Los secretos de Nova.

CAPÍTULO 19.

 Confesión.

La tarde se me fue volando con el asunto de Jess e Isaac.

Besar a uno de los grandes de Belmont es material para un simple rumor, pero que él te bese a ti ¡y frente a todos! es para que hablen de ello durante todo el año y te creen no solo una, sino tres vidas secretas de la cual tú ni sabias que tenías.

Antes de venir a la academia tuve que aguantar a Jess y sus quejas sobre Isaac, cada insulto sobre él era proporcional a una cucharada de helado.

Ambas estábamos sorprendidas por el beso, o sea, si sabía de los sentimientos de Isaac desde niños, pero jamás pensé que hiciera algo al respecto, no después de aquella vez que en una fiesta que Jess—totalmente borracha, debo añadir—lo rechazó brutalmente yéndose con otro chico.

Vuelvo a ver el salón de baile que estaba en silencio, es el día de las pruebas y muchos se comen las uñas o sudando a pesar de tener el aire acondicionado enfrente. En estos momentos el profesor Carlos tenía demasiado poder, era el juez, jurado y verdugo.

Brayden aún no llega y me empezaba a sentir ansiosa. Jamás pensé en decir esto, pero... ¡Brayden por amor a tu madre aparece!

—Daniela—señalo a la chica con el bolígrafo—, no te vamos a extrañar.

Pero que poco tacto.

Pude escuchar los sollozos de la chica mientras caminaba hacia las escaleras.

—Los siguientes en pasar son McCarthy y Thompson.

Sentía que mi almuerzo estaba a punto de ser expulsado desde mi estómago. Me levanto temerosa, apenas y puedo estar de pie. Me paro frente al escritorio (sola) y le entrego el trabajo al profesor (sola).

Esperen.

¿Por qué rayos me preocupo? Yo ya hice la prueba, quien debería de estar nervioso es Brayden, no yo.

— ¿Y su compañero? —pregunta, viendo que me encontraba sola.

Separo mis labios para responder, pero al instante los cierro al escuchar rápidas pisadas en las escaleras. Volteo encontrándome con un exhausto rubio que jadea con cada paso que da.

Parece un perro.

—Disculpe... la... ¡Ay mi Dios! Disculpe la demora. Venia conduciendo y ¡BUM! Que casi choco por un ciego.

Carlos lo mira irritado.

—Ahora que te dignaste a llegar ¿puede demostrarnos su trabajo? Tengo ganas de mandarlo a volar con justificativo.

Haga fila.

Ambos nos dirigimos al centro de la sala.

Discutimos mucho, pero después de muchas indecisiones, La carretera de Prince Royce puso en práctica los pasos básicos. Poco antes de que la canción terminara Brayden y yo hicimos el paso que me había enseñado, Puente.

—Interesante—apoya su mentón en su mano. Miró a Brayden que traía una agotadora sonrisa—. Su último movimiento... —dice con picardía—, creo que se me hace conocido.

Si es plagio te juro que te mato, Brayden.

Mi vista pasa al público y observo que el rostro de Jeremy esta rojo a punto de explotar en una carcajada.

—No lo creo, profesorcito—mis ojos se abren al escucharlo, Carlos se endereza con una sonrisa—, ese fue un paso que inventamos mi primo y yo, solo que Nova y yo lo perfeccionamos.

Carlos termina de soltar una pequeña risa que contrarresta con la escandalosa carcajada de mi amigo en la banca.

—Muy bien, McCarthy.

Brayden se dispone a abrazarme, pero logro preverlo quitándome del camino, haciendo que se abrace a sí mismo.

—Y a ti, Nova—me señala y no puedo evitar sentirme intimidada—. Felicidades, estas mejorado.

Sonrió sin pensar. Por primera vez en mucho tiempo, la felicidad inunda mi pecho.

Camino hacia las bancas para sentarme al lado de Alice, a punto de decirle algo a Jeremy observo que McCarthy está encima suyo abrazándolo y festejando su triunfo.

Esto era raro y no había forma de explicarlo, mucho menos de describir. ¿Desde cuándo eran tan amistosos esos dos?

Sí que Brayden tiene dones para socializar.

Después de mucha felicidad y tristeza, por fin habíamos terminado las pruebas. Fueron muy pocos lo que pasaron y muchos lo que terminaron decepcionados.

Una semana entera donde mientras que el piso de abajo era la idealización perfecta del sueño de una niña de cinco años—unicornios, mejores amigas para siempre, felicidad, paciencia y bondad—, aquí arriba se parecía más al ejército.

— ¡Cuadro cruzado! —la voz de Carlos retumba por las cuatro paredes de la habitación.

McCarthy y yo nos movíamos al ritmo de la música y a las órdenes de Carlos; me dio la primera vuelta y ya a la segunda, donde quedaba de espalda a Brayden, susurra con voz agitada:

—Me gustas.

Abro los ojos y—sin aun procesar lo que me dijo—me da vuelta quedando frente a él. Seguridad pura detona en su mirada.

Había tomado la decisión de ignorar la noche en mi casa, pero lo único que pasaba por mi cabeza como disco rayado eran esas palabras.

Me gustas. Me gustas. Me gustas. Me gustas. Me gustas. Me gustas. Me gustas. Me gustas.

Es imposible que le guste realmente.

Y por andar pensando en eso mis pies se enredan y cierre los ojos como auto-reflejo esperando el choque contra el suelo, pero nunca llegue a sentir el impacto. Sentí que mi mano estaba más presionada que antes y el brazo de Brayden rodeaba mi cintura.

La música se detiene y me aparto de él como si me quemara.

— ¿Te gustaría ir a comer?

¿¡QUÉ NO SE ACABA DE CONFESAR?!

¿Cree que por cambiar el tema me convencerá y dejaré pasar por alto su inesperada declaración que casi hace que me estrelle contra el suelo?

— ¿Te chifla la cabeza acaso?

—Puede ser. Anda vayamos.

—No.

—Como una cita.

—Lo estás haciendo ver más espantoso.

—Por favor —eleva su labio inferior y bate sus pestañas en un intento fallido por verse tierno.

—No iré, Brayden —es mi última palabra.

 



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En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 27.04.2024

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