Los Testigos

Capítulo: 14

—Tenemos el perfil de un presunto sociópata— insistió Miller restregando un poco su rostro con sus manos. 

Pronto estaría tan cansada que no hilaría las ideas y solo pensaría en ir a dormir. Se sentía agotada y cada vez más enfadada. 

—De acuerdo con su expediente escolar, algunos de los que solían ser sus maestros han dicho que le era difícil socializar— leyó Berwin de una de las hojas del montón que les habían llevado. —Pero siempre ha tenido problemas de estabilidad emocional—

—¿Con esta familia lo culpas?—

—Tiene demasiadas peleas en su expediente escolar— señaló Hastings alzando bastante sus cejas —En una de ellas terminó detenido—

—Eso explicaría demasiado— admitió Agatha —Cómo el por qué lanzó la silla en medio interrogatorio—

—El otro rubio también lo ha hecho, solo que con el café—

—Ese ha estado tan nervioso que lo ha hecho por accidente— sentenció ella, —No lo ha hecho con intención—

La detective soltó un suspiro demasiado sonoro y miró a otra parte. 

Llevaba demasiado tiempo llorando y se negaba a continuar. 

Aquella noticia no había hecho más que causar un desequilibrio en ella. Se sentía agotada y demasiado triste como para si quiera hilar una sola idea. A pesar de no conocer a esa persona, el enterarse de su muerte había sido una de las piezas más dolorosas de aquel rompecabezas. 

Sobre todo cuando Larsson le entregó los resultados de la autopsia. 

La muerte que había tenido era un acto atroz, sobre todo si consideraba la edad de la víctima. Una maldita bala. No más. En el pecho. Justo en el medio. Solo alguien con una maldita vista de águila y una puntería demasiado entrenada lograría tal cosa. 

Necesitaban avanzar. 

Necesitaba que el culpable estuviera tras las rejas de inmediato. Cada segundo que estuviese libre, era como si estuvieran escupiendo en la víctima. 

—Creo que pudo haber manipulado...—

—La manipulación es un rasgo de los psicópatas— dijo ella. Y su tono sonó aún más cansado de lo que pretendía —No de los sociópatas—

—Bien, dejémoslo de lado— espetó Agatha y se apoyó en la mesa. —Tenemos a un vendedor de drogas muerto en una de las casas de las familias de la élite de la ciudad ¿Qué significa?—

—¿Qué sus fiestas son bastante salvajes?—

—Que alguien tiene una gran deuda—

El castaño asintió y se puso de pie. 

—¿Por qué te sigues cerrando a la idea de que Quinn Tremblay sea la culpable?— le preguntó Agatha. 

—Tenemos un lapso de tiempo, ¿Bien?— rascó un poco su nariz antes de agregar: —Quinn Tremblay estuvo desaparecida desde el miércoles. Nadie la vio. Tenemos una fecha probable que es a partir del jueves de esa semana—

—Sabes que es un supuesto únicamente—

—Cómo lo veo yo es que es una mujer con depresión, que ha huido de todos los problemas de su familia—

Quizás él estaba en lo cierto. 

—Bien— accedió. 

No entraría a una discusión por aquello. En aquel momento, la probabilidad de que Berwin estuviera en lo cierto y ella en un error era bastante grande. Así que lo dejó pasar. 

—Bien— volvió a decir —Descartadas tenemos a Quinn y a Florence—

—Por ausencia— agregó el castaño y ella asintió. 

—A diferencia de su esposa y cuñada, Ezra estuvo en la ciudad—

Iban tirando de un hilo. 

Así se sentía aquel caso. 

Habían empezado a tirar de un pequeño hilo suelto y no tenían idea de cuándo o cómo terminaría aquello. Pero solo les quedaba continuar tirando, con cuidado de no romperlo. Con la delicadeza debida.

—No hemos podido contactar a Ángela Essam para que testifique— leyó Miller de las notas de su libreta. —Esta desaparecida—

—Tenemos a la amante de Ezra Tremblay desaparecida después de haber estado internada en un hospital por un accidente automovilístico bastante curioso— agregó Berwin, mientras Agatha garabateaba algo en sus notas —Allegados a ella han dicho que no han logrado establecer contacto con Ángela e incluso hay un reporte de persona desaparecida—

—Bien— la chica daba leves golpecitos en su frente como si aquello fuera a despertar a todas sus neuronas que parecían apagarse a cada segundo. —Teoría. Ezra tenía tratos turbios con ...—

—Paul O'Neil— leyó Berwin de las hojas que Larsson les había dado con respecto al cadáver encontrado en el viejo mustang. 

—Con Paul— continuó —Algo sale mal. Sabemos que Ezra no es alguien sentimental, así que solo tira del gatillo y se descarga. Por eso los múltiples disparos—

—Necesitaríamos solicitar pruebas de balística para determinar si con la altura de Ezra es posible que los disparos terminen como lo hicieron—

—Bien, hay que decirle a Larsson entonces—

Miró su libreta. 

—Por otro lado tenemos al muchacho—

—Algo me dice que esta más jodido de lo que esperamos—admitió el castaño. 

—Tenemos un presunto sociópata que bien podría haber tenido un arranque de ira y...—la palabra no quedaba. 

Algo en ella le decía a gritos que no estaban utilizando la palabra que debían. Qué estaban errando en eso. Un pequeño error. 

Cosa de nada para muchos. 

Pero para ella eran segundos. Quizás minutos. 

Para Miller, el utilizar una palabra equivocada significaba gastar tiempo. En un caso que debería de estar resuelto para aquel instante. No podía ser tan complicado. A menos que hubiera sido planeado. 

Entonces no se trataría de un sociópata.

—¿Crees que haya manipulado?—

—Te apuesto que nadie de esa familia creería cuantas peleas hay en su expediente— admitió Berwin apoyándose un poco en aquella mesa de metal que ahora los dividía —Siento que...—

—Qué lo planeó todo— lo interrumpió. Y hubo un brillo en los ojos de su compañero, que bien, si no lo conociese tan bien lo habría pasado por alto. Pero su especialidad eran los detalles. 




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