Los sueños de Dominic

3. Marcando terreno

 


—¿Qué pasa gringa? —saludó Dominic a la hija del entrenador. Empezaba a sentirse famoso al ver que ya era la segunda persona que iba a su casa a buscarlo. Justamente fue a abrir la puerta de su casa para salir y dar una vuelta cuando vio a la rubia dispuesta a tocar la puerta.

—¿Puedo pasar? —preguntó abriendo más la puerta para poder entrar.

—En realidad voy a sa... —Rodó los ojos viendo como pasaba al interior de su casa, después cerró la puerta acompañando a su nueva invitada a la sala—. ¿A qué debo este placer?

Ella lo miró como si quisiera ver más allá de los que sus ojos podían ver, luego observó su casa. No era una casa muy lujosa, pero tenía lo necesario para vivir. Los muebles no eran muy caros, las paredes estaban llenas de fotos de él y de su familia y algún que otro cuadro de adorno.

—¿Puedes guardar un secreto? —cuestionó fijando su mirada en la de Dominic.

Con tan sólo esa pregunta él supo a que ella había venido. La rubia quería saber si él podía mantener el secreto de la relación que tenía con el antiguo pitcher de los Halcones. Dominic no entendía como a ella le gustaba un tipo como él, pero a pesar de que no lo conocía del todo, él había jugado contra él cuando estaba en su equipo y nunca se habían llevado bien, además de que se escuchaban malos rumores de él. Él fingió pensarlo.

—De poder puedo, la pregunta sería si quiero.

Ella volvió a mirarle esta vez con una sonrisa en el rostro. Llevaba su cámara colgada en el cuello y Dominic negó con la cabeza.

—Estás loca atreviéndote a salir con eso colgado en tu cuello. —señaló la cámara con su dedo índice—. No la quieres mucho.

Stephany miró su cámara y luego a él. No estaba loca pero al estar fotografiando todo lo que le parecía interesante se le olvidaba guardar la cámara en el estuche que llevaba dentro de su mochila porque estar exhibiendo su cámara era llamar mucho la atención de los ladrones, y con toda la tranquilidad del mundo ella guardó su cámara. A Dominic casi le desesperaba. No era para nada paciente.

—En ese caso, ¿quieres guardarme el secreto de lo que viste anoche?

—No me interesa tu vida personal. Si te gusta el sanky panky ese, no es de mi incumbencia.

Era en parte verdad, pero desde que la vio aquella vez quería saber más de ella y tenia tantos deseos de preguntarle el por qué salía con ese tipejo.

—Sin embargo, mereces a alguien mejor —le aconsejó. Optó por decir y no reflejar ningún tipo de interés por ella.

—Gracias por tu consejo y por tu discreción. Nos vemos mañana en el entrenamiento a menos que te sientas avergonzado, después de la paliza que te di.

Dominic soltó una risita.

—La tercera pelota iba a ser un jonrón

—Si es lo que quieres pensar para poder dormir en la noche —se burló saliendo de la casa. Dominic sonrió.

Stephanie sabía que sí su padre se enteraba de que estaba saliendo con aquel que traicionó a su equipo, ella se vería en serios problemas. Jefferson era un hombre protector con aquello que quería y Stephanie era su única hija y no iba a permitir que jugarán con sus sentimientos, además de que quería a alguien con un buen futuro por delante, no quería a un tiguere que no tuviera las aspiraciones para crecer y llevar una buena familia, pero a pesar de que su anterior pitcher no era un don nadie no lo quería para su hija porque era un gran traidor y si traicionó al equipo que supuestamente consideraba que era su familia, traicionaría los sentimientos de su hija y no quería eso para ella. Por esa razón, Stephany mantenía su relación en secreto con él, aunque algunos de los integrantes de los Halcones, como por ejemplo Rayner sabía la relación que había con el antiguo lanzador, sin embargo, no quería que otras personas descubrieran su secreto y causarle un dolor a su padre a pesar de que quería estar con aquel chico que su padre no aprobaba, porque al fin y al cabo su padre sabía los sentimientos que ellos tenían el uno por el otro, que por un lado sintió alivio cuando se fue con los Escorpiones de Los Minas.

Por otra parte, Andy se pasaba el tiempo pensando en aquella chica de cuyo nombre desconocía, desde que la había visto en la casa de Dominic quería conocerla, pero también tenía que ganarse la confianza de su amigo —aunque no sabía si lo consideraba amigo o un simple compañero de béisbol—. Había dicho que la iba a olvidar, pero deseaba conocerla y no sabía si iba a poder cumplir su palabra. Entonces él la vio, ya que coincidieron en el mismo carro de concho que se dirigía a los Mameyes. La saludó, ella sonrío y él le recordó quién era y la castaña con su hermosa sonrisa le dio su nombre. Luego de las presentaciones y del breve tiempo que tenía con ella decidió invitarla al partido del sábado, ella aceptó.

 

⚾ ⚾ ⚾ 


La noche siguiente, el entrenamiento fue bastante intensivo, fue unos de los peores entrenamientos. El entrenador ordenó que cada jugador corriera, después que batearan aquellos que necesitaban reforzar el bateo, luego puso a Dominic para que bateara la pelota lo más lejos posible para quienes estuvieran en la defensiva pudieran reaccionar lo suficientemente rápido para hacer un out. Quería ganar el partido de mañana el cual era un juego que podía limpiar el nombre de los Halcones, por ello motivó a Dominic con un entrenamiento más fuerte que los demás jugadores y le había advertido que no quería ninguna tontería de parte de él, que quería que mañana salieran los ganadores, porque dicho partido se iba a jugar en el campo de Los Mameyes, contra los jugadores de Villa Faro, por lo tanto debían marcar su terreno. Debían limpiar la vergüenza de la semana pasada y los malos rumores que ganaron cuando el pitcher los abandonó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.