Los delirios de aquel poeta fueron llevados por el viento hasta los Montes Lunares, donde una ninfa surgió de las aguas cristalinas de uno de los lagos que yacían en aquél conjunto de montañas que rodeaban un valle, un precioso valle lleno de lagos circulares e independientes, como si en cráteres lunares estuvieran depositadas las aguas de aquellos lagos, vestida con largos telares que arrastraban por el suelo como si estuvieran confeccionados con algas marinas, se detuvo antes de entrar a la galería a donde se dirigía, ya que un sonido llevado por el viento a sus oídos, llamó su atención y atentamente la ninfa escuchó todas y cada una de las palabras en verso que le llevaba el viento; Rayito de Sol era una ninfa de agua, preciosa ella con cabello largo y lacio de tonos azul oscuro y negros, vivía en los lagos del Sur de aquél valle y amaba el arte de la pintura, pasaba su vida pintando paisajes que había visto y algunos que imaginaba, su mirada era triste y su piel morena, siempre que pintaba algo miraba decepcionada cada una de sus obras, pues no lograba imprimir en sus pinturas la tristeza y nostalgia que pretendía expresar en su trabajo, esa huella personal que busca dejar cada artista en cada una de sus obras, al escuchar aquella voz que parecía llegar de todos lados, se dispuso a pintar un cuadro inspirada por aquellas dulces palabras que le llevaba el viento, dibujó las arenas de un desierto, grandes dunas cuál si fueran las olas de un mar embravecido, donde un ser solitario simplemente caminaba bajo un candente Sol veraniego, aunque no se veían sus ojos ni su rostro, daba la sensación de mirar hacía un horizonte lejano, hacia un destino incierto.
La sensación de estar buscando o esperando a alguien, de estar cansado, aunque su silueta no pareciera la de un hombre viejo, aunque no se veía su boca, no era difícil pensar que aquél hombre caminando en un desierto desolado no estaba sonriendo, el hombre estaba desnudo, como desnuda estaba su alma al momento de escribir esas canciones que el viento se había robado, llevándolas hasta las orillas de un extraño y lejano lago; Rayito de Sol estuvo largo rato trabajando en su pintura con muchas ganas, tantas que hubiera sido capaz de pintar uno por uno, cada uno de los granitos de arena de aquel desolado paisaje, y al terminar descubrió embelesada que al fin había logrado pintar lo que deseaba, un cuadro que reflejara nostalgia en un paisaje desolado y triste, con opacos matices que le daban el toque exacto a esa pintura tanto tiempo imaginada, tanto tiempo deseada, la estuvo observando largo tiempo sin atreverse a retocarla, admirando su obra y sonriendo feliz por haberlo conseguido al fin, y estuvo toda la noche pendiente de los sonidos del horizonte, desvelada, esperanzada en la llegada de otras palabras en el viento para sentirse inspirada.
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Editado: 08.11.2022