Una vez lloré por mi historia, fui la primera en hacerlo, allí sentí el final: mi cerca mi lejos.
***
Otra vez vuelves, y aunque me hablas sé que a su vez guardas silencio…
¿Qué es lo que escondes? ¿Qué es lo que me dices de varias formas y yo no entiendo? ¿Qué es lo que siembras de poco en poco con mucho cuidado en mi suelo?
Aveces lo puedo ver pero yo no quiero que sea cierto… pero lo es: te estás despidiendo sin hacerlo.
Me dejas caer que es tu tiempo, tu tiempo de continuar, de dejar el mundo de los sueños, de enfocarte y avanzar en tu realidad.
Me mientes diciendo que todo será igual, que no soy yo la causa de tu receso.
No te creo aunque quiero y me guardo secreto, el secreto de querer ser más de carne y hueso, el secreto de querer traspasar los límites de mi destierro al mundo subjetivo donde se dispersa el recuerdo confundiéndose con algo que de tan lejos y de tanto tiempo puede creerse incierto…
Amordazo mis miedos y espero en silencio…
Aprieto con fuerza el amarre de mis mariposas para que no se lancen al vuelo, para que no sueñen, para que no despierten, para que no lloren si descubren que no existe para ellas el cielo. — “Cobarde…” —¡¡Y qué si hallo inteligente serlo…!!
Espero con ellas atoradas en mi pecho y no me permito soñar con cómo puede ser verte de nuevo… ¡Gracias al cielo! Porque un reencuentro torpe es lo único que encuentro.
…
Estás, frente a mi te tengo, pero al mismo tiempo no estás, como si me miraras desde detrás del espejo. Una escarcha triste difumina tus gestos y mis mariposas van cayendo en trocitos de hielo.
Aun así estas pendiente aunque no lo pretendes, siendo mi molesto héroe como en mis sueños; me esperas y escoges, te adelantas y me defiendes… pero se me vuelven extrañamente extraños tus favores: no emanan calidez de vida, si no frialdad de final y muerte.
…
— Este es el final, tu nunca más — me confiesa en susurros el cuervo
Te miro, solo 5 metros, y nunca antes te he sentido tan irónicamente cerca y a la vez tan irremediablemente lejos…
***
Esa vez lloré por mi historia, fui la 1era en hacerlo y salió de detrás del armario el más grande de mis miedos…
¿Qué es lo que me aterra?
El pensar que quizá tú también me quisieras, que tú y yo compartamos el mismo secreto
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Vamos, sana ya corazón…
Déjalo ser, extiende tus alas y date de nuevo la oportunidad de danzar con el viento incierto.
Si crees que debes llorar hazlo ya, pero a por todas, de una vez; que las lágrimas limpien tu alma, encuentra el lugar donde se estancan, la causa de ello, y desbórdalas hasta volver barro el polvo de tu suelo.
Que esta vez sepas porque lloras y que la causa valga el desvelo.
Da en silencio los adioses nunca dados y acepta tu “nunca más” porque atiende, es este, no hay más secretos.