Los Secretos Del Desierto: * Ecos De Los Cuatro Vientos *

EL TROVADOR SIN PATRIA

Dicen que el tiempo olvida… pero hay canciones que lo desafían.

Yo soy quien las recuerda.

Mi nombre se ha perdido entre arenas, olas y copos de nieve,

pero los pueblos me llaman el trovador sin patria,

porque mi hogar no está en ningún reino,

sino en las historias que el viento me susurra cuando nadie escucha.

He cruzado los cuatro horizontes,

donde los soles y las lunas nunca se encuentran,

donde cada estrella guarda el eco de una promesa rota.

He bebido vino con los mercaderes de Namhara,

que juran que las dunas hablan en las noches sin luna,

y que los antiguos espíritus del desierto siguen vigilando los pasos de los reyes.

He danzado bajo los árboles eternos de Holaguare,

donde la niebla cubre secretos que ni la reina confiesa,

y donde los bosques aún recuerdan los nombres de los que desaparecieron entre sus raíces.

He sentido el frío mortal de Solantre,

el reino que duerme bajo su propio hielo,

donde las lágrimas se vuelven cristal y los juramentos, piedra.

Allí escuché a un anciano decirme que el amor puede sobrevivir incluso al invierno de los hombres.

Y he visto, con mis propios ojos,

la magnificencia de Portial,

el reino de los mares insondables,

donde las torres blancas se alzan sobre las olas

y los cantos de las sirenas no son leyenda, sino advertencia.

Cuatro reinos. Cuatro mundos.

Cuatro pulsos que laten al compás del mismo destino.

Cuatro pulsos que laten al ritmo del mismo sueño.

Yo los llamo heridas del tiempo…

aunque otros, con menos fe, los llaman naciones.

Porque tras cada bandera ondea una historia olvidada.

Un amor que el deber sepultó.

Un pacto que la ambición quebró.

Un niño que heredó la guerra.

Una reina que soñó con el poder.

Un hombre que perdió su nombre entre las sombras.

Yo he recogido sus voces.

Las he guardado en mi laúd,

entre cuerdas que vibran con dolor y esperanza.

Esta es mi ofrenda para quien escuche,

para quien aún crea que los mitos respiran bajo la piel del mundo.

Escucha, viajero.

No cierres los ojos.

No temas si el viento susurra tu nombre.

Tal vez no sea el viento…

tal vez sean las historias mismas, que aún buscan ser contadas.

Porque mientras haya alguien dispuesto a oírlas,

los reinos no caerán del todo en el olvido.

Y yo, el trovador sin patria,

seguiré cantando…

hasta que el tiempo recuerde lo que quiso olvidar.




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