Los tesoros del Mar Prohibido

Capítulo 1

El viento silbaba entre las velas de La Tempestad Roja para ondearlas con fuerza mientras el barco cortaba las aguas oscuras del mar. Los primeros rayos de un sol moribundo pintaban el cielo de un color naranja intenso, y el reflejo en el océano parecía una mezcla de fuego y sangre.

Scarlett “Tormenta Roja” estaba de pie en la proa con su silueta esbelta y amenazante recortada contra el horizonte. Su cabello pelirrojo, tan vibrante como su apodo, se agitaba salvajemente con la brisa marina.

Había algo inquietante en el aire. La chica lo sentía en los huesos. Después de años navegando, sabía reconocer cuándo una tormenta se avecinaba, ya fuera en el cielo o en el corazón de los hombres. Hoy, esa tormenta no estaba en las nubes, sino a bordo de su propio barco.

—Capitana —la voz ronca de Jonah, su segundo al mando, interrumpió sus pensamientos—. Los vigías han visto un barco al sur. Es el Reina del Mar, el navío de Drake.

Scarlett apretó los dientes. El nombre de Drake había sido un veneno en su mente durante semanas. Un pirata ambicioso que había estado ganando terreno rápidamente en las aguas del sur, y que más de una vez había intentado aliarse con ella. Sin embargo, la joven no hacía alianzas. La Tempestad Roja no respondía a nadie más que a su capitana. Drake no lo había entendido. Y ahora, tras meses de tensiones, la confrontación final estaba a punto de suceder.

—Que preparen las armas —ordenó la capitana con frialdad. Sus ojos verdes eran tan gélidos como el mar en invierno. Se posaron en el horizonte donde apenas se distinguía la vela enemiga—. No les daremos tiempo de reaccionar.

El sonido de pies corriendo por la cubierta resonó mientras su tripulación, una banda feroz de piratas que la habían seguido desde los días más oscuros, obedecía sin vacilar. Scarlett caminó con pasos seguros hacia el timón, donde un joven pirata llamado Luka estaba controlando el rumbo del barco.

—¿Estás listo, chico? —le preguntó con una sonrisa afilada. Luka asintió con una mezcla de emoción y miedo en los ojos. Sabía que cualquier enfrentamiento con la capitana al mando no sería una batalla común. Sería una tormenta.

—Siempre, capitana —respondió con las manos aferradas al timón con más fuerza. El muchacho apenas tenía veintiún años, pero ya había demostrado ser más capaz que muchos otros piratas más experimentados.

Scarlett observó cómo las velas se tensaban y su barco aceleraba. La adrenalina empezaba a correr por sus venas. Este era su momento, su elemento. En el fragor de la batalla, la chica era invencible. No había lugar para el miedo, solo para la victoria. La traición era inevitable en su mundo y ella siempre estaba preparada.

De repente, algo en el horizonte cambió. El Reina del Mar no estaba maniobrando para el combate. En lugar de prepararse para luchar o huir, el barco de Drake parecía esperar. La joven frunció el ceño con una sensación de inquietud que crecía en su interior.

—¿Qué demonios está tramando? —murmuró para sí misma.

—Capitana, algo no está bien. Es como si… nos estuvieran esperando —se acercó Jonah con los ojos llenos de duda.

La muchacha levantó la mano para callar cualquier palabra más. No necesitaba que su marinero le recordara lo obvio. Podía oler la trampa en el aire, pero retroceder no era una opción. No cuando el destino del Mar Prohibido estaba en juego.

El choque de los barcos fue inevitable. La Tempestad Roja se acercó con una velocidad mortal y sus cañones rugiendo antes de que el primer grito se escuchara. Las balas de cañón se estrellaron contra el casco del Reina del Mar, astillando madera y levantando el humo de la batalla.

—¡A ellos! —gritó Scarlett con la espada desenvainada reflejando la luz del sol poniente. Saltó a la borda del barco enemigo con la agilidad de un felino, seguida de su tripulación que rugía con furia.

La cubierta del Reina del Mar se convirtió en un caos. Los piratas chocaban entre sí, el sonido del acero llenaba el aire. La chica se movía entre ellos como una sombra letal mientras su espada cortaba a cualquier hombre que se atreviera a interponerse en su camino. Mientras luchaba, no pudo evitar sentir que algo no estaba del todo bien.

—Drake —murmuró entre dientes, buscando con la mirada a su rival.

Entonces lo vio. El chico estaba en la popa del barco, observándola con una sonrisa triunfal en el rostro. Y fue entonces cuando lo entendió.

Una explosión sacudió el aire y Scarlett fue arrojada al suelo por la fuerza del impacto. Aturdida, se levantó tambaleante y la visión borrosa. El olor a pólvora quemada llenaba sus pulmones mientras el humo la envolvía.

—El barco —la joven apenas podía ver entre el caos. Se giró justo a tiempo para ver cómo La Tempestad Roja se consumía en llamas. Los gritos de su tripulación resonaban en la distancia, pero todo era confusión.

Habían sido traicionados.

La capitana se giró hacia Drake con la rabia hirviendo bajo la piel y le gritó:

—¡Maldito seas!

El chico rio con la espada desenfundada, pero no hizo ningún esfuerzo por atacar.

—¿De verdad pensaste que iba a pelear de frente, Scarlett? Sabes que en el mar, la astucia siempre supera a la fuerza —le dijo él con una sonrisa de victoria dibujada en sus labios.



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Editado: 17.03.2025

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