Los secretos de la muerte

Capitulo 4

Acaricio su piel limpiando aquellas lágrimas. Ella miraba aquellos ojos que la habían cautivado desde un principio

—Ahora ya estás a salvó —le dijo aún con su mano en su mejilla

Ella no respondió aún no podía apartar la vista de aquellos ojos claros, tenían una transparencia que sentía que podía ver dentro de su ser

—Te ayudaré a llegara a tu casa

Apartó su mano y ella sintió la ausencia de aquella tibieza que le brindaba su contacto

—¿Puedes levantarte?

Ella ante su pregunta solo negó mientras mantenía sus brazos cruzados cubriendo su desnudez. El se sacó la chaqueta y se la colocó sobre los hombros. Cuando ella terminó de cubrir lo que pudo con aquella chaqueta se levanto cuando una ráfaga de viento soplo y ella con dificultades tratado de mantener la chaqueta en su lugar para no mostrar su piel cuando el lo noto paso su brazo sobre su cintura atrayendo la hasta su pecho a lo que ella soltó un pequeño quejido ante la brusquedad

—Lo siento, ¿Te he lastimado?

Ella no contestó solo hizo una mueca ante el dolor que atravesaba su espalda, el golpe que había sentido en su espalda cuando luchó contra aquel hombre le estaba cobrando factura

—¿Puedes caminar?

Ella asintió pero al dar los pasos él pudo ver las muecas de dolor que hacía con cada paso. Se acerco a ella y solo escucho el grito de sorpresa cuando la cargo en brazos

—¿Q-que… que haces? —pregunto mientras agarraba con una mano la chaqueta y con la otra se sostenía de su cuello

—No puedes caminar —le hizo saber sin mirarla —, te ayudaré. Llegaremos más rápido

Durante el camino él no dijo palabras alguna y ella tampoco por miedo a incomodar lo o que el se pudiera enojar, no quería tentar más su vida. Pero no pudo evitar observar su rostro y por una extraña, muy extraña  razón se sentía segura era algo ilógico era un Ángel de la muerte si quisiera podría arrebatarle la vida y no podría hacer nada para evitarlo. Entonces ¿Por qué se sentía segura? Hay a su lado, entre sus brazos

Para él las cosas no eran mejores, aunque tuviera un semblante frío y serio por dentro era un mar de sentimientos. Aún no podía explicarse por qué ella lograba ponerlo así, ella que era una simple humana pero lograba hacerlo sentir tan bien, el calor que brindaba su cuerpo al estar pegado al suyo le hacia sentir vivo, cosa que a él nunca le había importado. Las emociones y sentimientos humanos que eran carentes de importancia para él pero al estar a su lado le llenaba de dicha sentirse así

Al llegara hasta su casa, la dejó con cuidad en la puerta de su casa y los dos sintieron un extraño vacío en su ser pero ninguno dijo o hizo nada. Ella le agradeció y prometió devolverle su chaqueta pero él no dijo nada simplemente desapareció sin dejar rastro alguno dejándola con una extraña sensación de vacío y unas inmensa ganas de llorar pero ella se convenció que era por lo que le pudo haber pasado

Las gotas de lluvia eran cada vez más fuertes pero eso a el no le importaba, lo único que tenía en mente era encontrarla un nudo en la garganta se le estaba formando y un presentimiento le había respiraba con dificultad

—No podemos seguir así —dijo un hombre montado en su cabello —, la lluvia ha crecido aún más. Es imposible que podamos encontrarla

—No me importa nada, busquen la tiene que parecer

Le hizo saber para luego golpear con la fusta a su caballo y irse a toda velocidad. Él estaba con el corazón en la mano cuando pudo ver aquella cascada se acerco pero su caballo relincho cuando la tierra empezaba a caer al no soportar el peso por lo mojada que estaba

Bajo la colina con su caballo para observar a los alrededores cuando a unos metros pudo deslumbrar la tela de un vestido, jalo las rienda de su caballo para ir más rápido encontrando la imagen más desgarradora. Entre  las rocas se encontraba aquella mujer, rápidamente bajo del caballo para llegara hasta ella, se arrodilló sin importar que el agua mojara su ropa para estrechar entre sus brazos a su amada que se encontraba ya sin vida

—¡No! —grito

Con manos temblorosas trataba de apartar su cabello pero no podía, no podía ver aquel rostro que le había regalado las mejores sonrisas a pagarse. Podo la mano en su rostro para mover el cabello dejando libre su rostro

Azrael se levanto de aquella cama con el sudor perlando su cuerpo, involuntariamente llevo una mano a su corazón al recordar aquel dolor desgarrador. Aún no podía explicarse por qué tenía aquellas alucinaciones y el por qué aquel dolor se sentía tan real en eso recordó las palabras de aquel espíritu maligno

《Ella es lo que te han ocultado por tantos años, no te dejes engañar》

—¿Qué es lo que me han ocultado? —susurró —, y lo más importante ¿Por qué?

[…]

Aquel hombre colocó aquel peón antes de quedarse ido a lo que la chica lo observo

—¿Algo a pasado?

—El camino se va despejando

—¿Ya ha descubierto algo? —movió su pieza

—No, pero ahora tiene dudas

—No creo que sea bueno —coloco el caballo

—¿Por qué? ¿Qué has visto?

—La reina negra está buscando como moverse —lo observo —, y ahora esta llegando al lado de la reina blanca

—Creo que es momento de mover a un peón para protegerla

Ella solo sonrió mientras él le devolvía la sonrisa

[…]

Aysle estaba en su recámara tratando de controlar su cuerpo y su llanto aún podía sentir las caricias de aquel hombre sobre su cuerpo y eso le causaba mucho asco. A pesar de haber lavado su cuerpo aun se sentía sucia. En eso unos golpes se escuchó atrás de la puerta

—¿Puedo pasar?

Pregunto aquella voz profunda

–Claro —dijo mientras secaba sus lagrimas y trataba de controlar su cuerpo

Vio como su hermano entraba con dificultad por aquella silla de ruedas, le regaló una sonrisa que él correspondió




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.