La luz del faro se proyectaba sobre el mar, guiando a La Némesis hacia el horizonte. La tripulación estaba agotada, pero animada por la perspectiva de avanzar hacia su destino.
Los dos capitanes observaban la luz desde la cubierta, conscientes de que la verdadera prueba aún no había terminado. Habían encendido el faro, mas eso solo había sido una parte del viaje. El Corazón del Leviatán aún se encontraba más allá de la línea del horizonte y el mar estaba lleno de peligros inesperados.
La noche había caído y el navío navegaba bajo un cielo estrellado. La atmósfera en la cubierta estaba tensa, no obstante, expectante. Los marineros se movían con cautela, conscientes de que cualquier error podría tener consecuencias desastrosas.
Scarlett, envuelta en una capa contra el frío de la noche, se acercó a Adrian, que estaba en la proa, mirando fijamente la luz que aún se extendía hacia el mar.
—No puedo dejar de pensar en lo que nos espera —dijo ella con la voz apenas en un susurro contra el viento—. El faro nos ha mostrado el camino, sin embargo, eso no significa que esté libre de peligros.
—Lo sé —asintió él con una expresión sombría—. El Mar Prohibido es famoso por sus trampas y secretos. Si hemos llegado hasta aquí, significa que hemos superado una parte del desafío. Pero aún queda mucho por hacer.
—¿Qué crees que encontraremos cuando lleguemos allí?
—No lo sé. Sea lo que sea, debemos estar preparados —el capitán la miró con una mezcla de incertidumbre y determinación—. La leyenda dice que el Corazón del Leviatán es una reliquia poderosa, custodiada por los espíritus del mar. Puede que nos enfrentemos a cosas que no podemos imaginar.
La conversación fue interrumpida por un grito proveniente de la cubierta inferior. Scarlett y Adrian se dieron la vuelta para correr hacia el origen. Al llegar, encontraron a un grupo de marineros reunidos alrededor de un joven marinero que yacía en el suelo, inconsciente.
—¡¿Qué ha pasado?! —quiso saber el capitán con la voz llena de preocupación.
—¡No lo sabemos! —contestó uno de los marineros con el rostro pálido y tembloroso—. Se desplomó de repente y no podemos despertarlo.
La chica se agachó junto al marinero y examinó su estado. La piel del joven estaba pálida y fría, y sus respiraciones eran irregulares. No parecía haber heridas visibles, pero su condición era grave.
—Necesitamos llevarlo a la enfermería y hacer todo lo posible para reanimarlo —dijo la muchacha al levantarse con decisión. La situación estaba fuera de control y necesitaban actuar rápidamente.
Mientras llevaban al marinero a la enfermería, los dos capitanes intercambiaron miradas preocupadas. Algo no estaba bien y el ataque del marinero era solo una señal de que lo que venía era aún más peligroso.
La noche continuó en un estado de inquietud, con la tripulación tratando de hacer frente a la situación.
***
A la mañana siguiente, La Némesis continuó su travesía hacia el horizonte, siguiendo la luz del faro. La isla prometida por el mapa comenzaba a tomar forma, una masa oscura y enigmática que emergía del mar. La isla tenía un aspecto desolado y salvaje, con acantilados escarpados y una vegetación densa que parecía esconder secretos oscuros.
El barco ancló en una cala cercana a la base de la isla. Scarlett, Adrian y un grupo de marineros desembarcaron, preparando sus armas y equipos para explorar la isla. La atmósfera estaba cargada de una sensación de anticipación y ansiedad. La vegetación era densa y parecía casi viva, con ramas que se movían suavemente con la brisa.
—Estad en alerta —ordenó la chica a la tripulación—. Esta isla puede tener trampas y peligros ocultos.
Adrian, con su sable en mano, avanzó a su lado y le murmuró:
—Sigamos el mapa y busquemos el lugar donde debería estar el Corazón del Leviatán. No podemos perder tiempo.
Mientras se adentraban en la isla, el entorno se volvía cada vez más siniestro. La vegetación era espesa y las sombras parecían moverse con vida propia. El suelo estaba cubierto de raíces enredadas y rocas resbaladizas que dificultaban el avance. A medida que avanzaban, comenzaron a encontrar señales de que otros habían estado allí antes: antiguos símbolos grabados en las rocas y restos de fogatas apagadas.
—Parece que no somos los primeros en buscar el Corazón del Leviatán —comentó Scarlett observando las marcas en las rocas.
—Esto indica que la isla ha sido un lugar de interés durante mucho tiempo. Debemos estar preparados para cualquier cosa —confirmó Adrian con la mirada fija en el mapa.
Llegaron a un claro en el centro de la isla. En el centro del claro había una estructura antigua, similar a un templo o una fortaleza, con muros de piedra desgastados y una entrada oscura. La estructura estaba cubierta de enredaderas y parecía haber estado abandonada durante siglos.
—Aquí es —afirmó el capitán al señalar la entrada del templo—. El mapa indica que el Corazón del Leviatán está dentro de esta estructura.
—Parece que el lugar está protegido por algún tipo de trampa. No bajemos la guardia —la chica miró la entrada con cautela.
Entraron en el templo con precaución, las antorchas iluminando las paredes adornadas con antiguos símbolos y frescos descoloridos. El aire estaba cargado de un olor a humedad y a tiempo olvidado. El templo era un laberinto de pasillos oscuros y cámaras desmoronadas, con pistas y acertijos esparcidos por todo el lugar.