capitulo 2 , La torre del reloj

La mañana siguiente llegó con una sensación de inquietud. Emma no podía sacarse de la cabeza la carta, la llave y el misterioso libro que ahora descansaba bajo su cama, oculto entre cuadernos viejos. Su mente trabajaba a toda velocidad, buscando conexiones. ¿Quién era la persona que escribió esa nota? ¿Y por qué la llamaron "la elegida"?

En clase, los murmullos de sus compañeros parecían más fuertes que de costumbre, o tal vez era su paranoia creciendo. Incluso las fórmulas en la pizarra parecían tener un peso diferente, como si ocultaran algún significado más profundo. Fue en medio de ese estado de distracción que escuchó algo que hizo que su piel se erizara.

— ¿Escuchaste sobre la torre del reloj? —preguntó Carla, una de las chicas más populares, a su amiga Paula.

—Sí, dicen que alguien vio luces allí anoche. Es raro, ¿no? Pensé que estaba cerrada desde hace años —respondió Paula, bajando la voz.

Emma sintió un escalofrío. ¿Luces en la torre? ¿Podría estar relacionado con lo que había encontrado? Decidió no esperar más. Si la torre del reloj aparecía en los mapas del libro, era porque allí había algo que debía descubrir.

Al final de la jornada escolar, Emma regresó a la biblioteca. Necesitaba más información antes de arriesgarse. Revisó los archivos antiguos en busca de cualquier dato sobre el Club del Lirio. Lo que encontré fue inquietante:

Un artículo de hace cuarenta años relataba cómo un grupo de estudiantes destacados, conocido por sus experimentos y habilidades intelectuales, había desaparecido misteriosamente después de un supuesto "proyecto secreto". Ninguno fue encontrado, y la escuela había sellado la torre del reloj poco después.

— ¿Buscando historias de terror? —La voz grave de Samuel la sobresaltó. La bibliotecario se inclinó sobre el mostrador, observándola con curiosidad.

—Solo curiosidad histórica —respondió Emma, ​​tratando de sonar casual mientras cerraba el archivo.

Samuel la miró fijamente por un momento antes de suspirar.
—Ten cuidado con lo que buscas, Emma. Algunas puertas deben permanecer cerradas.

Sus palabras, aunque ambiguas, confirmarán su resolución. Algo importante estaba escondido en esa torre, y Emma necesitaba saber qué era.

Esa noche, cuando la escuela estaba en completo silencio, Emma volvió, llevando consigo la llave plateada y una pequeña linterna. Había memorizado cada paso del mapa en el libro, y pronto se encontró frente a la imponente puerta de la torre. La madera vieja estaba cubierta de rayones y marcas, como si alguien hubiera intentado entrar antes.

Insertó la llave en la cerradura, con las manos temblorosas. Encajó perfectamente.

Cuando la puerta se abrió con un chirrido prolongado, Emma contuvo la respiración. El aire dentro estaba cargado de polvo y algo más, algo que no podía identificar. Subió lentamente las escaleras de caracol, escuchando cada crujido bajo sus pies.

Al llegar a la cima, su linterna iluminó una sala redonda, llena de viejos instrumentos, pizarras cubiertas de ecuaciones y un gran reloj oxidado que parecía haber detenido el tiempo. Pero lo que realmente llamó su atención fue una pequeña caja en el centro de la habitación, cubierta con un paño rojo.

Emma se acercó, su corazón latiendo con fuerza. Retiró el paño y encontró una esfera de cristal, llena de un líquido brillante que parecía moverse por sí solo. Al tocarla, sentí un leve zumbido, como si algo dentro estuviera vivo.

Antes de que pudiera procesar lo que veía, un ruido detrás de ella rompió el silencio. Giró rápidamente y vio una sombra moverse en la escalera.

— ¿Quién está ahí? —preguntó, tratando de sonar valiente.

Nadie respondió, pero los pasos se acercaban. Emma retrocedió, sosteniendo la esfera contra su pecho. Su aventura apenas comenzaba, pero ya había algo claro: no estaba sola en este misterio.