Los secretos de Nova.

CAPÍTULO 43

Todo a la mierda.

 

Las cosas se habían puesto bastante tensas desde el arresto de Rafa.

Yo me encontraba en esa fase de negación.

Todo pasó demasiado rápido, tanto fue la incertidumbre que por primera vez en mucho tiempo llamé a Nayet.

No me pudo decir mucho, solo que Debrah y Diana habían caído en crisis, una peor que la otra y las entiendo, el amor que tenía Diana hacia Rafa no se compara a los siete años de amistad, y si yo estoy mal Debrah está destrozada.

Extrañamente la felicidad por el arresto no se sentía en el aire como me esperaba, los que habían sido sus víctimas por abuso estaban realmente preocupados.

Algo tuvo que haber pasado, lo presiento.

El odio está implícito en la naturaleza humana, si algo le pasa al que te lastimó lo primero que haces es festejar. Por alguna razón, no estoy segura, pero todo me apunta a que Debrah tuvo que ver en ese cambio.

—Llega un momento en la vida en que ya no te importa nada —Luke se estira y bosteza como león.

—Estamos en último año —Responde Jess a mi lado—, a los profesores ya no le importa si entras o no a sus clases.

—Excepto a Dolores, la vieja esa se parece a la de Moster Inc. "Luke, olvidaste tu tarea anoche".

Por suerte estábamos con Génesis, anciana con cataratas que imparte inglés y que no se dio ni cuenta de nuestra escapada.

—Quiero ir a ver a Nayet —suelta de pronto Jess.

Freddy me lanzó una mirada.

—Si sabes que él no... —empieza a decir con el típico tono de Luke.

— ¿Que nunca se los han violado con los ojos?

—Yo no —objeta Luke.

—Me preocuparía de que sí —me burlo ganándome un pellizco en el brazo.

—Deben estar en deporte —Jess mira la hora de su teléfono—. Vamos.

Nos encaminamos al campus y me detengo cuando veo la silueta encapucha observándome desde lejos como en una película de mafiosos.

Ninguno se ha percatado de él así que en cuanto entra por otro pasillo lo tomo como una clara invitación de que lo siga.

—Adelántense, iré a buscar algo en el casillero.

—Te acompañamos —insiste Jess.

—Te perderás como los chicos se levantan las camisas por el sudor —me la quitó de encima pero eso no evita que Freddy se le quiten las ganas de seguirme—. Anda, Luke.

No le queda otra que seguir en su papel de buen amigo.

Por el camino saco cuenta de cuánto dinero voy a pedirle a papá con la excusa de no sé, comprar un Louis Vuitton. Sombra me está saliendo caro, pero vaya que vale la pena el condenado.

—Decime qué carajo pasó ayer —le exijo.

—No lo sé.

— ¿Como que no lo sabes? —le cuestiono.

—Lo único que sé es que tu amigo mató a alguien a quemarropa en el estacionamiento de un cine.

—¡Mentira! —terqueo frente a las rumores.

— ¿Quieres saber que creo? Que Nayet...

—Que te arda el culo de celos no lo hace responsable de nada. Es de muchas cosas menos de inculpar a alguien por una muerte.

—Me pagas por lo que sé.

—No por lo que especulas —Me cruzo de brazos—. ¿Hiciste lo que te pedí?

—No, es demasiado pronto.

—Recuerda que es para mañana —lo afano porque no quiero ni una falla—. No quiero que la rata de Alexandra le vuelva a joder la vida a otra persona por esa estúpida droga.

Me largo de ese apestoso hueco. Cruzo las puertas metálicas y el sol de mediodía me ciega por un momento mientras subo Por las gradas.

Los pocos chicos que notaron mi presencia en las gradas corrieron la voz ocasionando que detuvieran la práctica de Fútbol y voltearan a verme.

Nayet, por supuesto, no dejó de lado su papel de príncipe y me saludo con la mano.

Le guiño un ojo y es el silbido del profesor que me obligó a cerrarlos desviando la cabeza hacia otro lado.

Y lo vi a él.

Sentado, reconocí la silueta en las otras bancas mirando en mi dirección. Estaba lejos, se veía un poco tenue, pero estaba cien por ciento segura de que era Brayden, y que estaba sonriendo.

Mire a mis amigos concentrados y chismeando sobre el ranking de quien estaba más guapo. Me levanto de la banca sin llamar su atención; los brazos los tiene apoyados en los escalones de arriba, viéndome como si me hubiese estado esperando. Me siento a su lado y por un momento algo en pecho me presiona.

— ¿Cómo está tu hermana?

—Mal —escupe a secas.

Su actitud me molestó, no estoy para soportarle malgenio a nadie y mucho menos a arrastrar mi orgullo quedándome mientras me pone cara de estreñido.

Pero me retiene del bolsillo del pantalón cuando me paro, desliza su mano por el interior del muslo erizándome esa parte cuando me jala de vuelta a la madera.

— ¿Tú lo sabias? Me refiero a... Diana, Rafa, lo que ella sentía...

Miro al frente, mi silencio es respuesta suficiente.

—Que mierda más jodida, ¡carajo! —lo miro con los ojos muy abierto.

Arrulla la cara en sus manos con frustración.

—Mi amigo, mi hermana. ¡Coño de la madre!

En lugar de preguntar me recuesto de la banca.

—Que boquita tan sucia

—Es que ellos... no... ¡No! —la comisura del labio se me curva cuando vuelve a restregarse la cara con las manos.

Tarda en calmarse, de vez en cuando suelta el vómito verbal quejándose sobre Rafa, Diana y Rafa con Diana el cual escucho pacientemente.

Pude sentir la mirada de Jess y Luke quienes alzaron los pulgares cuando volteé a verlos.

— ¿Por qué no juegas? —vi como eso lo tensó.

—Digamos que estoy enfermo—hizo comillas en la última palabra.

Mire hacia el campo. Nayet se encontraba en el suelo e Isaac estupefacto miraba hacia atrás. Nayet había anotado, como siempre.

—Y ¿qué haces tú aquí? —lo miré y eso hizo que se exaltara—. No quiero decir que no quiero que estés aquí, es que... no sé. Tu misma te sentaste aquí. A mi lado. Apropósito.



#4162 en Novela romántica
#1674 en Otros
#464 en Humor

En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 27.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.