La esfera descansaba sobre el escritorio de Emma, irradiando un suave brillo que iluminaba las paredes llenas de fórmulas y constelaciones. Alex se había quedado en su habitación, sentada en la silla junto a la ventana, observándola con los brazos cruzados mientras ella estudiaba el objeto con fascinación.
— ¿Segura de que no va a explotar? —preguntó él, rompiendo el silencio.
—Casi segura. —Emma frunció el ceño, girando la esfera con cuidado. El líquido en su interior parecía moverse como si respondiera a sus pensamientos.
—Tiene patrones... pero no los reconozco.
Alex se inclinó hacia adelante.
—Déjame adivinar. ¿Quieres descifrarlos?
—Por supuesto. —Emma sacó un cuaderno y comenzó a copiar los movimientos del líquido, que parecían formar pequeños círculos que se unían en secuencias extrañas.
— ¿Alguna vez piensas en otra cosa que no sean números? —bromeó Alex, aunque había un toque de admiración en su voz.
—Los números no traicionan, no mienten. Siempre tienen una lógica, incluso en el caos. —Emma lo miró con una ligera sonrisa.
—No como las personas.
Alex desvió la mirada, incómodo, pero no respondió.
Después de casi una hora de silencio, Emma levantó la vista, emocionada.
—¡Lo tengo! Es una ecuación dinámica. Está cambiando con el tiempo.
—Eso ¿qué significa? —preguntó Alex, sin comprender del todo.
—Que está vinculado a algo externo. Como si estuviera reaccionando a un evento o una variable que aún no conocemos. —Emma se levantó de golpe y empezó a buscar entre sus libros.
Alex vislumbraba cómo sacaba volúmenes de matemáticas avanzadas y libros de física.
—Esto empieza a sonar peligroso.
—Ya estamos dentro de esto, Alex. —Emma lo miró fijamente.
—Si tienes miedo, puedes marcharte.
—No es miedo, nerd. Es precaución. —Alex se puso de pie, cruzando los brazos.
—Algo en todo esto no cuadra. El Club del Lirio desapareció por una razón. Tal vez esto sea más grande de lo que cree.
Emma lo miró con una mezcla de desafío y curiosidad.
—Por eso necesitamos saber qué significa esto. Si hay algo que pueda ayudarnos a entender qué pasó, está aquí.
Con Alex observando desde el fondo de la habitación, Emma dedicó las siguientes horas a resolver las ecuaciones que surgían de la esfera. Finalmente, los patrones se estabilizaron, revelando un conjunto de coordenadas que Emma escribió en su cuaderno.
—Son coordenadas. —Emma señaló el cuaderno emocionada.
—Un lugar en la ciudad.
Alex se inclinó por verlas.
—Conozco ese lugar. Es un almacén abandonado cerca del río. Nadie va allí desde hace años.
Emma cerró el cuaderno con decisión.
—Entonces vamos.
Alex levantó una ceja.
—¿Ahora? ¿En medio de la noche?
— ¿Cuándo mejor? —replicó Emma, metiendo el cuaderno en su mochila y guardando la esfera cuidadosamente.
—No podemos esperar.
El almacén abandonado era un lugar que parecía salido de una película de terror. Las ventanas estaban rotas, y la estructura emitía crujidos con cada ráfaga de viento metálica. Emma y Alex se acercaron en silencio, sus linternas iluminando el camino.
—Esto tiene mala pinta. —Alex susurró, mirando a su alrededor.
—¿Tienes miedo? —Emma lo miró de reojo, burlona.
—Yo lo llamaría instinto de supervivencia. —Alex sacó su teléfono, revisando la señal. Nada.
—Perfecto, estamos completamente aislados.
Emma ignoró su comentario y sacó la esfera. Esta comenzó a brillar con más intensidad, como si reaccionara a la proximidad del lugar.
—Definitivamente es aquí. —Emma señaló una puerta lateral que estaba entreabierta.
Entraron con cuidado, sus pasos resonando en el suelo de cemento. El interior estaba vacío, salvo por un gran panel en una de las paredes, cubierto de símbolos que Emma reconoció de inmediato.
—Es el mismo patrón que la esfera. —Emma se acercó, sacando su cuaderno para compararlo.
—Parece... un sistema de activación.
—Activación de qué? —preguntó Alex, inquieto.
Antes de que Emma pudiera responder, la esfera comenzó a vibrar en sus manos. Sin previo aviso, un haz de luz salió disparado hacia el panel, iluminando los símbolos con un brillo cegador.
La sala entera tembló, y un ruido metálico llenó el aire. Emma y Alex se miraron alarmados mientras una parte del suelo comenzaba a abrirse lentamente, revelando una escalera que descendía a la oscuridad.
—Esto se está poniendo raro. —Alex dio un paso atrás.
—Es exactamente lo que estábamos buscando. —Emma avanzó hacia la escalera, su curiosidad superando cualquier miedo.
Alex suspir, siguiéndola a regañadientes.
—Sabes que esto podría ser una trampa, ¿verdad?
Emma lo miró de reojo, con una chispa de determinación en los ojos.
—Lo único peor que caer en una trampa es no descubrir qué hay al final.
Mientras descendían hacia lo desconocido, la esfera brillaba en las manos de Emma, como si guiara el camino hacia un secreto que había esperado demasiado tiempo para ser revelado.