Los Secretos de una Mujer

Aunque pasen los años

- Violeta -

 

 

 

 (Cuatro días antes de la cena)

Logro escuchar unos leves toquidos en la puerta, pero no soy capaz de moverme. Por más que lo intento no logro hacer a mi cerebro reaccionar, no hablo, no lloro, no grito. No puedo sentir nada.

- Cariño, ¿Está todo bien? - esa es la voz de mi mamá - ¿Lila qué pasa? ¡Violeta reacciona por favor! -

Siento las manos de mi mamá acariciar mi cara a la vez que me habla con cada vez más desesperación. Hago acopio de todos mis sentidos para poder reaccionar y me trago el nudo que siento en el borde de mi garganta, hasta que por fin lo logro.

- Estoy bien mamá - susurro centrando mis ojos en ella

- ¿Que ha pasado, por que estas así? - sigue preguntando

- Nada mamá, yo solo... pensaba - respondo con voz neutral

- ¿Y tus pensamientos tienen algo que ver con que tu profesor de preparatoria saliera de la casa hecho una fiera? - interroga seria

El escucharla mencionarlo me hace reaccionar por completo, haciéndome sentir como primera emoción la sorpresa, seguida por el pánico. Es increíble que sea capaz de reconocerlo después de tantos años, cuando ni mis propios hermanos lograron hacerlo.

- ¿Cómo sabes que es él? - pregunto preocupada

- Tampoco es como si hubiera cambiado mucho en los últimos años. Ahora dime ¿Que estaban haciendo exactamente? - su mirada recorre todo el cuarto, que en este momento está hecho un desastre

Y con desastre me refiero a la ropa tirada por todos lados, la cama completamente destendida, las sábanas húmedas y una particular mancha de sangre que logré cubrir antes de que mi madre la viera.

- Bueno verás, es bastante curioso, resulta que Jared... el señor Vega ahora es arquitecto y... y esta haciendo su pasantía en la constructora - explico con nervios tratando de recoger cualquier evidencia de lo que haya pasado aquí

- Vaya eso no me lo esperaba - comenta sorprendida - pero sigo sin entender como terminó en la casa, específicamente en tu cuarto -

- Ah eso, es que se ofreció para traerme, pero su auto se averió a unas cuadras de aquí y tuvimos que venirnos caminando - hablo como si no fuera importante - obviamente no iba a dejar que se fuera todo empapado, así que lo invite a subir para que se secara mientras yo le buscaba algo de ropa en los cuartos de mis hermanos -

- Claro eso tiene sentido, bueno te dejo para que puedas vestirte - dice caminando hacia la puerta

Entiendo que lo dice por el hecho de que solo llevo puesto una camisa que apenas si me cubre el trasero. Y cabe decir que no es de ningún miembro de esta familia. Aún así no le presto mucha atención a su comentario. Empiezo a sentirme a salvo cuando la veo abrir la puerta, pero todo cambia cuando vuelve a hablar.

- Por cierto hija ¿No había puesto toallas limpias en el armario? - su pregunta me confunde, pero aún así respondo

- Am, si - aunque no fueron necesarias - ¿Por? -

- Oh nada, es solo que supuse que no tenías y por eso prefirieron usar las sábanas para secarse - se gira dándome una mirada tan tranquila que me da miedo

Yo volteo a ver la cama que aún está hecha un desastre y bastante húmeda. No hay que ser muy inteligente para saber lo que pasó, solo es cosa de contar 1 + 1.

- ¿Que me estás ocultando Lila? - cuestiona al ver que no soy capaz de hablar

Trato de pensar en una excusa creíble para decirle, pero no se me ocurre nada. Totalmente rendida me dejo caer en la orilla de la cama, con los codos sobre las rodillas y las manos enterradas en el cabello.

- No sé que hacer mamá - empiezo a sincerarme - todos estos años he creído que estoy haciendo lo correcto, pero ahora ya no estoy tan segura -

- ¿Por qué lo dices hija? - la siento sentarse a mi lado

- ¡Porque lo amo mamá! - empiezo a llorar con desesperación - Lo amo como nunca creí amar a alguien, te juro que puse todo de mi para olvidarlo pero no pude y creo que nunca podré -

- No veo cual sea el problema - comenta relajada - si se aman tienen derecho a estar juntos -

- Debes saber que no estoy hablando de Sebastián - le aclaro

- Tampoco yo. Sebastian es un buen chico y sé que te ama, pero por mucho que lo hayas intentado tú nunca has podido ni podrás amarlo - levanta mi cara para mirarla - y ahora se que es porque tu corazón siempre le ha pertenecido a tu profesor -

- ¿No estás molesta? Ni siquiera te ves sorprendida - comento extrañada

- Eso es porque siempre lo supe - su confesión me sorprende - ay hija no me mires así, ¿En serio creíste que no me iba a dar cuenta de como te brillaban los ojos cada vez que lo veías? -

Siento mis mejillas arder y no puedo evitar sonreír entre lágrimas. Bien dicen que no hay nadie que te conozca mejor que tus padres y yo lo acabo de comprobar.

- Y respondiendo a tu pregunta, nunca me molestó - continua - sobretodo porque también pude ver que su amor por ti era igual de sincero -

- Pero era mi profesor - trato de ser razonable - y yo menor de edad -

- Y entiendo que eso les haya impedido estar juntos, pero no para que se amaran - comenta sin perder su sonrisa - pero ahora las cosas han cambiado y los obstáculos que antes tenían ya no existen hoy; mientras que su amor sigue intacto. Es por eso que no entiendo por que insistes en alejarlo de ti -

- ¡Porque tengo miedo, ya perdí a papá y no quiero... -

- ¿Que tiene que ver tu padre con todo esto? - me interrumpe

Al principio me debato en si decirle o no, pero al final comprendo que ya es momento de sacar a la luz este secreto que lleva años consumiéndome. El problema es que no sé como.

- Por él es que discutía con todo el mundo, fue el dolor que él me causó lo que me hizo alejarme de todos. ¡Ni siquiera pude despedirme de papá! - bien ya lo dije y esta vez no voy a callarme - nos amábamos, es cierto, pero eso no fue suficiente. Él decidió alejarse pues yo era muy joven para que estuviéramos juntos y no quería que me sintiera atada a él, ahora lo entiendo, pero en ese momento no fue así. Me sentía triste, frustrada, molesta por no poder hacer nada para mantenerlo a mi lado -




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