Los tornados de Miridia.

La entrada triunfal.

EL PALACIO DE COBALTO.

 

Yurik durmió plácidamente hasta que el Sol acarició sus párpados, al abrirlos se deslumbró y a tientas buscó sus lentes de seguridad que se opacaban durante el día, los encontró pendiendo de la correa que sostenía su celular colgado de su cuello y se los puso, recordó lo que le había sucedido durante el día y la noche anterior, y suspiró, miró a su alrededor como buscando algo o alguien, y al ver la Espada del Destino en el mismo lugar donde la había dejado, esbozando su acostumbrada media sonrisa, la tomó diciéndole:

  -Buenos días espadita y gracias por salvarme la vida nuevamente.

Y la colocó en la funda de su espalda, con sus dedos trató de acomodarse una vez más sus rebeldes cabellos y al levantar la vista se sobresaltó, de pie ante él se encontraba un hombre alto vestido de azul, con ropas ceñidas a su cuerpo como si fueran de licra o seda, de aspecto agradable y largos cabellos lacios azules, dándole la mano como ofreciéndole ayuda para levantarse; Yurik dudó por un segundo pero al ver la franca sonrisa de aquél joven de apariencia confiable, la aceptó y colgándose de la mano que como amiga se ofrecía, se levantó y al ponerse de pie aquél joven le dijo:

  -¿Cómo estaros vos, estuvo bueno el descanso eh?

Yurik asintió con la cabeza y se apartó un poco, para realizar su acostumbrado ritual de revisar minuciosamente, cada uno de sus bolsillos, checando que nada le hiciera falta, al terminar se quitó sus lentes y preguntó:

  -Y tú; ¿Quién eres?

  -¿Yo? Soy uno de los enemigos que derrotaros ayer.

Al escuchar esto instintivamente colocó la mano diestra en el mango de su hacha, que seguía ceñida a su costado por el cinturón.

  -Pero; ¡No temeros! Que no hemos venido a cobraros venganza ni a haceros daño, aunque somos guerreros por propósito, sabemos ofrecer nuestro respeto a quien nos ha vencido tan honorablemente en tan desigual batalla, mi nombre es Sol y soy el comandante del primer bloque de defensa, el tornado azul.

Al decir esto una figura femenina apareció caminando por detrás del hombre que lo saludaba.

  -Y ella es mi hermana gemela Laguna.

Y la chica también sonriente le ofreció la mano al sorprendido Yurik, sorprendido más que nada por su cautivadora belleza, portadora de una preciosa sonrisa y largos cabellos rubios, dorados y ondulados.

  -Yo soy la capitana de guerra del segundo bloque de defensa, el tornado platinado y estoy encantada de conoceros caballero.

  -Me llamo Yurik.

Dijo éste, interrumpiendo a la chica que ya lo había puesto nervioso con su sonrisa, y la profundidad de sus ojos azules.
 

  -¿Así que ustedes forman parte de aquellos ejércitos de extraños soldados que se transforman en tornados, acaso tan solo han venido a saludarme y rendirme honores? ¡Eso no lo creo! –dice nervioso.

  -¡Claro que sí! Somos los guerreros del viento de Mirídia y yo soy uno de los que perdonaros la vida, al rehusaros a usar fuego en sus ataques, si lo hubiera hecho yo no estaría aquí, y mi hermana es una de las que transformaros en montañas de lodo.

Al escuchar esto volteó apenado a ver a la chica que sonreía con simpatía.

  -Y eso tenemos que agradecérselo, además no hemos venido solos.

Y haciendo un movimiento con la mano, aquél guerrero del viento llamó a los demás.

  -¡Venid aquí, soldados! Y saludad a quien nos ha vencido.

4 figuras aparecieron de repente caminando hacia él, desde sus flancos.

  -¡Ah no! –dice Yurik como justificándose. -Ese favor se lo deben a Raíza Vin de Mirídia, una chica de ojos negros y cabellos oscuros muy bonita, ya que me hizo saber que el fuego es mortal para ustedes.

  -Como sea amigo. –dice Sol. -El saberlo y perdonarnos hace el hecho mucho más honorable para vos.

Los otros 4 guerreros se acercaron y sonrientes solicitaron estrecharle la mano.
 

Inspiraban tal confianza que solo alcanzó a corresponder a sus sonrisas y preguntar.

  -¿Y ahora qué?

  -Ellos son Anhael, Sirú, Emir y Eglán. –le dice Sol.  -Y hemos venido por vos a que nos conceda el honor de acompañarnos.

  -Al palacio de Cobalto donde nuestro rey Coballo Vin, la reina Rydia, sus hijas y todo nuestro pueblo lo esperan.

  -Pero; ¡Yo sólo he venido buscando a una de las hijas del Rey!

  -¡Ah sí claro! También la princesa Raíza lo espera. –le contesta Laguna que caminaba a su lado. –Y le tenemos una sorpresa.

Yurik emprendió la caminata escoltado por aquellos 6 agradables personajes, la ciudad ya estaba muy cerca y mientras caminaban, platicaban de las bellezas naturales de aquél hermoso valle lleno de colinas y coloridos pastizales, acortando paso a paso, sonrisa a sonrisa y palabra a palabra, la distancia hacia la ciudad donde lo esperaba una singular ceremonia, las puertas ya estaban tan sólo a unos cuantos pasos, y el invitado se acobardó al ver a tanta gente en las torres, en los andadores de la entrada y las murallas, se detuvo como queriendo decir algo, como buscando un pretexto para regresarse y salir corriendo, los gemelos comprendiendo su nerviosismo lo tomaron firmemente de los brazos como invitándolo a seguir; Yurik mantuvo el paso dejándose llevar y pensando a mil por hora en un millón de pretextos, siempre dispuesto a regresarse en el primer descuido que tuvieran sus anfitriones hasta que cruzaron las puertas.
 




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