Los testigos

El incidente

Es fácil ser conocido y admirado por todos, es fácil no sentir la soledad de vivir con el vacío constante de un amor puro y sincero; todos en algún momento ignoran aquello que no les afecta en lo más mínimo, para luego darse cuenta de que están sumidos en la profundidad de su propia ignorancia. Nadie se pregunta qué pasaría si todo cambiara, si lo que se cree que es estable en realidad no lo es.

La vida cambia y a veces de maneras inimaginables, esa es una lección que un muchacho tuvo que aprender de la peor o quizás de la mejor manera.  Cristian, ese era su nombre, era el capitán del equipo de futbol que representaba a la ciudad y estudiante de último año de bachillerato en un colegio privado de la misma.

Algo que sin duda hacia parte de la personalidad de Cristian, era su falta de paciencia pues solo faltaba una semana para acabar clases y como era de suponer, él contaba los días, las horas, los minutos y los segundos para poder graduarse y por fin salir de bachillerato; en pleno siglo veinte y aun la educación seguía enfocada en formar empleados ejemplares, algo que no entusiasmaba mucho a aquel muchacho. Sus notas no eran la gran cosa pero gracias al deporte pudo conseguir un cupo académico y deportivo en una universidad pública al sur de la capital del país, Bogotá.

Esa última semana prácticamente se basó en computar promedios para así saber quién pasaba y quién no. Gracias a marcela, una estúdiate aplicada, Cristian pudo pasar con calificaciones aceptables la mayoría de las asignaturas. Cristian solo hablaba los días de las tutorías y rara veces en el salón de clases con Marcela, debía admitir que aunque no hacia parte de su círculo social, ella era bastante agradable, pero como siempre las apariencias estaban en primer lugar, el prefería ignorarla en cualquier otro sitio.

El compañero de aventuras y amigo fiel de Cristian era Daniel, la persona más arrogante y humillativa que cualquiera pudiera conocer, sus personalidades concordaban bastante, pero Cristian era menos grosero a la hora de humillar a una persona, o al menos eso creía;

Daniel tenía una melena semi-ondulada de oscuros cabellos; por otro lado Cristian tenía el cabello castaño claro, algo que destacaba con sus ojos perfectamente retocados por la naturaleza del ADN con una mezcla de verde y marrón claro.

La hermana de Daniel era Mariana, una joven de alter ego elevado que simplemente no hacía más que adorar su reflejo en el espejo, una característica que notoriamente compartía con Marcos, su novio. Aquella pareja parecía tener una relación perfecta, pero lo que muy pocos sabían era que Mariana, dos meses atrás había quedado embarazada, pero decidió abortar gracias a que en primer lugar detestaba verse gorda, y en segundo Marcos le pidió que lo hiciera.

A Cristian no le importo en absoluto, o eso hacía creer a los demás; intento convencerla de no hacerlo, no tanto por ella, pues al fin y al cabo era su decisión, sino por Daniel; no se perdonaría el no hacer nada al respecto, fue entonces que su lealtad de amigo valió más que nada. Todos sus esfuerzos nunca sirvieron de nada, pues de todas maneras ella abortó...

Sonó el timbre habitual que invitaba a todos los estudiantes a salir al patio central a formar y obedecer un protocolo diario que sinceramente me parecía esclavizante, deprimente y a la vez gracioso. Las ordenes que el director Morales daba por el megáfono frente a los estudiantes formados (media vuelta- arriba- abajo- a los lados- al frente- alineen) sin falta y en orden, una y otra vez, las comparaba con un montón de animales obedeciendo a su amo, eso era lo gracioso; lo deprimente sin duda era que yo hacía parte de ese grupo de animales y lo peor era que no tenía opción, ¿Quién la tiene?

En el receso, mi curso ,4 salones de 35personas por cada uno (140 muchachos), nos dirigimos al área deportiva para escuchar lo que el director Morales tenía que informar solo a los de último año.

- se preguntaran por que los he reunido- comenzó- pues verán, como es habitual en la institución, los estudiantes de penúltimo año financian la fiesta de despedida a los estudiantes que se graduaran, así que es un placer informarles que este año no es la excepción. Esto se llevará a cabo el viernes por la noche así que les pido encarecidamente que se vayan preparando junto a sus parejas, para que así como las anteriores promociones ustedes puedan disfrutar de esa noche -finalizó el director y se retiró dejando un alboroto entre nosotros.

Con los del equipo, Daniel incluido, comenzamos a hablar sobre los prospectos de mujeres a quienes invitar, yo ya sabía a quién, Mónica, la capitana del equipo de voleibol femenino; alta, morena y de buen cuerpo, no importaba ninguna otra cosa, solo era para ir acompañado a la fiesta, y quien mejor que Mónica y su imponente belleza.

Ya para la tarde, Mónica me había aceptado la invitación en frente de todas sus amigas, así que tenía todo listo para el viernes. Me sentía realizado, creía que nada podía arruinar mi presente y por ende, mi futuro.  Causaba la envidia de los demás, pues no todos portaban mi astucia a la hora de conseguir pareja, eso era motivo de admiración y para mi ser admirado  lo era todo, así que estaba completo por dentro y por fuera.



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En el texto hay: enigmas, magia antigua, romance

Editado: 08.06.2018

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