Los secretos de Nova.

CAPÍTULO 5.

FUTURO NOVIO.

 

—Tiene uno que otro raspón, pero con el ungüento se le pasara... Su pata está dislocada, no hay fractura alguna por lo que se recuperará con el yeso. Mi recomendación es que evites que salte lo más posible—cita el veterinario escribiendo en su carpeta.

—Es un conejo—enfatizo con obviedad refiriéndome a los saltos.

—Lo sé, me di cuenta —ironiza—. Pero si quieres que tu mascota se recupere trata de que no salte mucho. Por lo menos unos días. Hasta que él hueso vuelva a su lugar. Lo más angustiante es que ¿me dijiste que estaba en un arbusto?

Asiento.

—Puede que haya inhalado una toxina, sus pulmones no están trabajando como deberían a una velocidad normal, respira más lento de lo que debería. Tendrán que volver a venir para observación.

—Gracias, doctor—Jess me arrebata a Beta y comienza jugar con ella en sus brazos.

Apenas salimos del consultorio casi nos da un infarto debido a que varios perros nos ladraban y los gatos se encorvaban mientras hacían un insoportable gruñido. Beta esconde su cabeza en el pecho de Jess asustada.

Ahora que lo veo, soy la única que tiene un conejo, hay ratas, pájaros y demás adefesios, pero ningún conejo. Los dueños nos miran como bichos raros mientras salíamos del veterinario.

— ¿Es en serio? ¡Vi monos y tarántulas! No creo que tener un conejo sea extraño. ¿O sí?

—No...

— ¡Claro que no!

Hablamos de cualquier tontería de camino a mi casa.

—Me quedare a dormir —entra como si la casa fuera tuya.

—Sí, claro, ¿Para qué pedir permiso?

Iba a entrar cuando algo en la calle llama mi atención, la camioneta negra que se estaciona en la casa del vecino. Jess me apremia para comer y mi mama tuerce los ojos al verla.

Pasa la tarde, ella viendo peli y yo poniendo linda a Beta.

— ¿Nova puedes ir a la panadería? —grita mi madre interrumpiendo mi estudio de inglés.

—Si.

—¿Te acompaño? —ofrece Jess.

—Vuelvo rápido. Está pendiente que beta no salte de la cama.

Agarro el dinero que mamá me dejó y camine unas cuadras hasta llegar a la panadería. Al final, siempre termino comprando un pan extra ya que uno desaparecía "misteriosamente" en el camino.

Cruzo la esquina y noto el brillo reflejante de una cabellera rubia con una chaqueta de jeans saliendo del parque con la vista fija en su teléfono; me petrifico al verlo.

Camino apresura con la mirada baja y la mano tapando mi rostro, para evitar lo más posible que me reconozca.

— ¡Nova!

¡Maldita sea!

Acelero el paso para escapar, pero es inútil, corrió hasta estar a mi lado. En películas y series ésta sería la escena de la típica persecución del psicópata y la chica en pijama esperando a no ser alcanzada.

— ¿Puedo acompañarte?

—No.

—Quiero saber dónde vives—se justifica con las manos en su espalda y doblándose un poco para así estar a mi altura.

—Y yo no quiero—respondo sin mirarlo, el sonido de mis pisadas se hace más fuertes y rápidos.

— ¿Por qué?

—Porque no quiero que me vean contigo —miro hacia atrás, hay muchos autos.

—¿Por qué?

—Porque no me agradas.

— ¿Por qué?

—Porque eres desesperante.

— ¿Por qué?

—Porque no te aguanto —aprieto los dientes.

— ¿Por qué?

— ¡Cállate! —exploto, llamando la atención de todos en la calle.

Él deja de parpadear, quedando perplejo, luego sonríe como un niño que acababa de realizar una travesura. Ya me estaba sacando de quicio, si seguía con su actitud infantil voluntariamente me internaría en un manicomio.

Gruño exasperada.

— ¿Quieres que te ayude? —Pregunta.

—Lánzate a la carretera.

A pesar de mis objeciones terminó siguiéndome. No niego que la idea de pasar por un callejón súper peligroso y perderlo ahí no era tentadora, pero no estaba de humor para escuchar los regaños de mamá por haber tardado.

Por el camino ninguno dice nada, por mi parte no quería hablarle, pero él tampoco decía nada, solo mantenía esa sonrisa.

¿Que no le duele la cara de tanto sonreír?

Lo peor de todo es que el ambiente no era incómodo, por alguna extraña razón estar con él no lo era. Más bien se sentía familiar esta situación, la sensación de haberlo visto antes no desaparecía, aun no sabía de dónde provenía este deja vú.

¿Lo habré visto en alguna fiesta?

La incertidumbre era agobiante, como una picazón que no se podía rascar.

— ¿Por qué me molestas? —me atrevo a cortar el hermoso silencio.

—Porque ¿es divertido? —contesta, como si fuese lo más lógico del mundo.

—A parte de eso—me mira confundido—. Me refiero a ¿por qué a mí? O sea, muchas chicas están interesadas en ti, en cambio, tú te empeñas en estar con alguien que no es de tu mismo —lo miro de arriba abajo— nivel intelectual.

Analizo por un rato mis palabras, dándome cuenta que posiblemente no me haya entendido por la cara de menso que traía.

—Me refiero, a que tienes que tener alguna razón para joderme el día ¿verdad?

Desvía la mirada «si la tiene». Por primera vez lo observo en su faceta seria, chasquea la lengua y con una sonrisa forzosa responde:

—De hecho, sí.

— ¿Nova? —Interrumpe la voz de mi madre acercándose a nosotros. Ella mira con interés a Brayden—. ¿Quién es él?

No me había dado cuenta que ya habíamos llegado, más bien, si no fuese por el repentino llamado de mi madre pude haber seguido de largo.

—Él es... —cierro la boca cuando siento que toman mi mano.

—Soy Brayden McCarthy, el futuro novio de Nova, mucho gusto —y extiende la otra mano hacia mi madre.

El tiempo se detuvo para mí.

Respondió tan alegre, tan cortes y casual que mi madre golpeo su mano para lanzarse a sus brazos emocionada.



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En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 27.04.2024

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