Los pasos de Emma y Alex resonaban en la escalera metálica mientras descendían hacia lo desconocido. La oscuridad los rodeaba, apenas rota por el brillo pulsante de la esfera en las manos de Emma. A cada paso, el aire se volvía más denso, cargado de una mezcla de humedad y electricidad estática que erizaba la piel.
—¿Segura de que esto es una buena idea? —preguntó Alex, mirando hacia la profundidad que parecía no tener fin.
—¿Y si es una mala idea? —respondió Emma, con una sonrisa nerviosa.
—Entonces al menos quiero tener la oportunidad de decir "te lo dije". —Alex intentó bromear, aunque su tono traicionaba la tensión en su voz.
Finalmente, llegaron al final de las escaleras, encontrándose en un corredor estrecho y cubierto de moho. Las paredes estaban decoradas con símbolos similares a los del panel en el almacén, todos brillando débilmente con un resplandor azul.
—Es como si... alguien hubiera estado esperando que llevaramos. —Emma pasó la mano por los grabados, notando que estos parecían reaccionar a su tacto.
—Eso no es tranquilizador. —Alex se acercó, observando un símbolo que parecía un ojo.
—¿Qué crees que significa?
Emma frunció el ceño, intentando recordar algo que había leído en el libro del Club del Lirio.
—Es un símbolo de vigilancia. Como si alguien nos estuviera observando.
-Genial. Justo lo que necesitábamos. —Alex se estremeció y dio un paso hacia atrás.
La esfera vibró en las manos de Emma, emitiendo un leve zumbido. Ella la sostuvo con firmeza y avanzó por el corredor, seguida de cerca por Alex. A medida que caminaban, las luces en las paredes aumentaban en intensidad, iluminando un inmenso portón al final del pasillo.
El portón era imponente, hecho de metal oscuro y decorado con un intrincado diseño de lirios entrelazados. En el centro había una cerradura que coincidía perfectamente con la forma de la esfera.
—Supongo que es aquí donde entra tu juguete mágico. —Alex señaló la cerradura con una inclinación de cabeza.
Emma tragó saliva, insegura por primera vez.
—Si esto se abre, lo que sea que haya detrás cambiará todo.
—O nos matará. —Alex levantó una ceja.
—Pero supongo que no vamos a dar la vuelta ahora, ¿verdad?
Emma negó con la cabeza.
—Hemos llegado demasiado lejos.
Sostuvo la esfera con ambas manos y la insertó en la cerradura. Un clic resonó, seguido por un suave zumbido que se extendió por todo el corredor. El portón comenzó a abrirse lentamente, revelando una sala circular iluminada por un resplandor dorado.
Dentro de la sala había un pedestal en el centro, sobre el cual descansaba un objeto que hizo que Emma y Alex se detuvieran en seco. Era una pequeña caja de cristal, dentro de la cual flotaba una hoja de papel con escrituras que se movían como si estuvieran vivas.
—Eso es...? —comenzó Alex, pero Emma lo interrumpió.
—Un fragmento del Diario del Lirio. —Su voz era un susurro lleno de asombro.
El Diario del Lirio era una de las piezas más enigmáticas de la historia del club. Según las leyendas, contenían todos los descubrimientos, experimentos y secretos del grupo antes de su desaparición. Pero también se decía que estaba maldito, que cualquier intento de descifrarlo podía llevar a la locura o algo peor.
Emma dio un paso hacia el pedestal, pero Alex la detuvo, tomándola del brazo.
—Espera. ¿Y si esto es una trampa?
—Puede ser. —Emma no apartó la mirada del objeto.
—Pero si el Club del Lirio desapareció, esto podría decirnos por qué.
—Y ¿qué si el porqué es que abrió algo que no debían? —Alex la soltó, pero su expresión era seria.
Emma lo miró un momento, luego avanzó lentamente. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, notó que había una inscripción en el pedestal:
"El conocimiento no es para el que busca, sino para el que está dispuesto a pagar el precio."
—Eso no suena nada talentoso. —Alex leyó la inscripción en voz alta, acercándose detrás de Emma.
—El conocimiento siempre tiene un precio. —Emma tomó aire y extendió la mano hacia la caja.
En cuanto sus dedos tocaron el cristal, una oleada de energía recorrió la sala, haciendo que las luces parpadearan y el aire se volviera más pesado. Emma sintió como si algo invisible la observara, analizando cada parte de su ser.
La hoja dentro de la caja comenzó a girar, sus letras reorganizándose en palabras que ahora podía leer:
"El primer paso ha sido dado. La verdad te espera, pero recuerda: no todo lo que se encuentra debe ser revelado".
La energía se disipó y la caja se abrió, dejando la hoja al alcance de Emma. Ella la tomó con cuidado, sintiendo que era mucho más que un simple fragmento de papel.
Alex la miró con cautela.
— ¿Qué dice?
Emma leyó en voz baja:
—"Busca la luz entre las sombras, pero no confies en lo que brilla".
Alex frunció el ceño.
—Eso