Los tornados de Miridia.

El tercero de Dragones.

Daro’s Eretum.

  -¡Han tomado La Espada del Destino! ¡Han tomado La Espada del Destino!

Llegó gritando aquella criatura con alas de murciélago y apariencia de reptil.

  -¡El tesoro más codiciado de los firianos ya tiene poseedor!

Gritaba mientras volaba, a los habitantes de aquél tenebroso y peculiar sitio; Daro’s Eretum en La Cordillera de los Dragones, cuyos habitantes vivían en cuevas cavadas por ellos mismos, dando la impresionante apariencia de un enorme panal habitado por dragones, al centro un asimétrico palacio moldeado y esculpido con roca fundida, con brillantes reflejos de obsidiana, reflejos creados por el fuego que lo rodeaba con el propósito de mantener caliente aquel lugar, los dragones salían curiosos de sus cuevas al escuchar la noticia de la arpía (1) Garabindia  que ya estaba siendo escoltada por 5 dragones rojos de la clase guerrera, de aquella singular sociedad donde los colores marcaban los rangos y estilos de vida de cada uno de sus miembros.

El palacio de Daro’s y la ciudad entera, más que nada eran una fortaleza a la cual solo se accedía por aire, construida para proteger sus nidos, en las catacumbas de Daro’s estaban colocados los nichos, donde cientos de huevos lentamente cumplían su incubamiento para ver nacer a nuevos dragones, construida cual si fuera un gran hormiguero, con cúpulas hechas con roca fundida adheridas a sus costados, era el lugar donde residía Daro’s, el monarca de aquél reinado de fuego, uno de los sobrevivientes de aquellos dragones guerreros que habían sido retirados del mundo de los humanos, para evitar su total extinción.

  -¿Así que la Espada del Destino ya tiene dueño? 

Preguntó aún adormilado aquél impresionante dragón milenario de color dorado, cuyo color precisamente caracterizaba la edad de los dragones milenarios, proporcionándoles así la realeza que les permitía ser los gobernantes de su pueblo.

  -¡Sí! –le contestó Garabindia. -La Espada del Destino tiene un nuevo dueño, su majestad.

  -¿Y quién es?–pregunta Daro’s sin dejarla casi hablar. -¿Acaso alguno de los titanes o demonios logró obtenerla de algún modo? Acaso Lucifer (2).

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  -¿Al fin la consiguió como lo prometió la última vez que lo intentó? Las leyendas cuentan que no murió porque es inmortal, pero la espada le dio una tremenda paliza confinándolo en los infiernos de los cuales nunca había podido regresar.

Le comenta el soberano a la arpía mensajera y a los demás dragones presentes.

  -No, ni dios ni demonio, la espada la posee ahora uno de los humanos.

  -¿Uno de los humanos has dicho? –rugió incrédulo y enfurecido Daro’s. -¿Cómo es posible que el estúpido destino le haya proporcionado su espada a un insignificante humano?

Daro’s odiaba a los humanos y juraba que si no lo hubieran retirado de su mundo, él solo hubiera terminado hasta con el último de los integrantes de aquella raza que consideraba una aberración de Gaia, aún no comprendía por qué la fuerza que coordina y da vida a todas y cada una de las cosas y seres del universo, aún conservaba a esa especie que tantos problemas le había causado.

  -Ahora más que nunca me gustaría regresar al mundo de los humanos, tan solo para ver como el poseedor de la espada destruye a su raza, a su mundo y a sí mismo, como todo lo que siempre han hecho, por no entender la importancia de mantener los balances,  creer que viven en el centro del universo y no comprender que todas y cada una de las cosas y seres vivos que existen.
 

  -Tienen alma y esa alma forma parte del espíritu de Gaia, pero en fin, debemos alegrarnos, ya nos llegarán noticias de la destrucción del mundo de los humanos.

  -Pues no –dijo nuevamente la arpía. -El humano poseedor de la Espada del Destino no está ahora en su mundo, está aquí en Fíria, lo vieron cerca de los bosques perdidos y es muy fuerte, sin la ayuda de la espada derrotó a Sylfo, el líder de tus cazadores.

  -¿Qué dices, insensata? ¡Un humano en este mundo! ¿Y dices que derrotó a Sylfo sin la ayuda de la espada? ¡Tendré que hacer algo pronto! ¡Si no actúo ahora todos los habitantes de Fíria corren el peligro de perder su balance y verán todos sus propósitos rotos, si permito que eso suceda éste y otros mundos se perderán en el tiempo!

Y aquél rey que muy pocas veces dejaba su reinado, levantó el vuelo remontando el cráter del Volcán Necro, en busca del poseedor de la Espada del Destino.

No. 1 De la mitología griega, para la Teogonía de Hesíodo, las Harpías o arpías (modismo), son divinidades aladas, de larga y suelta cabellera, más veloces que los pájaros y los vientos; para el tercer libro de la Eneida, aves con cara de doncella, garras encorvadas y vientre inmundo, pálidas de hambre que no pueden saciar, bajan de las montañas y mancillan las mesas de los festines, son invulnerables y fétidas; todo lo devoran chillando y todo lo transforman en excrementos. Servio, comentador de Virgilio, escribe que así como Hécate es Proserpina en los infiernos, Diana en la tierra, y Luna en el cielo y la llaman "diosa triforme", las Arpías son Furias en los infiernos, Arpías en la tierra y Demonios (Dirae) en el cielo, también las confunden con las Parcas, Arpías, en griego, significa "las que raptan", "las que arrebatan". Al principio fueron divinidades del viento, como los Maruts de los Vedas que blanden armas de oro (los rayos) y que ordeñan las nubes.




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