Los Tres Diablitos Para El Mafioso

Capítulo 3

―¿Seguirás con tu indiferencia después de haber tomado una decisión por ti misma? ―Barak la miró desde su altura. ―Sabemos que no puedes contra esto.

―Desaparece, serpiente venenosa. ―Escupió Lia agitada por el enojo. ―¡No me agradas ni un poquito! ―Esas palabras fueron una descarada mentira, pero no dejó de molestar a Barak.

―¿Segura que te desagrado tanto? ―Enfureció. ―¿Entonces que es ese brillo en tus ojos cuando estoy cerca de ti? ―Pellizcó sus mejillas solo para verla más sonrojada. ―¿Qué es todo ese comportamiento de furia que sientes? ¡Se supone que cuando no te importa alguien no sientes nada! ―Profundizó más su mirada.

―Eres el único tontito que se cree lo suficiente como para que una mujer después de seis años siga sintiendo lo mismo. ―Barak dejó de respirar en seco mirándola con desconcierto. —No me provocas más que gracia. —Remató.

No debería dudar, sus ojos están cristalizados por el dolor, su rostro distorsionado por el rencor y su cuerpo agitado por la furia.

Él la conoce bien y tiene grabado en su memoria cada reacción cuando algo la afecta y en ese preciso momento está reaccionando igual que antes, pero algo en su tono despectivo lo molesta y a lo grande.

―¿No sientes nada? ―Asintió. ―Bien, demuéstrame cuanto desagrado te doy. ―Se cruzó de brazos. ―Dime todo lo que sientes por mí sin que tus ojos ardan por las lágrimas de dolor y tu corazón se exalte por la impotencia.

―No me provocarás. ―Lo miró con los ojos llenos de lágrimas debido al enorme trabajo que es aguantarse lo que siente. ―Te odio, Barak, ¡No te perteneceré jamás! ―Barak quedó inmóvil por sus palabras.

―Me pertenecías, me perteneces y me pertenecerás siempre. ―Molesto por los tratos de Lia dio un paso atrás. ―Te quiero en el comedor en media hora. ―La dejó en paz.

―Prefiero retorcerme del hambre que estar en el mismo lugar que tú. ―Escupió con desagrado. ―Acepté venir, pero jamás dije que seriamos amiguitos.

―No juegues conmigo. ―Barak la tomó de los brazos y la acercó peligrosamente a su cara. ―Quedamos en que verías por tus propios ojos lo dispuesto que estoy a recuperarlos. ―Lia endureció más el gesto. ―Las serpientes suelen morder y aplicar el doble de veneno cuando la molestan.

―Y las muñecas son de plástico, por lo que su veneno no les afecta. ―Lo miró retadora. ―Me dejaste ir, ahora vive con el hecho de que no tendrás algo más que mi indiferencia. ―Ladeó la sonrisa al ver la tormenta en esos ojos azules. No sabe si es el tiempo o la furia por no poder con ella, pero ahora lo puede leer mucho más. ―Mi lealtad, mis sentimientos y mi corazón jamás volverán a pertenecerte. ―Barak la miró con intensidad, sin parpadear, pero al verla ponerse rojo chillón le hizo entender que no obtendría lo que quería, así que la soltó. ―No me convencerás nunca del supuesto derecho que tienes. ―Sonrió para más dolor de Barak. ―Solo yo puedo decir si aceptarte en la vida de mi hijo, ¿Y adivina qué? No te creo capaz de ser un buen padre. ―Barak estaba a punto de hacer erupción, pero respiró hondo y envuelto en su furia caminó a la puerta.

Lia inició a temblar como una loca, ya no soportaba más, si hubiera tardado un solo segundo mirándola de esa manera le habría suplicado que la soltara y se hubiera retractado de todo lo que dijo.

Al alzar la mirada, Barak ya estaba caminando hacia la puerta y lo único que pudo visualizar fue la cobra negra mostrando los colmillos que tiene en la espalda tatuada. El portazo la hizo saltar.

―Jefe. ―Kenji entró al despacho de Barak. ―La casa está pagada y el título de propiedad ya está en mis manos. ―Colocó la carpeta sobre el escritorio.

―¿Qué novedades me tienes? Espero que no sea la misma situación de los últimos tres días. ―Kenji pasó saliva.

―Hemos ingresado a la memoria del teléfono de la señora. ―Barak lo miró en el acto. ―Envió un último mensaje y ya estamos investigando de quién se trata.

―Bien, cuando den con ese mequetrefe lo traen ante mí. ―Estaba seguro de que era un hombre. ―Búscala, le di media hora y no ha bajado a alimentarse. ―Kenji salió de la oficina y negó. Recordaba a la señora más sumisa, pero ahora está por enloquecer a su jefe.

―Si tocas nuevamente, perderé la razón. ―Gruñó Lianett furiosa. ―¡Largo, no quiero bajar! ―Miró la ventada condenada, había intentado irse por ahí la primera noche que pasaron ahí, pero Barak llegó a tiempo para detenerla, el segundo día le quitaron el seguro a la puerta porque se encerró y les dijo que no saldría nunca, así que no tiene más que sus intimidaciones para mantenerlos a raya. ¿En qué estaba pensando cuando aceptó ir con Barak para asesorarse de que verdaderamente quería formar parte de la vida de sus hijos y suya? No engaña a nadie, solo aceptó porque a ese hombre no se lo quitaría de encima jamás y era mejor eso a qué la siguiera y supiera de sus bebés.

―El señor quiere que baje. ―La voz de Kenji sonó llena de paciencia como siempre. ―Señora, por favor, no haga las cosas más difíciles.

―Piérdete, Kenji, ¡Tú y tu jefe piérdanse!

―¡Sé grosera una vez más! ―Rugió Barak entrando. ―Tiéntame, muñequita. Hazlo. ―Casi suplicó. Lia por primera vez se lo pensó, por alguna razón esa sonrisa jugando en los tentadores labios de su exesposo la aterrorizó. ―Kenji. —Barak habló con un tono lleno de malicia. —Prepara a los chicos. Hoy conoceremos a Julieta.

Aaaahhhh, a Barak no puedo odiarlo ni porque me esfuerzo. Jajajajaja. Es un bruto sexy.




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