Los Secretos de una Mujer

Guerra de tres

- Violeta -

 

Lo escucho decir algo más, pero no le prestó la suficiente atención como para entenderle, pues mis ojos están puestos en la puerta rogando que Jared no vaya a entrar mientras yo estoy abrazada de Sebastian. Estoy tan absorta en ello, que no me percato de la caricia en mi barbilla, hasta que siento los labios de Sebastian sobre los míos. Al principio pienso en alejarlo, pero sé que no puedo hacerlo si no quiero que note lo confundido que está mi corazón en estos momentos, así que muy a mi pesar, correspondo sus besos con la misma ternura con la que él siempre me ha besado.

Trato de no cerrar los ojos, pues cada vez que lo hago veo la imagen de Jared besándome y no puedo evitar comparar las sensaciones que cada uno provoca en mi. Los besos de Sebastian son suaves, tiernos, respetuosos y hasta tímidos, siempre me dan tranquilidad. Todo lo contrario de Jared, que por muy delicados que sean sus besos, siempre están llenos de pasión, deseo, entrega... y amor. Sus besos hacen temblar cada parte de mi cuerpo y me arrebatan hasta el alma.

Involuntariamente dejó salir un gemido, pero me sorprendo al darme cuenta que no es por el beso, sino por el aroma de su colonia que siempre me hace suspirar, roble y menta.

 

¿Roble y menta?

 

Sebastian no usa esa colonia, esa fragancia es de...

- Violeta -

 

Ay no!

 

Me separo de Sebastian con temor para poder ver a... Jared. Tiene una expresión serena y hasta indiferente, pero me basta con ver sus ojos para saber que está destrozado por dentro y que lo único que lo mantiene vivo es la rabia que siente en este momento. Es increíble que aún no haya corrido a arrancarle la cabeza a Sebastian, aunque creo que es por la impresión por lo que acaba de ver, parece que ni siquiera está respirando.

- Una disculpa por interrumpir, no estaba su secretaria y la puerta estaba abierta - se disculpa entre dientes

- Oh, no se preocupe creo que nos dejamos llevar, nunca lo había visto en la empresa ¿Es nuevo? - le dice Sebastián con verdadera curiosidad

- Al parecer ya no - responde mirándome con odio

Puedo ver que no se refiere al trabajo, sino a mi. Por lo que decido intervenir, antes de que Jared diga algo que nos ponga en verdaderos aprietos.

- Sebastian, te presento a Jared Vega, es uno de los pasantes que entraron a la empresa este año - le explico despacio, para luego dirigirme a Jared - Vega, Sebastian es... mi novio -

Nunca en mi vida me había dolido tanto decir esas palabras, pero ver como Jared se derrumbó por dentro, hizo que esa confesión fuera más letal que una daga en mi corazón. Pero al igual que él, tuve que tragarme mi dolor y fingir que estaba bien aunque por dentro esté muriendo.

Ambos estrechan sus manos y luego de haberse soltado, Jared se dirige a mi.

- Le traje los diseños que tenemos en mente para la construcción del nuevo restaurante - me entrega unas carpetas actuando con total profesionalismo

- Gracias, ya los reviso y les hago saber cualquier detalle - digo sin mirarlo

- Me retiro entonces, señorita, señor - dice en forma de despido

Jared sale como si aquí nada hubiera pasado, yo mantengo mi vista en la puerta por donde salió hasta que Sebastian me habla.

- ¿En que estábamos? - se acerca a intentar besarme otra vez

- En que debo ponerme al día para estar libre el fin de semana - comento regresando a mi silla tras el escritorio

- Cierto, claramente estás muy ocupada. Te dejo para que te concentres - se despide dándome un beso en la cabeza

 

Eso lo hubieras hecho hace 5 minutos.

 

Sebastian sale de mi oficina y yo me derrumbo en mi silla. Apenas estoy intentando controlar mi respiración, cuando Jared entra iracundo cual tornado.

- ¡¡¿TU NOVIO?!! ¡¿Me puedes explicar como carajos pasó eso?! - cuestiona descontrolado

- Por favor cálmate - trato de tranquilizarlo

- ¡No me pidas que me calme Violeta, porque eso no está en mi vocabulario ahora! - grita dándome la espalda

- Te prometo que no era mi intención lastimarte de esta manera - lamento arrepentida

- ¿En serio? Por que no parece, ¡Lo prometiste maldita sea! - reclama encarandome

- Yo no planee estar con él - me defiendo levantándome - llegó a la escuela poco después de que tú te fuiste y nos hicimos amigos, después de graduarnos me seguí encontrando con él en otros lugares por casualidad. Muchas veces me invitó a salir pero yo nunca acepté, hasta hace unos meses que nos encontró a mi familia y a mi cenando en un restaurante, él les pidió permiso para pretenderme, ellos aceptaron y yo ya no pude negarme -

- ¿Y por qué no? - interroga entre dientes

- Por, porque... -

Me mantengo en silencio por unos minutos para tratar de asimilar la situación en la que estamos lo que me hace reaccionar y explotar de rabia.

- ¿Por qué? ¡Por que tú te fuiste, me dejaste cuando yo más te necesitaba! - lo enfrento

- Te dije que volvería - se excusa

- ¡Pero nunca dijiste que te ibas a desaparecer en el proceso! - le reclamo - ¡Nunca llamaste ni escribiste, no volví a saber de ti! -

- Pero te hice una promesa, ¡Solo tenías que esperar! - se vuelve a exasperar

- ¡¡Y eso hice, te juro que lo hice!! Los primeros 2 años traté de entenderte y tuve la esperanza de que quizá volverías cuando cumpliera la mayoría de edad, pero eso no pasó y aún así te seguí esperando. El tercer año no podía con la rabia y la impotencia de no poder hacer nada para recuperarte; al cuarto la tristeza me empezó a consumir y tuve que poner todo de mi para no dejarme caer. Pero cuando se cumplieron 5 años, acepté que quizá tú no volverías, que tal vez ya te habías olvidado de mí y me rendí -




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