Los testigos

sentir la vida en su mas pura esencia.

— ¿En dónde está marcela?— pregunto Daniel al ver que solo estábamos: Mariana, Marcos, Darío y yo reunidos en el mismo lugar de siempre. Yo no conteste, no pude hacerlo, me falto coraje para enfrentarlo.

Mariana, quien había estado callada la última hora, volteo a verlo con una expresión que me rompió internamente en minúsculos pedazos, estaba resignada y al igual que todos, no se explicaba por que ella había desaparecido. Daniel nos miraba confundido pero a la vez relajado, al parecer aún no había entendido nada.

—Ya estuvo bueno chicos...— soltó una pequeña carcajada fingida— ¿en dónde está? —

Darío fue quien hablo esa vez, — si tan solo lo supiéramos—, lo dijo tan serio y cortante que mi “invulnerable” amigo quedo rígido, se había quebrado por dentro. —Ninguno hemos podido explicar que ha pasado... — iba a seguir pero no lo hizo, pues Daniel de un grito lo interrumpió.

— ¿qué le has hecho? —se dirigió con furia hacia mí.

—Nada, enserio, no entiendo por qué se desvaneció, ella desapareció de un instante a otro— al decirlo la voz se me quebró. El me miraba con innumerables sentimientos encontrados que se reflejaban en toda su locución; me sentí como la persona más miserable, pero sabía que él se sentía mucho peor.

— ¡Ella tenía razón!— suspiro profunda y sonoramente —todo es culpa de Lida—finalizo sosteniendo su mirada contra la mía.

— ¿ella que tiene que ver en todo esto? — pregunte, yo me negaba a que eso fuera una posibilidad.

—No lo sé, dímelo tu — me reto y en un intento fallido quiso darme un puñetazo —quizá tenga que ver con el hecho de que te puede ver ¿no lo has pensado? Claro que lo has pensado, solo que te niegas a creerlo—puntualizo.

Tenía razón, yo ya había tomado eso como posibilidad, pero mi mente me decía que eso no era así, que Lida no tenía nada que ver con todo esto; había una posibilidad de que David sí, pero ella no.

— ¿Me vas a pegar?— ignore su pregunta cambiando de tema — anda inténtalo, igualmente no sentiré nada—.

El apaciguo su postura y se dejó caer de rodillas al suelo, era tanta su frustración que con los ojos enrojecidos y enlagunados me miro pero no sostuvo su mirada y se quebró, no lo resistió más.

En todo el tiempo que llevábamos de conocernos, jamás, hablando enserio, jamás él había perdido el control como en aquel día. Fue entonces cando me percate del detalle que había ignorado y que se hizo tan obvio en ese instante, él la amaba, enserio la amaba.

Luego de unos minutos vi a Daniel salir sin avisar a nadie, iba a ir tras el pero los demás me detuvieron.

— Él tiene razón Cristian — hablo Marcos — no puedes seguir visitándola hasta que Marcela aparezca— me ordeno.

Me burle de él y lo recorrí de arriba abajo con la mirada diciendo “tú no tienes autoridad acá”.

Los deje en la cafetería,  no me importo lo que pensaran, era imposible que Lida fuera parte de la desaparición de mi amiga y de alguna manera lo iba a demostrar.

 

Llegue a la habitación que ya tenía memorizada y a la que tantas veces accedía para ver a esa mujer de incontables virtudes dormir plácidamente e incluso distraerse en cualquier cosa sin notar mi presencia; no basto sino entrar para ver como todo estaba volcado y destrozado, sus fotos y demás corotos estaban dispersos por el suelo. El ambiente se tornaba pesado y se palpaba la presencia de una energía tan negativa que logro debilitarme, cosa que no era posible desde el incidente.

 

Mis ojos se cerraron, se sintió como sueño; podía percibir todo mi cuerpo y estaba consciente pero no podía abrir mis parpados y de repente en mi mente solo podía recorrer el pensamiento de que Lida no estaba ahí.

La vibración de mi cuerpo en general se incrementó hasta el punto de temblar ligera pero frecuentemente en el suelo, tal vez estaba desapareciendo de la misma manera en que Marcela lo había hecho, pero descarte la idea al escuchar la voz de Daniel acercarse paulatinamente hacia mí.

— ¡no! — grite una y otra vez pero él no me escucho, presentía que si llegaba a donde yo estaba algo malo sucedería.

De un momento a otro una luz me cegó y aparecí en una habitación vieja y desgastada de olor infernal que aparentemente pertenecía a una casa antigua. Logre parame y sacudir mis pantalones que raramente se habían ensuciado de polvo. No pude pasar por alto ese pequeño detalle puesto que en todo el tiempo que llevaba viviendo con mi “condición física”extraña, jamás me había tocado hacer eso.

A mi lado había varios cuerpos de hombres tirados en el suelo, lo que me pareció tétrico y desagradable; no estaban muertos o por lo menos a esa conclusión llegue cuando analice su aspecto, ninguno estaba herido, literalmente parecían dormidos y cansados, pero más que nada vivos.



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En el texto hay: enigmas, magia antigua, romance

Editado: 08.06.2018

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