Cap. 100 "La última Reina."

(Marina)

Volví a mi forma humana y me volví hacia Aladar he incline la cabeza, el inclina la suya y bajando una de sus manos abriendo las garras, la posa para que subiera a ella, así lo hice, él la levanto poniéndome a la altura de su descomunal cabeza y dijo.

-mi señora, es usted aquella que este pueblo espera, la elegida, la única y última reina de Drakonia, cuando me necesite estaré aquí, yo siempre he estado en guardia custodiando aquello que me fue entregado, y nada pasa bajo el cielo y sobre el mar que no sea de mi conocimiento, por lo que es momento de entregar lo que guardo y volver a retirarme a mi nido en el volcán. – y sacando de entre sus grandes escamas a la altura del corazón, una gran gema montada en un medallón en una gruesa cadena de oro el cual con mucho cuidado puso en mi cuello.

-El corazón del dragón¡¡¡ - dije asombrada al verla atentamente.

-Así es mi reina, es la única gema creada en este mundo por la magia de los dragones; nadie sabe cómo fue, pero por algo eres la elegida, y como vez la gema reacciona ante tu presencia, lo que quiere decir que eres especial mi señora, mucho más de lo que todos creen. Pues no solo eres la descendiente de Alía sino de una muy antigua princesa dragón, la cual murió asesinada. Esa gema contiene el corazón de una princesa dragón, la lagrima de su amado derramada cuando ella fue asesinada el hechizo de una magia tan antigua como poderosa, la del amor. Para que comprendas la importancia de esta gema debo contarte su historia.

“Hace más de treinta siglos una princesa dragón se enamoró de un humano, pero este no era un humano cualquiera, era uno de los magos más poderosos de la tierra, y si bien él era joven, su poder era muy grande, y con el tiempo este crecía más y más.

El humano también se enamoró de ella, y por medio de la magia creo para ella un palacio fortaleza, donde ella podía estar segura y protegida cuando libre de sus deberes podía escaparse para estar junto a su amado, más llego un día en que ella decidiera renunciar a todo incluyendo su magia de dragón por estar junto a él; pero el mundo no lo entendió, los humanos con su ignorancia atacaron a la princesa creyéndola una bruja poderosa, por lo que cuando ella se convirtió en dragón para protegerlo ella fue gravemente herida por una espada, exponiendo su mágico corazón

El joven mago, trato de protegerla, y como era un mago muy poderoso creo un escudo a su alrededor un remolino de aire, que no permitía a nadie más acercarse, mientras él trataba de curar su herida con la magia y al no lograrlo y tras verla morir, tomo con sus manos llenas de la sangre de la princesa una daga mágica de cristal y derramando lágrimas de dolor por la muerte de su amada, clavo la daga en su propio corazón.

Pero el caso es que el no murió, y el milagro se realizó, la sangre de ella en sus manos se mezcló con la de él y fue ahí que él se transformó en un inmenso dragón negro de ojos rojos, él es inmortal, el cuerpo de la princesa desapareció y en su lugar solo quedo su corazón convertido en esta gema y desde entonces es la joya de la corona; el medallón se transforma en una corona con solo pronunciar su nombre, un nombre muy antiguo, olvidado en el tiempo.” – me cuenta aladar con su voz gruesa y poderos, todos los presentes lo escuchan y nadie se atreve a acercarse.

-Aladar, gracias por contarme esa historia, pero dime eres tu ese mago? – él se me queda viendo y alza su inmensa cabeza, para después verme desde las alturas y responder.

-así es mi reina y señora, desde entonces protejo a los dragones, el odio de los humanos por la ignorancia y el temor fue lo que causó la muerte de mi amada, a ella le jure cuidar de su pueblo, y evitar que sus dos legados fueran atacados. Si tras desaparecer ella no solo dejo su corazón convertido en esa gema, dejo el más grande tesoro que un dragón puede esconder. Ella me dejo una hija, la cual era humana, por lo que la cuide de lejos dejándola en casa de mi madre, mi hija era muy hermosa, y tenía el poder de su madre y mi magia, por lo que cuando tuvo la edad ella se casó con un buen hombre, él era el hijo menor de un sultán, por lo que su posición en la corte era menor, pero el destino movió sus hilos y fue mi hija quien diera al sultán un nieto que reinaría con sabiduría, cuando la descendencia de mi hija vino a Europa, fue una hija la que se casó con un príncipe, y fue ahí que diez generaciones después mi descendencia se mezcló nuevamente con la de los dragones.

-Aladar me estás diciendo que Hipólita era tu descendiente? –