Los Secretos de una Mujer

Soy yo

- Jared -

 

- ¿No nos hemos visto antes? - me pregunta pensativo

- Mmm... No lo creo, yo soy mayor que tú - digo lo primero que pasa por mi mente

- ¿En serio, qué edad tienes? - interroga curioso

- 31 - respondo con nervios

- ¡Vaya!... ¿Y cómo es que eres universitario a esa edad? - insiste

 

¡Genial! ¿Y ahora qué le digo? Eso me pasa por ser tan apuesto, hasta a los hombres les es imposible olvidarme.

 

Cuando estoy por contestarle cualquier estupidez, una voz del otro lado de la puerta nos interrumpe.

- ¡Aquí se les paga por trabajar, no por andar de arguenderas! - logramos oír

De inmediato una sonrisa que me es difícil ocultar se plasma en mi rostro y es que hasta dormido podría reconocer esa voz. Es mi pequeña flor y por lo que escucho sigue de mal humor, pero no importa, yo me encargo de alegrarle el día.

- ¡A trabajar! - la escuchamos decir después de unos murmullos

En seguida la escuchamos tocar la puerta y antes de que su hermano hable, ella entra como toda una diva.

- Otra vez amenazando a los empleados - le reclama su hermano, pero por su sonrisa sé que no está para nada molesto

- Ya sabes que no me gusta tratar con parásitos - responde como si nada

 

Mi mujer es toda una fiera.

 

- Te aseguro que con estos chicos no tendrás ese problema - asegura poniéndose de pie - Lila ellos son los pasantes que trabajan para ti, señor, señorita, ella es mi hermana, la Gerente de ingeniería -

 

¿Lila?... ¿Gerente?... ¿Mi jefa?... ¡Esto sí que será interesante!

 

Escucho a Pamela presentarse, Violeta le dice algo, pero no le presto mucha atención a lo que dicen. En lo único en lo que logro concentrarme es en lo hermosa que se ve. Es cierto que ya la había visto hace un par de horas, pero es hasta ahora que puedo definir cada uno de sus rasgos. Apenas me giro me doy cuenta de que ya no es la niña a quien le di clases, ahora sus facciones son de toda una mujer. Su cabello que antes le llegaba a la cadera, está por encima de la cintura, con ligeras ondas y tan rojo como el fuego, además que ya no tiene las puntas violetas. Puedo notar que está más alta que antes, además que su cuerpo está mucho más definido. Y ese vestido rojo me hace recordar la noche que estuvimos juntos.

- Es un placer conocerla señorita, soy Jared Vega - aparento no conocerla, obvio para no levantar sospechas

- Violeta Sandoval - intenta presentarse

Tomo su mano con firmeza, pues está temblando. Tiene cara de haber visto a un fantasma y hasta se ve pálida ¡Esto será más divertido de lo que imagine! Imágenes de todas las cosas divertidas que podemos hacer empiezan a pasar por mi mente y eso me hace sonreír. Pero mi sonrisa desaparece en cuanto la veo trastabillar, sin dudarlo la abrazo contra mi cuerpo para sostenerla y evitar que caiga. Puedo sentir su corazón palpitar tan fuerte como el mío y me emociona saber que aun tengo un gran efecto en ella.

- Tranquila, ya estas conmigo y no pienso soltarte - le susurro

Es obvio que no solo me refiero a que no la dejaré caer, sino también al hecho de que no pienso alejarme de ella, ni ahora, ni nunca. Ella parece notar mis intenciones, porque apenas termino de hablar se desmaya en mis brazos.

Sin esperar a que algo más pase, la cargo en mis brazos y mientras salgo de la sala, empiezo a dar órdenes a quien se me atraviese en frente.

- Pamela, pide el elevador - ella va de inmediato

- Que alguna de ustedes llame al doctor - les digo a las secretarias que no dejan de gritar asustadas

- Yo puedo cuidar de ella, estudie para doctor - me informa Erick mientras camina detrás de mí

- Entonces ve por tu maletín - le hago saber

- El ascensor no sube, o baja, o como lo quieras ver. El punto es que no se abre - me avisa Pame

- Maldita sea, ¿Dónde está la oficina de Violeta? - le pregunto a Erick

- En el piso de arriba - responde

- Bien, iré por las escaleras, ustedes esperen el ascensor - demando sin dejar de caminar

Sin esperar a que me refuten algo, o peor aún, que Erick se de cuenta que me estoy llevando a su hermana inconsciente, me dirijo a las escaleras y las subo con rapidez. Al llegar al piso de las oficinas, empiezo a caminar por los pasillos sin saber muy bien a que oficina debo entrar. Hasta que una chica me mira a mi extrañada y luego a Violeta con terror.

- ¡Ay por dios, ¿Que le paso?! - pregunta acercándose

- Se desmayó ¿Cual es su oficina? - inquiero

- Es esa -  me señala una puerta que tiene el nombre de Violeta junto a su puesto

 

Seré estúpido.

 

La chica abre la puerta y al entrar recuesto a Violeta en un diván que está en uno de los costados.

- ¿Qué hago? - me pregunta la chica nerviosa

- Traele un té relajante - ordeno sin verla

Escucho la puerta abrirse y cerrarse en segundos. Y yo me quiero carcajear del hecho de que nadie se diera cuenta de mis intenciones ¿Ustedes si lo notaron? Si no, se los explico. Piensen... ¿Que arquitecto tendría un maletín de doctor en su oficina? ¿Para qué tendría que esperar Pamela el ascensor, si no tiene vela en este entierro? Y mejor aún ¿Cómo podría Violeta tomar un té relajante, si está inconsciente? Más relajada no podría estar.

Cómo pueden ver me aproveche de la confusión solo para deshacerme de ellos y poder estar a solas con Violeta. No se piensen mal, no quiero hacerle nada, lo que pasa es que estoy muy preocupado por ella y hasta cierto punto me siento culpable por su desmayo, se que la impresioné con mi atractivo. Así que aquí me voy a quedar a su lado hasta comprobar que esté bien.




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