuevo, ya que, no tendría preocupaciones, la vida era desafíos que cada persona afronta y en algunas solo me rendía y lo ignoraba… como la depresión que tuve al perder mi primer hijo. Sí, el hijo que antes de nacer tuvo un accidente, aquel momento en que no estuvo William y lo perdí, la desesperación que tuve para que vuelva a vivir… se fue, porque así lo pronostico el destino.
A los años pensaba que ya no tendría un hijo, años en que estuvo encerrada en casa sin dejar que William me vea de tal forma, encerrada y atada a las normas de mis padres, una pesadilla que me sometí al quedarme embarazada, así fue que la reputación salió en California y me fui a vivir en la casa que pronto sería mi esposo. En Beverly Hills nadie se enteró y yo estuve en paz con la llegada de Teodoro.
Ahora solo me enfrentaba a la vida por ser una máscara que a nadie lo dañaba, al que todos admiran y uno se carcome por dentro. Ese corazón roto que te lastima, tan fuerte y a la vez triste, ese sentimiento que pocos tienen y pocos lo afrontan.
—Mamá. Ma- má —hablo Teodoro, levante la vista para observarlo, estaba tan tranquilo que me sonríe triste. Había dicho por primera vez mamá y siendo sincera, me imaginaba escucharlo al lado de William.
Estaba sola o más bien, estaba con Teodoro, un pequeño que solo crecerá como un chico grande, ese pequeño que era adulto y será mejor que yo, ese jovencito de la cual estaré orgullosa. William tal vez no era el hombre maravilloso ni fiel que todos dijeron, sino más bien solo era un chico que quería alguien que lo atendiera.
—Sí hijo, mamá. Soy tu mamá
—Mamá.
—¿lo dijo? Me alegro de que fuera así —dijo alguien detrás, no tuve la necesidad de voltear porque sabía quién era y que además se me acerco, —¿Qué planes macabros posee esa cabecita? —dijo Alonzo
—Cuidar a mi hijo como si fuera mío y de nadie más
—Pobre William
—¿Por qué? El decidió irse de esta casa, decidió irse sin su hijo. No lo ha visitado durante semanas y así dices que pena
—Tienes razón. No se merece ni su visita
Lo observe, era alguien a quien odiaba por aquella noticia en el diario, aun así, era alguien que estaba en estos momentos conmigo. Él podría decirles a todos que tengo una depresión por la pérdida de mi esposo y de la notica sobre la presunta amante de William, pero no lo hace. Aquel chico solo no quiere romper lo único que puede destruirme y se lo agradecí, porque siendo así, me fijé de él.