Los Tres Diablitos Para El Mafioso

Capítulo 1

―¡A comer! ―Lianett tomó a su hija de la mano. ―No, no corran, niños. ―Chilló al verlos bajar las escaleras como si estuvieran en una maratón de velocidad. ―De acuerdo, ya basta los tres. ―Los trillizos la miraron con sus enormes ojos azules y brillantes.

―Se enojó mami. ―Susurró Lesath, la menor de los trillizos.

―Es mejor no movernos, así nos salvamos. ―Segundó Artem el mediano.

―Mami, te amamos. Lo sabes, ¿Verdad? ―Le sonrió Yusaf, el mayor de los hermanos.

―¡Son unos abusivos con esas caritas de ángeles y esa mirada tierna! ―Lianett se murió de ternura al ver a sus manipuladores bebés mirándola con tanto amor. ―Los perdonaré solo si me dan muchos besitos, se sientan a la mesa y se lo comen todo.

―¡A besar a mami! ―Chillaron los tres al mismo tiempo y se abalanzaron contra su madre para llenarla de besos hasta que ya no pudieran más de la risa.

Escapar de Barak y sus hombres no fue fácil, no sabe porque le montó persecución después de amanecerla de muerte, pero logró escapar gracias a un anciano que estaba transportando ganado. Todavía recuerda el olor nauseabundo y los latidos frenéticos de su corazón por el miedo a ser encontrado.

Seis años pasaron desde que logró escapar y establecerse en Francia llevando un bajo perfil siempre. Vive en un pequeño pueblo donde la tecnología es algo que no capta la atención de los demás y donde la vida cotidiana es lo más llevadero posible.

Tenía poco dinero, ya que no le aceptó absolutamente nada a Barak y cuando se dio cuenta de que eran tres bebés y no uno ella se sintió morir, flaqueó y quiso volver a implorarle a Barak que no la dejara, pero el temor a que él la asesinara y a sus bebés la detuvo.

―Los amo tanto. ―Los miró con una sonrisa. ―Son todo para mí. Lo saben, ¿Cierto?

―¡Lo sabemos, mami! ―Contestaron los trillizos al unísono como siempre. ―¡Eres la mejor mami del mundo! ―Esas tres sonrisas y esos tres pares de ojos llenos de emoción fueron su recompensa.

Ha valido la pena todo lo que ha pasado y todo lo que pasa. Su vida no es nada fácil, ya que teme mudarse a una gran ciudad para mejores oportunidades laborales, el temor a que Barak la encuentre es superior a la necesidad de generar más dinero para llegar a fin de mes sin preocupaciones.

―Nos vemos mami. ―Los tres niños le dieron un beso a su madre.

―Por favor, amores, pórtense bien, hoy no puedo venir corriendo, ¿De acuerdo? Mami tiene que vender muchas casas y para eso debe centrarse. ―Les imploró con una sonrisa, verdaderamente debía cerrar por lo menos una venta para poder comer el próximo mes.

―Nos portaremos bien, mami. ―Le aseguraron los tres terremotos con Tsunami.

―Lia, feliz día. ―Saludó una de las mamis.

―Hola, Vero, feliz día. ―Saludó alejándose a su viejo auto para llegar lo más temprano posible.

Un trabajo en bienes y raíces fue lo mejor que pudo conseguir para salir adelante. Las ventas estaban difíciles y había compañeras que tenían más éxitos que ella, pero no se daba por vencida, ella también era capaz de vender y sabía que en algún momento tendría la venta de su vida y eso la ayudaría a escalar profesionalmente.

―¿Puedes creer que Gretel cerró otra venta? ―Julieta, la amiga y compañera de Lianett la interceptó. ―La zorra ha hecho cinco ventas este mes, ¡La odio! ―Gruñó llena de veneno.

―Bueno, con su cuerpo cualquiera vendería. ―Le sonrió.

―Tú tienes un cuerpo hermoso y eres mucho más bonita que ella, no me salgas con eso. ―Rodó los ojos. ―Es una zorra y su popularidad es buena porque los que compran saben que no solo tendrán el título de una propiedad, sino una noche de sexo.

―¡Julieta, calla! ―La reprendió. ―Pueden escucharnos. ―Ambas rieron, a esa mujer no se le puede defender, todo lo que se dice de ella es verdad.

―Lia. ―La voz chillona las cortó a ambas, así que se pusieron serias. ―Mira, como soy muy buena. ―La mujer se acomodó su pelo rubio con elegancia. ―Te daré a este cliente. ―Colocó un papelito con los datos. ―Ya sabes, hay que apoyarte porque tienes tres hijos y no has tenido nada de suerte este mes. ―Sonriéndole se marchó.

―Zorra. ―Ladró Julieta. ―Qué despreciable es esa mujer, ¿Cómo se le ocurre humillarte de esa manera? ―Lianett miró el papel y suspiró.

―No importa, por lo menos me ha dado a un cliente. ―Rápidamente, encendió el ordenador para investigar al hombre.

―Ja, es un viejo. ―Bufó Julieta. ―Justo por eso te lo ha dado, porque sabe que no podrá manipularlo por sexo, al pobre viejo ni siquiera se le puede parar. ―Lia la miró con advertencia. ―¿Qué? Es verdad.

―Calla, lo llamaré. ―Le colocó el dedo en los labios para que no dijera más. ―¿Sí? Con el señor Ebrard por favor, soy Lia, la asesora de bienes raíces que desea contratar y…

―Nos vemos en dos horas en la cafetería fuera del pueblo. ―La llamada se cerró sin dar espacio a responder.

―Vaya carácter. ―Lianett miró el teléfono. ―Creó que debí presentarme con el nombre completo y apellido. ―Cerró los ojos. ―Será una venta difícil, lo siento en mis huesos.

―Sí, y aun así le agradeces a la zorrita andante que te cedió la venta. ―Se burló de ella. ―¿Dónde se verán? No me digas que en el club nudista como el cliente pasado.

―¡Ni Dios lo quiera! ―Lia negó con rapidez. ―Me quiere ver en el restaurante fuera del pueblo.

―¿En ese lugar desierto? ―Julieta alzó las cejas. ―Suerte con ese casca rabia.

Lianett suspiró, no es primera vez que trabajará con una persona difícil y no puede hacer más, si la venta la haría Gretel es porque sería algo bueno y debe conseguir esa venta o de lo contrario no podrá ni siquiera pagar las facturas.

―Mírame. ―gruñó. ―Escondiéndome como una maldita cucaracha por un puto error que cometieron varios estúpidos. ―Escupió realmente molesto.

―No será por mucho tiempo. ―Lo tranquilizó. ―Ya mis hombres se están haciendo cargo, pronto podremos recuperar el cargamento y volver a Italia para poner orden.




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