Todo estaba complicado para Barak, su mujer no lo quiere ver ni en pintura y solo se comporta amable cuando los niños están presentes. Ella verdaderamente le ha declarado la guerra y es primera vez que no puede ganar una.
―Por lo menos conténtame. ―La miró furioso. ―Mis hijos no me ven como su padre y tú no me atiendes. ―Lianett se rio llena de incredulidad por la osadía de ese hombre.
―¿Crees que somos los malos por qué solo te vemos como un desconocido? ―Negó incrédula. ―Eres realmente increíble. ―Trató de pararse de la cama, pero Barak quien se había colado sin permiso, se lo evitó y la sentó a su lado y le tomó la mano.
―Mis hijos disfrutan estar aquí. ―La miró a los ojos. ―Y sí, soy demasiado increíble y lo sabes. ―besó su cuello. ―Soy tan increíble que tu cuerpo responde siempre a mí. ―Lia intentó quitarlo, pero Barak se negó. ―¿Por qué te resistes tanto? ―La miró a los ojos. ―¿Qué más quieres que haga?
―¡No has hecho nada! ―Chilló más furiosa, es un tonto a potencia. ―Solo has venido aquí para poner mi mundo de cabeza. ―Barak endureció el gesto. ―Estaba bien sin ti, ¿Lo sabes? Era muy feliz y mis hijos también, eres un extra en nuestras vidas. ―Barak quedó sin respiración mirando esos ojos grises que lo ven con desprecio.
Jamás lo había lastimado unas simples palabras, ni le había interesado los sentimientos de otra persona, pero todo lo que sale de esa pequeña boca es como proyectiles que aciertan directamente en su corazón. Esa desagradable sensación que no sentía desde hace tiempo y que experimentó por primera vez al ver las fotos de un desconocido entrando a la habitación de su mujer se instaló dejándolo sin respiración.
―¿Qué quieres de mí? ―No la soltó ni se quitó. ―¿Qué puedo hacer para que vuelvas a mí sin ser el hombre desagradable que soy? ―Lia dejó de respirar, la está mirando de esa manera en la que mira cuando da una única oportunidad que si no se aprovecha se lamenta. ―Dímelo, Lianett, porque de lo contrario volverás a mí sin importar el costo. Estoy dispuesto a todo por recuperarte.
―No quiero vivir en la oscuridad contigo, Barak. ―Su voz apenas fue un susurro. ―No quiero al mafioso frío e intimidante, no quiero a ese que siempre desconfía de todo el mundo. ―Desvió la mirada. ―No te quiero a ti. No hay nada que puedas hacer para ganarte mi corazón roto.
―Contigo puedo buscar cualquier manera hasta obtener de ti lo que quiero. ―No se preocupó por eso. ―Pero, a mis hijos soy incapaz de ganármelos con juegos engañosos y manipulaciones. ―Lianett se asombró al ver esos ojos implorantes, ¿Desde cuándo él mira así? Quedó estupefacta. ―Por lo tanto, necesito que me ayudes con ellos. ―Pedirle ayuda le estaba costando de más, pero pensando en sus hijos prosiguió. ―Sabes que no fue mi culpa. Cometí un error al creer que me estabas traicionando con ese hombre, pero también es tu culpa por no decirme que estabas embarazada. Me lo pudiste decir y decidiste no hacerlo. ―Lianett no quería responsabilizarse de nada, aun así, él tenía razón, pero no le importaba.
―Te lo diré por última vez. ―Fue fría. ―¡Ellos solo son mis hijos y no tienen que ver nada contigo! Si acepté estar aquí contigo solo fue para ver cómo caes lentamente. ―Barak la miró perplejo. ―Por mí puedes implorarme de rodillas para que te ayude, pero no pienso decir o hacer nada para que mis hijos te quieran. ―Barak gruñó.
―¿Desde cuándo eres tan insensible, fría y cruel? ―Preguntó desesperado. ―Rayos, ¡Soy el amo! ―Renegó. ―Ninguna mujer se resiste a mí, nadie me lleva la contraría y todos me tienen respeto. ―Apretó las manos de Lia. ―Tú no serás la excepción, ¡No lo permitiré!
―¿Y qué harás? ―Se burló de él a pesar de que siente un poco de pánico, ella no ha tenido la dicha de verlo realmente furioso y lo estaba llevando al límite lo cual era arriesgado.
―Simplemente convencerte para que aceptes que no me has olvidado y sigues amándome como una loca.
―¡Barak! ―Chilló Lianett, es el animal que ha sido siempre.
Sabía que lo estaba provocando, llevándolo al límite, pero pensó que se largaría furioso dejándola atrás y qué equivocada estaba. Él la había respetado los últimos días, pero lo presionó tanto que ahora estaba ahí, besándola.
―Rayos. ―Gruñó con falta de aire. ―¿Y así me miras a la cara y me dices que no me amas? ―Volvió a besarla y fue correspondido, el beso rápidamente se volvió intenso y significativo. ―Toda tú me perteneces, muñequita. ―Lianett todavía se sentía en una nube.
―No te hagas ilusiones. ―Le sonrió. ―Un buen beso siempre es bienvenido. ¿No lo crees? ―Barak la miró en shock.
―¿Estás jugando conmigo? ―Su voz gruesa le advirtió del peligro. ―¿Sigues deseando tener una reacción de mí? ―Lianett no dijo nada, no era tan tonta como para hacerlo. ―Te quiero en media hora en el comedor. ―Bajó de la cama y se alejó furioso a la puerta sin echarle una última mirada.
Los niños ya estaban al pie de la escalera, sonriendo como tres loquitos, emocionados por lo que se venía. Barak al ver a sus hijos sonrió, habían amanecido más comunicativos con él y no dejaban de preguntarle cosas.
―¡Oh, no! ―Kenji que los estaba ayudando se dio cuenta de lo que le habían hecho hacer. Lo usaron para hacer su travesura y no se dio cuenta. ―¡Señor, no baje más! ―Gritó para advertirle.
―¡Todos contra papá! ―Barak solo sintió el slime que es un líquido pegajoso cayendo sobre su cabeza y lo siguiente que sintió fue el resbalón con las canicas y poco después los dardos de la Nerf.
―No, princesa, no…
―¡Brillantinas! ―Lesath sonrió emocionada y no lo escuchó así que lo bañó con brillantinas rosas.
―Oh, centellas…
¡Sí que son unos diablitos! Jajajaja