Kenji miró a su jefe al pie de la escalera lleno de slime verde, brillantinas rosas y algunos legos incrustados en su piel luciendo dolorosos.
Barak se puso en pie resbalando con el slime y las canicas, miró a esos tres traviesos con severidad y el drone pasándole por el frente con la cámara grabando lo remató de todas las maneras posible. Su mirada inmediatamente se posó en Kenji.
―Usted me dijo que los ayudara en todo lo que pedían. ―Se limpió las manos al instante. ―No sabía que habían puesto las canicas y los legos. ―Barak volvió a ver a sus hijos y estos inmediatamente quedaron serios.
Lianett quien había escuchado todo el escándalo porque había salido de la habitación para hablar con Julieta miró por las escaleras y al posar la vista en Barak no pudo contener la carcajada. Jamás lo había visto tan ridiculizado y ahí estaba él después de una travesura de sus hijos.
―Los quiero en el comedor a los tres. ―Dijo Barak calmadamente.
―¡Sí, señor! ―Los tres corrieron despavoridos para obedecer al mandato de su padre. ―Está furioso. ―Yusaf miró a sus hermanitos. ―Creó que nos hemos pasado. ―Se preocupó.
―Podemos hacer lo que hacemos con mami. ―Lesath sonrió. ―Decir que lo amamos.
―Pero no lo amamos. ―Artem se negó. ―Mami dice que no debemos decir eso a la ligera. ―Les recordó. ―Él nos abandonó. No tenemos que quererlo. ―Se sentó despreocupado.
―¡Barak, no es gracioso! ―Chilló Lianett sin pizca de diversión ahora. ―¡Te dije que yo podía caminar sola! ―Se la echó al hombro para ensuciarla a posta. ―¡Eres un tonto! ―Lo alejó de ella al tocar el piso. ―Me has ensuciado.
―¿No es tan divertido ahora? ―Se burló de ella. ―Vamos, ríete como te reías segundos atrás. ―La retó, pero Lia no estaba de humor para eso, ahora ella también estaba sucia.
―¡Lo sentimos! ―Los niños abrieron bastante sus ojitos por la mirada dura de su madre. ―No quisimos hacerlo. ―Yusaf le sonrió.
―Sí, mami, solo queríamos jugar con papá. ―Artem también le sonrió como el angelito que no es. ―Él dijo que deseaba jugar con nosotros.
―Sí, nos prometió jugar y divertirnos. ―Lesath miró al desastre que es su padre. ―¿Verdad, papi? ―El corazón de Barak aleteó emocionado.
No estaba enojado, por supuesto no regañaría a sus hijos y estaba claro que se había enamorado a primera vista de esos tres diablitos, pero escuchar a su pequeña llamarlo de esa manera lo emocionó de una forma que no pensó fuera posible.
¿Qué tan rápido podía latir un corazón emocionado? Se preguntó pensando en un posible infarto. Los niños retrocedieron al verlo caer de rodillas ante ellos y Lianett lo miró descolocada. Barak miró a sus niños con ojos brillantes de felicidad y sin previo aviso los abrazó.
―¡Ahora todos estaremos sucios! ―Gritó carcajeando y ensuciando a sus hijos quienes intentaban huir por todos los medios posible.
―Mami, ¡Ayúdanos! ―Pidió Yusaf estirando sus manitos y riéndose tanto que estaba rojo al igual que sus hermanos.
―Eso, mami, ven y ayúdanos. ―Barak también tiró de ella y las risas de los niños incrementó un cien por ciento.
―¡No tenían que meterme en su desastre! ―Lia miró a su alrededor. ―¡Lo hemos ensuciado todo! ―Barak se despreocupó.
―Ya lo limpiarán después. ―La tranquilizó. ―¿Saben que estuvo mal y pude hacerme daño? ―Los niños dejaron de reír poco a poco. ―¿Por qué lo han hecho? ―Quiso saber, ya que las intenciones eran claras. Eso fue pura maldad y no un inocente juego para que todos se divirtieran.
―Queríamos espantarte. ―Yusaf como siempre fue el primero en hablar para que sus hermanitos no tuvieran que hacerlo. ―Nos abandonaste y a mamá, así que te haremos travesuras hasta que te vayas huyendo como los demás. ―Barak miró a Lia y ella desvió la mirada. ―Pero los demás eran débiles, se iban a la primera, cosa que tú no hiciste. Eres el segundo en resistir.
―¿Me resienten por que los abandoné? ―Los tres asintieron y Lia sintió su corazón romperse por sus niños.
―Mami llora en las noches y nuestros compañeros se burlan porque no tenemos papá. ―Artem lo miró. ―No te importó dejarnos solitos. ―El reproche en su mirar fue claro.
―Mami casi no duerme por trabajar. ―Lesath lo miró con sus ojitos dulces. ―¿Por qué no viniste antes? ―Barak no supo si fue la mirada de su hija o la pregunta lo que lo hizo sentir algo tremendamente extraño y asfixiante en su pecho.
―No fue mi intensión abandonarlos. ―Barak miró a sus hijos al saber que Lianett no lo ayudaría con la difícil situación y tampoco quería dejarla como la mala. ―Las cosas se dieron de una manera que no pude controlar. ¿Cómo puedo hacer que me perdonen? ―Los miró acongojado lo que incomodó a Lia, jamás lo había visto siendo bueno ni una sola vez. Pensó que la culparía de alguna manera.
―¡Entonces estarás en prueba! ―Lesath asintió con su gesto serio y tierno.
Barak que se había confiado de recibir un perdón los miró atónito. ¿Prueba? Estaba realmente confundido por eso.
Lianett se llevó la mano a la boca, el saber que sus hijos posiblemente ya iban a perdonarlo, dolió y la aterró a partes iguales. ¿Qué pasará ahora? ¿Él se quedará con sus hijos? ¿Los usará para que ella lo acepte de vuelta? La sola idea de que se ganara a sus hijos le daba terror, ella sería incapaz de dejar solos a sus hijos con ese monstruo que tienen como padre.
―¿A Prueba? ―Los miró descolocado, algo poco propio de él. ―Prometo que seré un buen padre y recuperaremos todo ese tiempo que hemos perdido. No es necesario estar a prueba. ―Fue firme.
―No tan rápido. ―Artem se puso serio. —Eres un desconocido para nosotros. ―Los tres asintieron y el alma volvió al cuerpo de Lia, por primera vez estaba feliz de haber criado a sus hijos de una manera tan madura.
―Te hemos aceptado, pero todavía deberás estar a prueba, ya que no tienes nuestra confianza. ―Yusaf se encogió de hombros. ―La única manera en la que podamos confiar en ti, es ver qué eres bueno. ―Barak los miró estupefacto. ―Mami se ve triste, deberías hacerla feliz. ―Le sonrió con malicia.