13 | No hay luz sin oscuridad
—Bueno, cuéntame, ¿cómo has estado estás semanas? —me pregunta en cuanto se sienta y me ofrece el plato de galletas. —¿Qué tal el viaje a la nieve?
Cuando pienso que ya todo el mundo ha olvidado el viaje a la nieve, alguien pregunta sobre él. Me encojo de hombros en respuesta, y en realidad no es porque no quiero hablar de ello, sino porque siento que ha pasado mucho más tiempo del que en realidad ha pasado.
—En realidad, creo que hay demasiadas cosas que podría contarte de estas tres semanas.
—Estoy lista para escucharte —dice recolocándose en el sillón frente a mí.
—Aiden y yo hemos roto, oficialmente.
—¿Y, cómo estás?
—Estoy bien —La voz me tiembla y me hace quedar de mentirosa. —. Estoy bien —repito, esta vez controlando la voz —. Todo el mundo espera que esté mal porque mi novio y yo hemos roto, pero estoy bien. Es solo que… pensaba que no cambiaria nada entre nosotros, que seguiríamos siendo amigos y ya ni siquiera nos saludamos en los pasillos —Me sorbo la nariz y miro hacia arriba en un intento por mantener controlada la carrera de lágrimas que quiere comenzar. —. Estoy bien, pero echo de menos a mi amigo.
—Entiendo por lo que estás pasando, Alex. Estás pasando por un duelo, y es normal sentir emociones como tristeza, ira, y negación. Estás adaptándote a la nueva realidad sin Aiden —explica —. Por eso es importante que te permitas sentir y procesar esas emociones, en vez de reprimirlas o ignorarlas. El duelo es natural y necesario para sanar y seguir adelante.
Sé que Joanne tiene razón. Es solo que… siento que me estoy perdiendo a mí misma, otra vez. Siento que estoy perdiendo el control. Es como si la casita en la que me había refugiado después de lo que pasó, esa especie de burbuja que construí para protegerme estuviera empezando a desmoronarse. Y cada vez que intento reconstruirla, parece que se filtran más cosas, como si Aiden fuera la única cosa que la mantenía a flote, pero ahora… ahora estoy sola con mis pensamientos y mis miedos.
Las manos me comienzan a temblar sobre la pierna y vuelvo a estar al borde de las lágrimas otra vez. Joanne no interviene, está en silencio mientras me observa antes de decidir sentarse a mi lado.
—He tenido bastantes ataques de ansiedad últimamente —confieso cuando Joanne se sienta a mi lado y comienza a acariciarme la espalda. —. Me siento a la defensiva y apenas soy capaz de dormir. Estoy hecha un cuadro —Es apenas un susurro, y aunque lo intento, las lágrimas acaban por salir —Y las pocas veces que consigo dormir, es como si mi mente no pudiera descansar. Las pesadillas son constantes, y cuando no me despierto por eso, me despierto con la sensación de ahogo, como si estuviera teniendo un ataque de ansiedad mientras duermo. No puedo más, Joanne. Me siento atrapada, estoy en el fondo del pozo.
Joanne permanece en silencio por un momento, dejando que mis palabras se asienten en el aire tenso que nos rodea. Su presencia tranquilizadora es reconfortante, y siento una oleada de gratitud por tenerla a mi lado.
—Alex, lo que estás experimentando es muy difícil, pero quiero que sepas que no estás sola en esto —dice Joanne con voz suave, su mano aun acariciando mi espalda con ternura —. Reconocer tus emociones y compartir tu dolor es un paso importante hacia la curación. Pero también es crucial que te des permiso para sentir y procesar estas emociones sin juzgarte a ti misma.
Su apoyo y comprensión son como un bálsamo. Es agradable, aunque aún me siento abrumada. Las lágrimas siguen deslizándose por mis mientras asiento en silencio, agradeciendo el espacio seguro que Joanne ha creado para mí.
Tomando un respiro profundo en un intento por aliviar la presión del pecho que estaba empezando a formarse, me esfuerzo por reunir mis pensamientos.
—Gracias, Joanne —murmuro con la voz entrecortada.
En respuesta solo asiente y sé que si no estuviera sentada a mi lado, tratando de que no me venga más abajo, estaría apuntando toda esta situación en su cuaderno rojo.
La idea de cambiar de tema me parece atractiva. Necesito un respiro, y pensar en el viaje a la nieve y todas las cosas que han ocurrido, y las personas con las que las he compartido, hacen que mi corazón se sienta calentito.
—Aunque fue la razón por la que me peleé con Reagan, el viaje a la nieve fue divertido.
La sorpresa se refleja en los ojos de Joanne, pero no tarda en convertirse en una sonrisa comprensiva. Está dispuesta a seguir el cambio de tema.
—Me alegro de que te divirtieras, Alex —responde con calidez, animándome a seguir.
Los recuerdos del viaje a la nieve inundan mi mente, trayendo consigo sonrisas y risas compartidas. Se lo comienzo a contar, desde el primer momento en el que comencé a ver Friends hasta el momento en el que me caí de culo esquiando.
—Es guay haber retomado la amistad con Beau —digo y ella asiente de acuerdo.
—Parece alguien divertido —comenta, ya no me acaricia la espalda, está recostada al otro lado del sofá, sobre el reposa brazos, y el plato de galletas no está en la mesa, sino que está entre nosotras.
Editado: 07.09.2024