Los secretos de Nova.

CAPÍTULO 50.

Primeros pasos.

— ¡Nova, maldita zorra!

Ambos volteamos, mas no me da tiempo de procesar las palabras ni reconocer a la chica cuando me lanzan una bofetada que me voltea la cara.

Brayden exclamó dando un paso atrás.

Me sujeto el lado que osó golpearme y ahora me cosquillea. No puedo evitar sonreír por varias razones.

Primero: volverla a ver y saber que seguía dolida. Excelente.

Segundo: enterarme que está en la competencia me venía como anillo al dedo.

Y tercero: la expresión estupefacta de Brayden que no sabe qué hacer, si defenderme a mí o rescatarla a ella.

— ¿Mucho gusto?

—¡Mi hermana fue al psicólogo por tu maldita culpa!

—Ah, sí —ya me acorde—. La loquita que vea fantasmas ¿verdad?

Eso la enfurece aún más cuando me rio.

— ¿Llamo a seguridad? —aparece Will de no sé dónde.

— ¿Para qué? —pregunto y todos los presentes me miran.

—Te dejó el cachete como alarma de laboratorio nuclear —Jared examina a Brayden de pies a cabeza—. Y tu compañero no hizo nada.

McCarthy baja la cabeza, incomodo sin saber que hacer o a quien ayudar.

—Él no tiene por qué meterse —miro a Jared—. Al igual que tú.

Su disgusto lo cambia a una falsa y dolida.

— ¿Se acabó nuestra luna de miel? —lo ignoro, enfocándome en la suicida.

—Además, quizá la chica se equivocó ¿cierto? —Mi sonrisa la desconcierta—. No querrás que te descalifiquen a última hora por mala conducta competitiva ¿verdad?

Abre la boca y la cierra repetidas veces. No es estúpida, llamar a seguridad significa una expulsión segura por el acto de agresividad, así que no le queda más que meterse la lengua dentro del culo y seguirme el juego.

—Claro —masculla—. Disculpa.

Le abro los brazos para abrazarla.

—Tranquila, no soy rencorosa.

Todos enternecen ante la escena sin imaginarse las cosas que me pasan por la mente.

Los altavoces suenan anunciando a los próximos en pasar:

—A continuación: el número quince con Pasos de Sol.

El público aplaude en espera de los próximos. Ella. El número lo carga en su cintura al igual que su compañero que la arrastra aun en shock a la tarima.

—Rómpete una pierna —le digo con dulzulara.

Eso le baja los colores.

Boba no es y yo santa no soy.

Razón tiene para temerme, temer de mi acto de generosidad y no apartar la vista de las sombras en donde estoy de espectadora.

¿Ella en serio creía que me iba a vengar por su atrevimiento? La respuesta era un contundente «Yes».

Y no había mejor forma de joder a alguien que psicológicamente. Y para eso era buena, en jugar con la perspectiva y la mente humana, al igual como hice con su hermana.

Sabía que en el fondo ella no bajaría la guardia, que estaría atenta a cualquier movimiento sospecho, así sea un simple gesto no lo iba a dejar pasar sin estar pendiente de su entorno.

Aprovecharía ese grado de paranoia al máximo.

Di un paso hacia atrás, hacia Brayden, a quien le agarré la mano para ponerla en mi cintura dando esa imagen de pareja.

Acaricio el brazo que me rodea y descanso la cabeza en su cuello. Brayden estudia los movimientos de la competencia, ignorante de lo que hago.

Toco la manivela que la altura de Brayden tapa de cualquiera menos de nosotras y mire hacia arriba con una sonrisa.

Ella me ve.

Su expresión se transformó por completo, miró también hacia arriba, siguiendo la cuerda que sostenía el sol falso de la puesta en escena, su compañero volvió a darle la vuelta, pero ya era tarde, su mente estaban otro lado, en mí, lo cual hizo que sus pies se enredaran y pegara los diente en la madera.

La música se detuvo y la audiencia presenció el fallo con una expresión de estupefacción.

El chico estaba pasmado, mirando con horror al jurado en vez de auxiliar a su compañera que escupía la sangre de su boca.

Naturalmente corrí a ayudarla, su expresión era un poema hermoso frente a los jueces que detallan ese acto tan benevolente.

Levante su torso del suelo y me incliné a su oído:

—Si no fuese por mí la loquita de tu hermana ya se hubiera lanzado del techo.

Con las cartas sobre la mesa, di un tirón levantándola del suelo con la mirada de Maximiliano y los otros dos jueces en nosotros, en mí, en ella, pero lo más importante: en mí.

Brayden se quedó viendo la manivela a su lado, luego vio hacia arriba y abrió los ojos cuando me acerque a besarlo.

—Shhh —pase el dedo índice en su labio.

Una chica de limpieza se encargó de las gotas rojas en el piso. Llamaron a unos especialistas que la llevaron no sé a dónde y el show continuó.

Tres parejas más y Fiby a escondidas me ayudó con el maquillaje en el escote de mi pecho haciéndolo ver rojo.

—Eso no es limpio.

—Nada en la vida es limpio —entrelazo nuestros dedos—. Las personas son una pila de mierda y de vez en cuando hay que ensuciarse los zapatos para que no te salpiquen completa.

Dicen nuestro número desde los altavoces.

—Y fue idea de Carlos.

—No hablo de Maximiliano —reclama.

—Entonces ve y acúsame —lo reto.

—Se lastimó —me cuestiona.

—¿Qué son unos dientes rotos?

Seguimos a la tarima. Cientos de personas frente a nosotros, arriba y a los costados. Sus manos llegan a mi hombro y cintura adoptando la posición inicial, apenas sonaron las primero notas comenzamos a movernos, siguiendo el ritmo de la melodía y de lo aprendido.

Sabíamos que todos irían por un baile clásico, así que Carlos se adelantó en crear una coreografía interpretativa, narrando una historia con los pasos.

En una de las vueltas que me da McCarthy mis ojos se conectan con Maximiliano al momento que llevo mi mano al pecho como si me doliera y giro para oculta la sonrisa en el cuello de Brayden al ver su expresión de culpa.



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En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 27.04.2024

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