Los siameses Berthol

Prólogo

Prólogo.

 

 

 

 

 

 

 

No existe nada más aterrador que el miedo mismo a los hechos que nos conduce la mente. Los siameses Berthol son una verdadera pesadilla como lo dice la voz en off que va narrando cada situación inesperada. Un grupo de chicos empecinados a irse de vacaciones, otro en búsqueda de un pueblo. El pueblo de Baba, donde la leyenda de los siameses se va clarificando a medida que acontecen los capítulos que hacen a la historia. La misma partiéndose en tiempos desiguales. El terror es el nexo entre la maldad y la venganza con la que los Berthol actúan con cada uno de los que hicieron daño a ellos. El estilo gore se hace presente, en diferentes situaciones que van produciéndose. Podemos ver como los pueblos que con sus nombres hacen llamar al lector al mejor estilo espectral. Lo que realmente importa indistintamente de lo que los asesinatos conllevan es el motor que los impulsa a realizarlos, y que el lector quede atrapado en cada crimen explicando detalladamente lo que sucede con las víctimas como también los métodos de tortura que se aplican, que no difieren de los que fuesen utilizados a lo largo de la historia, y que se generaron en la antigüedad en los civilizaciones, como la edad media con la santa inquisición, y que vienen de la mente más retorcida del ser humano en su macabra expresión, pues la idea de intentar destruir la carne, a través de aquellos procedimiento no son otra cosa que una forma de poder, al igual que también de miedo para mantener ello. No obstante el universo de los siameses Berthol es una suerte de elucubración siniestra e infernal. No es el de dante, sino algo peor, en el cual practican cada venganza con una pasión desmedida. Ni siquiera el que la santa biblia nos provee. Y el bosque es un lugar hipnótico en que cada uno que se adentre a ello no sabrá ¿dónde está? La niebla, y las piedras. Todo en un papel importante que hacen a la historia más interesante, al estilo de las viejas y clásicas películas del terror sangriento, y espeluznante con un toque satírico e irónico sobre la muerte. Juega en ello el misterio que se incorpora con cada suceso, sin intermediaciones que no sean temporales, pues para entender la obra solo el comienzo puede ser un fin, si realmente tiene fin esta historia.

 

Diego Leandro Couselo

 

 




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