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CAPÍTULO TREINTA Y SIETE – RENATA BARRIE
“Calendario”
Faltaba sólo un día para saber que me traía Misterio, en estos días me estaba preguntando cómo mi ex pudo saber de él y cómo se atrevió a venir.
El Calendario mostraba que hoy era el día que tenía que ir a una fiesta: La Boda de Patricia, una vecina a la que se olvidó de quitar a la Familia Barrie.
Así que ahí me encontraba, en esa fiesta, vestida de verde oscuro, al lado de William con un traje marrón.
—Hola Renata, me alegro de que estés aquí —miente, los otros ya sabían que ella estaba furiosa por que venga, igual le seguí la corriente
—Felicidades por tu hermosa boda
—Muchas gracias, mi esposo me dijo que me encargara de esto y es muy hermoso
—Opino lo mismo, bendiciones a tu familia
—Igualmente
Patricia se fue hacia donde estaba su esposo, todo radiante con su traje negro y blanco. Mis ojos se desviaron donde estaba otro más guapo, más lindo para mi corazón. Ahí estaba, Alonzo con un terno negro y con el rostro bien afeitado.
—Renata, vamos a sentarnos ahí —mostró unos asientos de la fiesta de la boda.
—Vamos
Caminamos hacia esos asientos, mis ojos volvieron a esa persona que mi corazón latía como un loco, esos ojos me vieron intensamente en un segundo y se quedaron congelados por unos largos minutos.
****
Había pasado una hora y la fiesta seguía en pie, William estaba en otro lado conversando con un socio de su empresa, estaba sola, sentada sonriendo a cada persona que se me cruzaba.
—¿Aburrida? —preguntó a mi lado, sentándose
Nerviosa respondí, —No, sólo disfruto desde mi asiento la fiesta de la novia
—Ah... me parece bien, debemos irnos a otra parte a conversar
—¿Para qué? No podemos vernos y lo sabes, estoy casada con William Barrie, empresario de miles de Hoteles de Beverly Hills, madre de un hijo llamado Teodoro y una casa donde soy feliz...
—Y una mierda de mentira, lo sé. Ahora vamos de aquí—me jaló de la mano hacia donde caminaba, la fiesta estaba sonando Hey Jude a lo alto.
Nos detuvimos en una habitación aparte de la casa y me observó, —Hablemos.
—¿Y no estábamos hace rato hablando?
—No me dejas que vaya a tu oficina, no me dejas verte en todo en maldito día, me jode pensar que él está en todo tu pensamiento... que me jode no verte desde hace unas semanas.
—Estoy casada con William Barrie...
—Ya me dijiste muchas veces eso ¿Y? No me importa porque siento que no lo amas, sólo es algo falso. Al diablo la conversación
Se acercó y se chocó con mis labios. Mordió, lamió y me encantó, me tocó las mejillas hasta bajar a mi cintura. No paramos de besarnos, aun así, tratamos de quitarnos algo de ropa porque nos daba calor.
Le quité la camisa con mis manos, él subió mi vestido verde hasta mi cintura, tocó cada parte mi cuerpo y aflojó el beso porque nos quedamos sin aire.
—¡Joder! ¡Dios mío! ¡Joder! —murmuró bajito, observándome, —¡Dios santo! ¿Esto es verdad? ¡No estoy soñando?
—Me pregunto lo mismo. Hazlo ya, Alonzo
Sacó de su pantalón una bolsita de anticonceptivo, en otras palabras, sacó un condón. Tocó mis bragas y sin perder más tiempo, lo introdujo en mi y de inmediato, los dos soltamos un gemido.
—Alonzo...
—¿Sí?
—No te vayas nunca
—No lo haré, jamás
Y así dimos por hecho nuestro primer polvo entre nosotros dos.
Después de unos minutos terminamos por arreglaros la ropa, el cabello. Lo observé como una loca enamorada, una Renata Taylor y me gustó, porque después de años, no me acordaba como era un amor a lo loco, un amor real.
Me fui sin despedirme. No porque no lo quisiera, sino porque en ese instante estaba tan fascinada que me dejé llevar por mis emociones de volver con William antes de que acabe mal.
Entonces lo vi, a William buscándome desesperado.
—William.
—¡Joder Renata! ¿Dónde has estado?
—Por ahí, con una copa en la mano.
—Tenemos que irnos, ya es tarde.
—Ok.
¿Por qué el amor triste siempre sabe más dulce? ¿Por qué no podemos ser felices con la persona correcta?