Un año después, el mundo estaba en paz.
Los Seis del Último Día se habían convertido en leyendas, pero habían vuelto a ser personas. El gobierno, las organizaciones heroicas, las naciones, todos los sistemas de poder, aún les debían una deuda de gratitud eterna. Pero, por primera vez, no estaban allí para cobrarla.
Orien entrenaba a niños con dones, transmitiendo el conocimiento de la responsabilidad que venía con el poder. Lyra enseñaba control emocional a jóvenes superhumanos, ayudándoles a comprender sus emociones para no ser destruidos por ellas.
Una nueva generación comenzaba a surgir.
Y mientras caminaban hacia el futuro, tomados de la mano, contemplaban el amanecer.
—¿Crees que dure?
—El mundo no lo sé. Pero tú y yo… sí.
FIN