Los Testigos

Capítulo: 21

Agatha mantenía su rostro dentro del lavabo, mientras que con ayuda de sus manos llevaba agua hasta su rostro para refrescarse. Intentaba que con ello, sus ideas se aclarasen aunque fuera un poco. 

Siete personas. 

Sabía que Ezra había llegado segundos antes del incendio, pero habían demasiados testigos que insistían en haberlo visto encerrarse en su estudio. 

El incendio había empezado en la sala. 

Florence casi se quedaba atrapada en la casa y solo había salido gracias a su hija. 

Quinn llevaba al menos dos días desaparecida. Si no es que más. 

Y el resto prácticamente eran pubertos para ella. Nadie que valiera la pena. 

Aparte del muchacho. Vaya que él tenía toda la finta de ser un problema. 

Hubiese permanecido con su rostro dentro de aquel lavabo de no haber sido por los gritos. Permaneció unos segundos en aquel baño después de cerrar la llave. Cuando el agua dejó de correr aguanto la respiración, solo para percatarse que no había imaginado aquello. 

Realmente había alguien gritando en la estación. 

Acomodando el cuello de su blusa salió de aquel baño, bastante desconcertada y curiosa. Hasta que vio a la pelirroja gritándole a Berwin. 

—¿Dónde carajos está?— preguntó una vez más la chica alzando su voz. Berwin intentaba tranquilizarla. 

Ni siquiera Agatha lograba entender las cosas que Berwin le susurraba a Morgan en un inútil intento de tranquilizarla.

—¿Ocurre algo?— 

—Nada, es solo que…—

—Exactamente— le interrumpió la más joven, —No ocurre nada porque no están haciendo su trabajo. Se quedan sentados, esperando a que la respuesta les caiga del maldito cielo ¡Y eso no va a ocurrir! ¡Deberían mover su estúpido trasero y…!—

—Entiendo lo que ocurre— la detective miró a su compañero antes de agregar: —¿Puedes escoltar a la señorita al cuarto de interrogatorios? Estaré ahí en unos segundos—

—Agatha, no creo que…—

—Si no puedes pídele ayuda a Gardener, ¿Bien?— Berwin la miró extrañado, pero al final asintió. 

Agatha consideró una estrategia, inclusive la idea de utilizar fuerza le parecía bastante atractiva. Pero no. Necesitaba mantener su cabeza fría y sobre todo no perder la compostura. Por mucho que no tolerara a la pelirroja, debía de ser la persona más inteligente en aquella habitación a la que se dirigían. 

Se podría decir que la detective prejuzgaba a Morgan. Pero, ella se defendía diciendo que había conocido demasiadas chicas como ella en secundaria. Larguiruchas, frívolas y mal criadas. Un grupo de ellas le había hecho imposible aquella esa etapa de su vida a Agatha y le era imposible no relacionarla con ellas. 

Así que mientras se dirigía a aquel cuarto de interrogatorios, la cabeza de Agatha trabajaba en un plan lo suficientemente bueno como para ser imperceptible. Al entrar, Morgan ya estaba sentada y discutía con Berwin. 

—¿Quieres un vaso de agua?—

—No estoy aquí para ser interrogada—

—Solo era amable— espetó la detective, dirigió su mirada a su compañero quien la veía desconcertado. 

—Necesito saber donde esta Marisol—

—¿Por qué necesitas saberlo?—

—¡Por qué lo hago!— gritó, —Si hicieran su trabajo la habrían encontrado ya, pero…—

—La información que tenemos actualmente sobre la señorita de la Cruz ya fue compartida con sus familiares— señaló Berwin,

—¿Significa que no me dirán nada?—

No asintieron o emitieron ruido alguno, ambos detectives se limitaron a mirar a la pelirroja. 

—¿Qué a caso solo vine a perder el tiempo?— Morgan los miraba incrédula —¡Ni siquiera tienen noticias de mi tía!—

—Tu tía, la señora Quinn Tremblay es una mujer con un expediente de depresión…— señaló el castaño, 

—Con mayor razón deberían de estar moviendo el cielo y el mar para encontrarla—

—Y ella señaló en repetidas ocasiones que la única manera en la que sería feliz era si escapaba de su familia— 

—Ustedes no la conocen—

—Morgan, sé que esto es…—Agatha rascaba una de sus cejas al decir aquello, 

—¡Tú no sabes nada!— exclamó —Llevan casi una semana sin avance, mientras mi mejor amiga y mi tía están desaparecidas…—

—Necesitamos que comprendas que conocemos a tu familia mejor de lo que crees…—

La chica soltó una pequeña risa sarcástica y llena de amargura, por lo que la detective dejó su oración al aire. 

—¿Algo te parece divertido?—

—¿Creen conocer a mi familia por un montón de papeles y apuntes sin sentido?— ella mantenía una sonrisa irónica en su rostro, —Mi tía no iría a ningún lugar sin ese estúpido carro que ahora no sé en donde carajos esta. Mi primo Aydan no ha logrado dormir en días, preocupado por donde demonios se encuentran Marisol y su madre…—

—¿Podrías describir el carro?—

—El estúpido Mustang rojo que confiscaron—

—¿Conoces el modelo?— Berwin comprendió entonces a donde se dirigía Agatha. 

—¡¿A quién le importa?!— la chica se puso de pie, —Si tan solo trabajaras…—

—¿Asumes que no lo hago?—

—Si lo haces es deficiente— señaló.

No. Agatha no tenía la paciencia necesaria como para lidiar con la chica. 

—Sé que un niño de diez años lo haría mejor que ustedes dos juntos— Morgan gesticulaba demasiado. Agatha comprendió que se encontraba demasiado nerviosa. 

La detective supo de inmediato que era lo que debía hacer. Morgan Tremblay era capaz de ser un dolor de cabeza, pero Agatha Miller la superaba. 

—Morgan, comprendemos que no es fácil lo que está atravesando tu familia— Miller escondió con gran agilidad la sonrisa que amenazaba con formarse en su rostro, —Sabemos de la situación…—

—¡Ustedes dos no saben nada!— espetó —¡Mi tía podría estar secuestrada! ¡Y ustedes dos no hacen más que rascarse los ombligos! No me sorprende el por qué hay tantas personas desaparecidas…—

—Bien Morgan, deberías…— Berwin había utilizado el tono más tranquilo que había sido capaz de emplear. 




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