Los tesoros del Mar Prohibido

Capítulo 8

El sol se alzaba en el cielo, bañando La Némesis en una cálida luz dorada. El barco había zarpado de la isla desierta con el Corazón del Leviatán a bordo, sin embargo, la victoria estaba empañada por la tensión que envolvía a la tripulación. La esfera de cristal que llevaban era más que una reliquia; era un símbolo de poder y misterio que parecía resonar con una energía palpable.

Los dos capitanes se encontraban en la cubierta, observando el mar mientras el navío avanzaba hacia el siguiente destino marcado en el mapa.

—La esfera es preciosa, pero no sabemos mucho sobre ella —comentó Scarlett al romper el silencio. Su tono era reflexivo, mas su mente estaba ocupada por la incertidumbre.

—Eso es cierto —la mirada de Adrian estaba clavada en el horizonte con una expresión entre preocupación y determinación—. La esfera es solo una pieza del rompecabezas. La leyenda dice que el Corazón del Leviatán tiene el poder de controlar las mareas y los vientos. No obstante, no sabemos cómo usarlo, ni qué otras pruebas nos esperan.

Mientras hablaban, un marinero se acercó con una expresión preocupada y dijo:

—Capitán, hemos detectado un barco a lo lejos. Parece que se acerca con rapidez.

Los dos jóvenes se volvieron hacia el mar, donde una silueta de barco se dibujaba en el horizonte. El navío se movía con una velocidad inusual y su apariencia era imponente, con velas negras ondeando en el viento. La tensión en la tripulación aumentó a medida que el barco se acercaba.

—¡Preparad los cañones! —ordenó el capitán con tono autoritario—. No sabemos si vienen en son de paz o si son una amenaza.

Los marineros se apresuraron a preparar las armas mientras La Némesis se alineaba para enfrentar la posible amenaza. Scarlett observaba el navío enemigo con una mezcla de nerviosismo y curiosidad. Había algo en su apariencia que le resultaba inquietante, como si estuviera asociado a algo más oscuro.

A medida que la embarcación enemiga se acercaba, la chica pudo ver con más claridad el emblema en su velamen: un cráneo enmarcado por serpientes. La insignia le era familiar y un escalofrío recorrió su espalda.

—¿Reconoces ese emblema? —quiso saber Adrian al ver la expresión preocupada de ella.

—Sí —respondió con la voz tensa—. Es el emblema de los Rastros del Kraken. Son una banda de piratas temidos por su crueldad y por sus habilidades en la magia oscura. No es bueno que estén aquí.

El capitán frunció el ceño, observando el barco enemigo y sentenció:

—Entonces debemos estar preparados para cualquier cosa.

El navío, conocido como El Abyssal, se aproximó y se posicionó junto a La Némesis. Los piratas descendieron en botes, con una apariencia intimidante y una presencia que llenaba el aire de tensión. Su líder, un hombre alto y oscuro con una cicatriz en el rostro, se adelantó hacia Scarlett y Adrian.

—¡Bienvenidos a nuestro territorio! —rugió el líder con la voz resonando con un eco siniestro—. He oído rumores de que habéis encontrado el Corazón del Leviatán. Debéis saber que el mar tiene un precio para quienes buscan su poder.

—¿Y qué si lo hemos encontrado? —quiso saber Adrian al dar un paso hacia adelante con actitud desafiante—. No tenemos intención de compartirlo con vosotros.

—No estamos aquí para negociar. Venimos en busca de algo que nos pertenece. El Corazón del Leviatán es solo una pieza de un rompecabezas mayor. ¿No sabes que todo lo que tomas del mar tiene un precio?

Scarlett se tensó al oír esas palabras. Sabía que las leyendas sobre los Rastros del Kraken hablaban de un pacto oscuro con seres del más allá, y ahora parecía que sus peores temores se estaban materializando.

—¿Qué queréis de nosotros? —preguntó la chica intentando mantener la calma.

El líder de El Abyssal se acercó más, con los ojos ardiendo con un brillo maligno y dijo:

—Queremos lo que nos pertenece, y si no lo entregáis voluntariamente, lo tomaremos por la fuerza. Además, hay algo que debe ser dicho… el pasado nunca queda enterrado en el mar.

Con un gesto de su mano, los piratas avanzaron, preparando sus armas. La confrontación parecía inevitable. Los dos capitanes se prepararon para luchar, sabiendo que enfrentarse a los Rastros del Kraken no sería tarea fácil.

El combate estalló con rapidez. Los marineros de La Némesis luchaban con valentía, pero los piratas estaban bien entrenados y eran despiadados. Las espadas chocaban y el sonido de los cañones resonaban en el aire. Scarlett se movía ágilmente por la cubierta, bloqueando y atacando con precisión.

Adrian estaba en el centro del combate con su sable cortando a través de los enemigos con una habilidad que parecía sobrenatural. Su determinación era evidente, pero también había una sombra en sus ojos, como si estuviera enfrentando algo más profundo que simplemente una pelea.

En medio del caos, la chica logró acercarse al líder de El Abyssal. La batalla estaba en su punto álgido y el líder parecía concentrado en algo más que en el combate inmediato. La muchacha vio que su atención estaba en la esfera de cristal que guardaban con tanto cuidado.

—¡No te acerques al Corazón del Leviatán! —gritó Scarlett mientras avanzaba hacia él.



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Editado: 17.03.2025

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