Los secretos de Nova.

CAPÍTULO 54.

Cuestión de tiempo.

Brayden no termina de estacionarse cuando me lanzo del carro y corro a dentro del hospital. El guardia Diego saluda, pero no me detengo, la recepcionista Miranda intenta llamarme y tampoco me detengo hasta que veo al Doctor Patrick en el pasillo hablando con los padres de Megan.

Ahí me detengo.

No están llorando, el hombre está metido en su teléfono y la mujer parece impaciente porque el doctor termine.

Significa que todo está bien, ella lo esta.

— ¡NOVA! —escucho el grito de mi madre y su regaño no alcanza a llegar cuando la abrazo.

— ¿¡Qué pasó esta vez?!

— ¿Qué haces aquí? —cuestiona—. ¿No estabas con Brayden?

— ¿Megan está bien?

—Al parecer no ha comido desde hace una semana, se le está suministrando suero por vía intravenosa.

— ¿Que? ¿y no que la psicóloga de mierda dictaminó que ya todo estaba en orden?

—Nova, cariño, eso fue hace 5 meses. No sabemos lo que pudo haber generado este episodio.

Yo sí.

Camino directo a la habitación de mi amiga sin detenerme mucho en sus padres.

— ¡Nova! ¿te cortaste el cabello? —exclamó Marta, la mamá del siglo—, si lo tenías tan lindo...

Ni tiene la decencia de saludar. Siempre tuve cierta aberración por esta familia, y ahora más que nunca que no me importa guardar las apariencias no me quedare callada.

— ¿Sabes que es lindo, Marta? cuidar de tu hija

— ¿Que? —se frenó estupefacta.

Es que hasta el rostro se le transformó.

—Nova, eso fue muy grosero —exige el padre—, pídele perdón a mi esposa.

Tengo muchas cosas que decir, pero ¿perdón?

— ¿Por qué te ríes? —espeta Raúl.

—Por pensar que me disculparía —la sonrisa no se me borró del rostro.

Siento que si sigo hablando con ellos me pondré de peor humor. Intento abrir la puerta y una mano se aferra a mi brazo evitando que prosiga.

— ¡Oiga! —espeto mamá corriendo a mi auxilio.

—Por favor, suéltela —pide el doctor al ver mi dolor.

Pero el hombre decide ignorarlo.

—Si tendrás esa actitud me temo que voy a pedirte que te largues —advierte el señor Raúl.

—Apriete más fuerte —animo viéndolo a los ojos—, así tendré evidencia ante las autoridades.

En segundo me suelta y una risa se me escapa de lo absurdo de su reacción.

— ¿Me van a prohibir ahora que cuide a Megan? Después de haberla abandonarla tantas veces en este maldito hospital mientras ustedes trabajaban.

— ¡No nos faltes al respeto, Nova! —grita Raúl

—¿Por qué nos dices eso? —balbucea su esposa—. Tu nunca habías sido grosera.

Porque siendo un ángel era la única forma de que me dejaran entrar a su casa.

—Claro, si un adolescente le dice sus verdades a un adulto es ser grosero —me cruzo de brazos—. ¿Que fue esta vez? ¿Una cena familiar con las víboras de sus hermanas? Eso si no es grosero que se la pasan criticando el físico de su hija ¿verdad, Raúl?

—¡Nova! —regaña mamá.

— ¡Pero es verdad! su familia es tan toxica que son ellos los que la mandan aquí.

—No vamos a seguir tolerando más faltas ¡vete! Tienes prohibido ver a nuestra hija.

Mamá intenta controlarme.

—¡Es su hija cuando está internada en un hospital por su culpa, el resto de las veces es mi amiga!

—¡Seguridad!

Mas factible que lo saquen a él por la bulla que a mí.

Empujo la puerta encontrándome a Debrah de arrodilla a la cama, llorando mientras toma la mano de Megan.

—He visto esta escena más veces de las que ustedes creen. He estado más con ella que ustedes señores Wesley. No vengan ahora con la hipocresía de ser buenos padres cuando ustedes mismos nos llamaban a mi madre y a mí para que la cuidáramos.

Nayet se levanta de la silla y Debrah voltea cuando escucha mi voz. Se levanta e inmediatamente se me tira en los brazos.

Aun con la pelirroja guindada, les digo una última cosa a los padres de mi amiga.

—Deberían de dar gracias que por lo menos si hay personas que aman y se preocupan por Megan.

Su madre queda helada mientras la mía solo me da a entender que me va a matar apenas lleguemos a casa. Ya estaré castigada así que... les cierro la puerta en la cara.

—Si viniste —solloza Debrah y el corazón se me encoje.

—Por supuesto que sí.

Nayet se me acerca, besa mi frente dejándonos sola.

—Todo estará bien —trato de calmarla, me aprieta más y sus lágrimas me empapan la camisa.

—Ya es la quinta vez en el año, intente cuidarla ¡Te lo juro, Nova!

—Hiciste todo lo que pudiste.

Y es cierto, no es nuestra responsabilidad cuidar de ella, pero es nuestra amiga. Y si algo nos demostró la vida es que solo nos tenemos a nosotras.

—¡Falle! Te falle a ti, a Rafa y ahora a Megan. Soy una maldita inútil que solo trae desgracias a todos.

—No digas eso. Todo está bien, Debrah —se apartó un momento para que me mire—. No puedes salvar a todos.

Vuelve a romper en llanto y una vez más, intento tranquilizarla.

—¿No viste nada raro? —le pregunto, sentándola en la silla mientras trato de orden un poco su cabello.

—Solo tomaba agua.

—Loca —gruño para ir a donde la morena y moverle el brazo—. ¡Ey! negra podrida

—Esa voz... esa horrible voz yo la conozco —va despertando—. Sabía que el infierno sonaba como un cachorro malcriado en la madrugada.

—Ja ja. Aquí tienes a tu reina Novicia —se ríe—. ¿Se puede saber que te dijeron esas víboras?

Exhala.

—Lo hicieron de nuevo. Arruinaron mi sueño, Nova —limpio la primera lagrima que brota de sus ojos—. Todo por lo que tanto trabaje se fue la mierda

—Ellas son tan inútiles que es imposible eso —me siento a su lado, acariciándole los rizos.

—Hace dos una semana, una editorial vino a hacerme una entrevista para publicar mi libro.



#20947 en Novela romántica
#13295 en Otros
#1988 en Humor

En el texto hay: romance, secretos, drama

Editado: 27.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.